Capítulo 73
1581palabras
2022-10-02 00:02
Adriana
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
“Ese b*stardo siempre se sale con la suya y…” Draven se detuvo, frotándose la nuca y dejando escapar algunos gruñidos de rabia. Se veía frustrado. “¡M*erda!” Exclamó, antes de soltar mi mano y cargarme. “Draven”, empecé a quejarme, pero me detuve porque me sentí muy mareada. Cerré los ojos y al abrirlos, me di cuenta de que ya estaba en mi habitación. Draven me puso en el suelo lentamente y me quedé mirándolo mientras iba a mi armario y lo abría para sacar el primer suéter que encontraba. A estas alturas estaba tan cansada que solo me senté en la cama, sintiendo que mis piernas estaban entumecidas por todo lo que había pasado esta noche. Dejé escapar un profundo suspiro mientras los latidos de mi corazón se volvían cada vez más regulares. “Volveré en tres minutos”, Draven anunció. “Vístete y descansa”. Me arrojó el suéter y desapareció de la habitación. Hice lo que me pidió y me quité la falda antes de caminar hacia mi armario cojeando un poco, ya que tenía un dolor punzante en la rodilla derecha. Aun así, ni siquiera me molesté en comprobar si me había lastimado o no. Escogí un pantalón corto negro al azar y al ponérmelos, noté que tenía un gran rasguño en la rodilla que me dolía. Cuando la tela rozó la herida, gruñí de dolor y apenas me senté en la cama, Draven regresó a la habitación, esta vez usando la puerta. Seguía sin camisa y solo llevaba puestos sus shorts playeros, pero estaba demasiado concentrada en lo que estaba cargando para enfocarme en su torso desnudo. “Draven, estoy bien…” dije. Sin embargo, él me interrumpió. “Quédate quieta”, me ordenó con firmeza. “No te muevas”. Se sentó al lado de la cama y podía sentir un aura peligrosa que lo rodeaba, pese a que me estaba tratando con cuidado. Levantó mi rodilla y abrió el botiquín de primeros auxilios que había traído. Lo vi sumergir algodón en una botella de líquido y sacarlo, usando la mano que tenía libre para sostener mi tobillo y examinar mi rodilla con cautela. De repente se detuvo y lo miré, sorprendiéndome un poco al ver que estaba apretando la mandíbula, como si estuviera controlando su ira, y que sus ojos se oscurecieron un poco mientras apretaba mi tobillo con más fuerza. “Draven, me duele…” me quejé en voz baja. “¿Por qué diablos trataste de ayudarla, Adriana?” Preguntó bruscamente. Me sobresalté por el tono de su voz y lo miré, confundida. “Porque la iban a secuestrar, Draven”, respondí. “¿Qué querías que hiciera? ¿Querías que me quedara sin hacer nada y que solo viera cómo se la llevaban?” “¡Sí! ¡Eso es exactamente lo que debiste hacer!” Draven dijo casi gritando. “¿Qué diablos te crees para pensar que eres tan fuerte como para enfrentarte a Dexter?” “No sabía que el secuestrador era…” empecé a explicarle, pero él me interrumpió una vez más. “¿Entonces por qué demonios intentaste ayudarla si ni siquiera sabías con quién te estabas enfrentando?” Preguntó, indignado. “Él podría haberte matado”. Gruñó y apretó mi tobillo con más fuerza, lo que me hizo gemir de dolor. “Te lo advierto, muñeca”, agregó en voz baja. “La próxima vez que hagas algo así, tendré que castigarte”. “No hice nada malo…” me defendí. “Te pedí que me esperaras y que no te movieras hasta que regrese”, anunció. “Obviamente hiciste todo lo contrario, y mira cómo terminaste”. Se estaba enojando más con cada palabra que decía, así que decidí no discutir con él. “Sí, ya entendí”, dije. “Ahora, ¿puedes soltarme, por favor? Me estás lastimando”. Me quedé mirándolo un buen rato hasta que por fin me soltó. “Quédate quieta”, me ordenó con un gruñido y cuando intenté alejar mi pierna de él, la agarró de nuevo y puso el algodón en mi rasguño, haciéndome soltar un grito ahogado de dolor. Cerré los ojos y respiré hondo, conteniéndome. Una vez que terminó de curarme la herida, puso una venda alrededor de mi rodilla. A pesar de que me había llamado la atención, me di cuenta de que había sido muy cuidadoso. Tal vez ya no estaba tan enojado. “¿Cómo lograste escapar?” Preguntó en voz baja, parándose para sentarse en la cama, a mi lado. Me alejé un poco, ya que estábamos muy cerca y Draven solo se apoyó contra la cabecera y puso su brazo sobre sus ojos. “Pues, Dexter me dio su chaqueta porque estaba lloviendo a cántaros y yo…” empecé a explicarle. “¿Dejaste que te pusiera su chaqueta?” Preguntó, aunque ese no era el punto importante. “Sí, pero solo porque…” respondí. “¿Dejaste que te tocara?” Preguntó, era obvio que se estaba enojando de nuevo, pese a que no podía ver sus ojos, vi que estaba apretando su mandíbula y que sus nudillos se ponían blancos por tanto apretar sus puños. “Draven, ese no es el punto. Déjame terminar, por favor”, dije con firmeza. “¿Quieres hacerme enojar aún más?” Anunció, dejando caer el brazo que tenía sobre sus ojos en la cama antes de sentarse derecho para pararse. No obstante, tomé su mano y entrelacé nuestros dedos, para que no se fuera. “Solo escúchame, ¿okey? Él me dio su chaqueta porque estaba empapada y la ropa se había pegado a mi piel, mostrando mi… no, ese tampoco es el punto”. Me detuve al ver que Draven me estaba mirando furioso. “¿Así es como piensas mejorar tu historia?” Preguntó, apretándome la mano. Me quedé callada, intentando ordenar mis pensamientos para decirle lo que había pasado. No había manera de complacer a este tipo; era demasiado impulsivo y temperamental. “Lo siento”, dije. “Sé que he causado muchos problemas y… no sé…” dije, respirando hondo. Cerré mis ojos y apoyé mi cabeza contra su brazo. “Siempre estoy poniéndolos a todos en peligro…” agregué en voz baja. Jugué con mis dedos y escuché que Draven dejaba escapar un suspiro. Puso un brazo alrededor de mis hombros y me estremecí al sentir sus manos frías. “Eso es cierto, pero sabes que puedes salirte con la tuya mientras yo esté cerca, ¿no?” Preguntó. “¿Qué quieres decir?” Dije. “Sabes muy bien lo que quiero decir”, respondió. Acercó su rostro al mío y me alejé un poco al verlo entrecerrar los ojos. “Sabes que ya me tienes en la palma de tu mano”. Abrí los ojos de par en par ante sus palabras y sentí que abría la boca inconscientemente, por la sorpresa. Nunca haría algo como lo que él acababa de insinuar, pensar que él tenía esa idea de mí era… hiriente. “Yo n-nunca”, dije con voz entrecortada. Sin embargo, no me atreví a terminar, así que solo me volteé y me senté derecha para pararme, pero Draven me agarró la muñeca y me lo impidió. “Aun así”, dijo, jalándome hacia él. Dejé escapar un grito ahogado cuando mi nariz chocó contra su pecho. “No me importa. Puedes hacer lo que se te dé la gana”, agregó en un susurró. Luego agarró mi barbilla y se inclinó para besarme, presionando sus labios suaves contra los míos. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho al sentir que Draven agarraba mis hombros y me lamía el labio inferior. Abrí la boca y, pronto, sentí su lengua contra la mía. Cuando lo besaba era como si el tiempo se detuviera y todo lo que podía escuchar era el sonido de la lluvia torrencial caer junto con nuestros suaves jadeos, gemidos, y nuestra respiración pesada. Pronto, ya estaba sentada sobre mis talones y no me atreví a dejar de besar a Draven así que, en cambio, agarré la sábana y dejé que él se hiciera cargo mientras se sentaba sobre sus rodillas. Cuando se alejó, quise decir algo, pero él plantó unos besos suaves en mis labios antes de besar mi frente. Sus dedos rozaron los lóbulos de mis orejas y dejé escapar un suave gemido que lo hizo estremecer. No podía apartar los ojos de sus abdominales, puesto que él seguía solo en shorts, y tragué saliva cuando retrocedió un poco para mirarme a los ojos. “En serio no le haría eso a nadie, te lo juro”, dije. No podía superar que haya pensado que yo jugaría con sus sentimientos de esa manera. “Caray, Adriana”, Draven exclamó. “Solo estaba bromeando”. Se rio y lo miré levantando una ceja. “Crees que eres muy gracioso, ¿no?” Pregunté, enojada. “Creo que soy graciosísimo”, respondió. De pronto desapareció. Escuché el sonido de la puerta cerrarse y lo vi caminar a la cama de nuevo. “¿Por qué cierras la puerta?” Pregunté, confundida. Draven sonrió e inclinó la cabeza a un lado, levantando una ceja, como si hubiera hecho una pregunta obvia. “Porque voy a dormir contigo, por supuesto”, respondió con firmeza. “No quiero que te vuelva a pasar nada”. “No… no podemos hacer eso otra vez”, dije. “Voy a estar bien, solo deja que alguien se quede junto a la puerta y…” “Ya lo decidí, Adriana”, Draven anunció con voz seria. “No perdamos más tiempo y vayamos a dormir, ¿de acuerdo?” Se metió dentro de las sábanas y resoplé. No podía creer que fuera tan descarado. “Eres insoportable”, dije entre dientes, a pesar de que por dentro, estaba un poco feliz de que él se preocupara tanto por mí. Aun así, lo más probable era que lo estuviera haciendo por su propio bien, no podía dejarme llevar de nuevo por suposiciones absurdas. “Yo también te amo, muñeca”, murmuró sin ninguna emoción en su voz. No obstante, mi corazón se aceleró ante sus palabras.