Capítulo 74
1718palabras
2022-10-03 00:02
Adriana
Decidí levantarme temprano al día siguiente para ir a la biblioteca con la esperanza de encontrar una manera de contactar a mis padres, puesto que había pasado demasiado tiempo desde la última vez que había hablado con ellos y los extrañaba mucho. El hecho de que solo me permitieran escuchar sus voces por el teléfono ya no era suficiente para mí; tenía que verlos, aunque sea solo por un día. Estaba a punto de entrar en el comedor cuando noté que Ferra arrastraba su equipaje hasta la puerta principal y corrí hacia ella. “Hola, ¿qué pasa?” Pregunté, agarrando su mano y parándome frente a ella para hacerme notar. Ferra solo me miró y sacudió la cabeza, su cabello castaño se agitó de un lado a otro con el movimiento. “Me voy a casa”, dijo. “No puedo vivir aquí después de lo que pasó en la playa. Este lugar ya no es seguro”. “¿Qué?” Pregunté, confundida. “¿Te vas? ¿Qué hay de mí? Llévame contigo”, supliqué. “Ambas sabemos que Draven no dejará que eso pase”, me recordó, frunciendo el ceño un poco, como si estuviera fastidiada conmigo. Sin embargo, después de un par de segundos, su expresión se suavizó de nuevo, tal vez porque recordó que la había salvado. “De todos modos, gracias por ayudarme ayer”, dijo. “Si no hubiera sido por ti, probablemente ya estaría muerta, así que…” La vi dar vueltas a un mechón de cabello que tenía entre sus dedos. “Solo estaba haciendo lo que tenía que hacer”, anuncié. “Sí, lo sé, pero aun así…” se detuvo un momento y se quedó mirándome con lágrimas en los ojos. “Bueno, me voy. Cuídate mucho y no te comportes como una niña mimada todo el tiempo ni llores cada vez que algo sale mal", dijo en broma. “Creo que ya he superado esa fase”, respondí con una sonrisa. Ferra levantó una ceja, como dando a entender que me estaba engañando a mí misma y puse los ojos en blanco. “Está bien… la he superado un poco”, agregué. Ferra solo asintió y me devolvió la sonrisa, sus ojos marrones se posaron en los míos antes de alejarse con sus maletas. “Adiós, Adriana”, dijo mientras abría la puerta. La seguí hasta afuera y la vi entrar a un auto que ya la estaba esperando. Un mayordomo se encargó de meter su equipaje en la maletera y me mordí el labio inferior, respirando hondo cuando Ferra me miró a través de la ventana y me sonrió. Sentí que el corazón me pesaba al verla así. “Esto no puede estar pasando…” me dije a mí misma y me quedé mirando cómo el auto se alejaba hasta que se perdía de vista. 
...

Durante la cena esa noche, el comedor se sintió muy tranquilo y silencioso. Me la pasé moviendo mi comida de un lado a otro en el plato. Ahora que Ferra se había ido, me iba a quedar sola en la mansión. ¿Cómo se suponía que iba a vivir rodeada de todos estos vampiros? No. Eso era imposible. “¿No te gusta la comida de hoy?” Draven preguntó al verme distraída. “No, es solo que no tengo mucha hambre”, respondí sin mirarlo. Alrededor de nosotros, los otros chicos seguían charlando entre ellos, algunos estaban besándose con chicas que habían escogido al azar, a las que habían invitado aquí antes. Moví mi comida un poco más y me paré después de un rato para salir del comedor. “¿Qué pasa?” Draven apareció frente a mí y me sobresalté al verlo. “Nada, yo…” hice una pausa, ya que no sabía si decirle la verdad o no. “No me gusta estar aquí sola. Ferra ya no está y no me siento cómoda”, confesé. Tras pensarlo un momento y darme cuenta de que no había razón para ocultarle la verdad. “Ferra se fue por su cuenta”, dijo. “No estaba interesado en mantenerla en la mansión por mucho tiempo y le dejé en claro que ya estaba fuera del juego”. “¿Juego?” Pregunté, indignada. “¿Crees que esto es un juego?” “Estás malinterpretando mis palabras, muñeca”, respondió. “Ah, ¿sí?” Dije. “Entonces dime qué fue lo que quisiste decir, porque eso fue lo que yo entendí”. Crucé los brazos sobre mi pecho y fruncí el ceño, enojada. Lo que acababa de decir era descabellado. ¿Cómo podía pensar que nuestras vidas dependían de un juego? “Está bien, está bien”, anunció, levantando las manos como si se estuviera rindiendo. Acercó su rostro al mío y enderezó su postura. “Es el primer día sin Ferra; pronto te acostumbrarás”, agregó. “Después que te acostumbres ya no será tan malo, te lo prometo. Además, haré lo que sea por mantenerte alejada de Dexter. Así que quédate”. Di un paso adelante y apreté mis labios en una línea recta. “Yo no…” empecé a decir. Sin embargo, Dexter me interrumpió. “Por favor”, dijo en voz baja. Mi corazón dio un vuelco antes de resoplar. “Has estado usando mucho esas dos palabras ahora último”, anuncié en tono sarcástico. “¿Qué te pasa? ¿Te sientes bien? ¿Estás enfermo?” Al oír esto, Draven soltó una risa sarcástica y sin gracia. Sonreí y dejé escapar un suspiro, negando con la cabeza. “Aun así, no quiero quedarme aquí sola”, dije. “No me siento cómoda y necesito compañía”. “Entonces llévate mejor con los chicos, ellos son…” Draven respondió, pero lo interrumpí. “Necesito la compañía de gente con la que me siento cómoda”, agregué. “Entonces tal vez pueda traer a Riley por algunos días”, respondió, rascándose la mandíbula. “¿Riley?” Pregunté, confundida. “No conozco a nadie que se llame así”. “¿Cómo que no? ¿no te acuerdas que la conocimos el día que te escapaste?” Draven dijo. Puse los ojos en blanco al escuchar esto. “Su nombre era Riley, ¿verdad? ¿O tal vez era otro…?” Chasqueó los dedos varias veces, intentando recordar el nombre de mi supuesta amiga y vi cómo su rostro se contraía mientras se concentraba pensando. “Por casualidad te refieres a… ¿Emily?” Pregunté, entrecerrando los ojos. “Sí”, Draven exclamó. “Ese era el nombre que quería decir”. Chasqueó sus dedos por última vez y lo miré, negando con la cabeza. ¿Cómo podía ser tan estúpido? “¿Riley? ¿En serio?” Pregunté, indignada. “Creo que son nombres parecidos, muñeca”, respondió. “Ah, claro. Sí, por supuesto”, dije con sarcasmo, conteniendo la risa. “Entonces, ¿qué? ¿La dejarás quedarse aquí por unos días?” “Sí, pero solo por unos días”, Draven anunció. Su voz se había vuelto baja y grave, como si quisiera que me tomara en serio sus palabras. De todos modos, acepté sin pensarlo dos veces y me sentí de mejor humor al saber que Emily iba a venir. “¡Gracias!” Dije antes de pasar junto a él, corriendo por las escaleras. Lo escuché resoplar mientras me alejaba de él. Por suerte, solo le tomó a Draven una hora en traer a Emily a la mansión. Apenas entró con su equipaje, Emily casi se desmaya de la emoción y chillaba cada cinco minutos con cada cosa que veía. Cuando me vio, se abalanzó sobre mí y puse los ojos en blanco, ya que me agradeció un millón de veces por haberle dado la “gloriosa” oportunidad de venir hasta aquí. “Cálmate, Emily”, le dije. “Respira hondo”. Inhalé profundamente y ella siguió mis movimientos, pero se quedó sin aliento cuando vio que los chicos caminaban hacia nosotras y que cada uno de ellos le sonreía o la saludaba con la mano. “Ah, un nuevo día, una nueva víctima”, Raymond dijo. Pese a que abrió los brazos para abrazarla, tiré de la parte de atrás del vestido de Emily antes de que pudiera lanzarse a él. “No tan rápido”, les advertí a los chicos. “Recuerden lo que Draven les dijo. No pueden ponerle un dedo encima”. Raymond resopló fastidiado y retrocedió. “Y tú”, miré a Emily. Sus ojos verdes brillaban de la emoción. “Trata de controlarte, por favor. No quiero que nada malo te pase, así que no te pases de la raya, ¿entiendes? Draven te trajo aquí para…” Emily suspiró y su rostro se volvió serio. “Por supuesto”, dijo, asintiendo con la cabeza. “Vine gracias a ti”. Me abrazó cálidamente y le di un par de palmaditas en la espalda como muestra de gratitud. “Disculpa si te parece que soy egoísta”, dije. Emily se alejó y negó con la cabeza, sonriendo. “¿Estás bromeando?” Preguntó. “Si no fuera por ti, no estaría aquí”. Me guiñó un ojo y le sonreí. Luego le presenté a los chicos y le di un tour por la mansión. Al final, fuimos a mi habitación y apenas entró sus ojos se abrieron de par en par al ver lo espacioso que era. La ayudé a desempacar y no pude evitar sonreír mientras la escuchaba tatarear. Se veía muy contenta. No podía creer que Draven la hubiera dejado venir aquí. Eso era contrario a todo lo que había hecho por mí hasta ahora, era un poco… dulce de su parte. No había pasado ni un día desde que Ferra se había ido, tan solo habían pasado unas horas, y, aun así, él había entendido lo difícil que era quedarme aquí sola. “¿Prométeme que no dejarás que los chicos te usen?” Le dije a Emily con firmeza. “Y nada de ligar o beber, y, por el amor de Dios, no dejes que ellos te usen como si fueras una bolsa de sangre, por favor. Eres inteligente y mereces mucho más que…” “Dios, Adriana, no soy tan patética”, Emily me interrumpió. “Tienes que tener un poco más de fe en mí”, agregó con una risita. “Después de todo, aprendí de la mejor”. Puse los ojos en blanco ante su halago. Sobre todo porque estaba segura de que terminaría ligándose a uno de los chicos antes de regresar a casa. “Entonces, dime, ¿cómo convenciste a Draven para que me dejara venir aquí?” Preguntó. “Cuando fue a buscarme, fue muy amable y me di cuenta de que su personalidad no es como los rumores dicen. Tal vez es debido a su apariencia que todos piensan que es frío y despiadado… aunque, bueno, es verdad que es diez veces más sensual en la vida real. De tan solo recordar su rostro, siento que me falta el aire, pero no debería estar diciendo estas cosas, ese no es el punto…” Se rio entre dientes y al verla tan divertida, me reí también. “Entonces, dime. ¿Cómo lo lograste?”