Capítulo 67
1737palabras
2022-09-26 00:01
Adriana
Cuando Draven clavó sus afilados colmillos en mi cuello, tuve que usar todas mis fuerzas para no gritar de dolor y mi corazón dio un vuelco al escuchar que gemía de satisfacción. Draven no perdió ni un segundo en empezar a chupar mi sangre. Era en momentos como estos en los que me preguntaba cómo los vampiros podían complacerse del dolor de otras personas sin sentirse mal. De repente, el dolor en mi cuello se hizo más intenso y me aferré a su hombro, conteniendo un chillido. Pronto, no pude soportarlo más y, al final, dejé escapar un grito de dolor, aunque solo fue uno ahogado. Sentí los labios de Draven unirse a los míos y abrí mis ojos llenos de lágrimas para darme cuenta de que me estaba besando. Abrí la boca y, de inmediato, sentí su lengua moverse contra la mía, llenándome del sabor de la sangre que se deslizaba por mi garganta. Mi respiración se cortó al sentir una mano meterse debajo de mi suéter y, a este punto, quería que se detuviera y, al mismo tiempo, quería que siguiera. ¿Por qué tenía sentimientos encontrados? “Más”, Draven susurró en mi oído. “Quiero más”. Antes de que pudiera reaccionar, Draven ya me había quitado el suéter y me tapé el pecho con ambas manos, avergonzada de que me viera en ese estado. Draven se sentó en mi torso y, con un movimiento rápido, se quitó la camiseta. Pese a que sabía que no estaba completamente desnuda, sentía como si lo estuviera, y no quería que él me viera en sostén, aunque era obvio que lo estaba disfrutando mucho. Siempre había sido muy insegura con respecto a mis s*nos y la última persona que quería que los viera era Draven, quien se quedó en silencio por un momento. Vi que abría la boca un poco y que no dejaba de mirarme. Sus ojos se posaron en cada parte de mi cuerpo, asimilando cuantos detalles podía. “Eres hermosa, Adriana”, murmuró. Me quedé mirándolo sin saber qué decir. Tenía una mirada que no podía descifrar y mi corazón empezó a latir a mil por hora. “En serio, eres demasiado hermosa…” Puso su rostro más cerca al mío, quitándome las manos del pecho con suavidad y presionando mis muñecas a cada lado de mi cabeza antes de volver a mirarme a los ojos. “Hermosa”, repitió con un suspiro, como si se hubiera estado aguantado todo este tiempo. Me mordí el labio inferior y sentí que mi cara me ardía. Traté de decir algo, cualquier cosa, para aliviar la tensión en el ambiente, sin embargo, mi mente estaba en blanco. Nunca había sido buena recibiendo cumplidos y… “M*erda”, Draven gruñó, interrumpiendo mis pensamientos. Sus ojos estaban llenos de lujuria y sentí sus labios en los míos, esta vez eran más urgentes. Le devolví el beso con la misma fuerza y puse mis brazos alrededor de su cuello mientras sentía que una de sus manos acariciaba mi cadera, haciendo que se me pusiera la piel de gallina. ¿Cómo era capaz de hacerme sentir tan bien con tan solo un pequeño toque? Sentí sus dedos rozar mis pezones por encima de mi sostén y me estremecí. Luego Draven bajó su mano hasta llegar a mis muslos y cuando llegó a la parte interna, dejé escapar un gemido que no pude contener. A medida que nuestros cuerpos se acercaban, nuestras respiraciones se hicieron más pesadas. “D-Draven…” dije en un gemido. Sus dedos seguían recorriendo mis muslos, subiendo y bajando en movimientos lentos que me iban a terminar volviendo loca. Sabía con certeza que él estaba jugando conmigo. “Deja de hacer eso…” me quejé. Al escucharme, Draven solo presionó mis muñecas con más fuerza contra la cama y sonrió. “¿Qué cosa, muñeca?” Preguntó, inclinando la cabeza, como si no hubiera entendido lo que había dicho. De pronto, me besó de nuevo y al sentir su lengua contra la mía, jadeé de placer. Sus dedos subieron lentamente por mi cadera, haciendo que mi corazón empezara a latir más rápido, y justo cuando las cosas comenzaban a ponerse más intensas, la imagen de la cara de Dexter pasó por mi mente, haciéndome empujar a Draven a un lado. Recordé lo que Dexter me había dicho sobre Lianna… todo lo que me había dicho sobre ella y… “¿Qué pasa?” Draven preguntó. Sus ojos se clavaron en los míos y pude ver que estaba preocupado y que la lujuria se desvanecía. “N-nada”, respondí, dándome la vuelta para que no viera la expresión en mi rostro, para que no se diera cuenta de que estaba mintiendo. Draven y Lianna habían estado juntos en algún momento. Ellos definitivamente habían hecho todas las cosas que él y yo acabábamos de hacer e inclusive muchas más. De alguna manera, Dexter había dicho que yo le recordaba a Lianna. Aunque podía haber escogido cualquier otro momento para pensar en esto, mi mente había decidido hacerlo en ese preciso instante. “¿Te hice daño cuando te mordí?” Draven preguntó, confundido. “No es eso, solo… tengo algo que hacer…” dije, cerrando los ojos y respirando hondo para alejarme completamente de él. A decir verdad, quería saber sobre su pasado, todos sus secretos y todo lo que le había pasado antes de conocerlo. Quería llegar a conocerlo bien si íbamos a hacer algo como lo que habíamos estado a punto de hacer. Sobre todo, quería saber si él solo había estado a punto de hacer eso porque, de alguna forma, le recordaba a su exnovia. A decir verdad, eso era lo más probable, ya que él me había llamado por su nombre una vez. Por eso no quería que me vaya con Dexter, porque pensaba que de esa manera se estaría repitiendo la historia. Aun así, no quería que eso fuera cierto, no quería que él la viera en mí cada vez que… “¿Adriana? ¿Qué pasa?” Draven preguntó. A pesar de que no quería voltear a verlo, noté que sonaba muy preocupado. Me apresuré y recogí mi suéter del suelo. “Espera, primero dime qué pasa”, insistió y me quitó el suéter antes de que pudiera ponérmelo. Fruncí el ceño, sintiéndome muy incómoda, ya que solo estaba usando pantalones cortos y un sostén. “Devuélveme el suéter, tengo que irme”, dije, tratando de arrebatárselo mientras él se recostaba contra la cama, extendiendo su mano lo más lejos que podía para que no pudiera quitárselo. “¿Dónde tienes que irte con tanta urgencia?” Preguntó. “Solo dime qué está pasando. ¿Estás molesta porque nosotros casi…?” Sin embargo, antes de que pudiera terminar de hablar, lo interrumpí. “Puedes dejar de ser tan pervertido por un segundo y darme mi suéter, por favor”, dije resoplando y haciendo todo lo posible por ignorar su mirada preocupada. “Mira, si no querías que me alimentara de ti, podías habérmelo dicho y…” empezó a decir, pero lo interrumpí una vez más. “Draven, detente. No es eso”, anuncié, molesta. Al verme tan decidida, por fin me dio mi suéter. Se lo arrebaté de las manos y me lo puse rápidamente, aliviada de no estar semidesnuda frente a él. “Entonces dime qué pasa”, estalló. “Porque estabas bien hasta hace un momento y… ¡Espera! ¡No te vayas!” Gritó al verme correr hacia la puerta. De repente, me agarró de los hombros y me hizo voltear a verlo. Dejé escapar un grito ahogado de sorpresa y me encontré con sus ojos azules, que estaban fijos en los míos. “Espera un momento, ¿de acuerdo? ¿Qué está pasando?” Preguntó de nuevo. Esta vez su voz era más baja y hablaba con suavidad, como si no quisiera alterarme. Me sorprendió que pudiera ser tan tranquilo y tener tanta paciencia cuando se lo proponía. “¿Qué?” Dije, fingiendo que no pasaba nada. “¿Cómo que qué?” Preguntó. “Quiero que me digas qué está pasando. ¿Hice algo mal? ¿Te hice daño?” Preguntó de nuevo, soltándome mientras cruzaba mis brazos sobre mi pecho y me apoyaba contra la puerta. “No tiene nada que ver con lo que acabas de hacer”, confesé, por fin. “Es algo que hacías a diario”. “¿Qué cosa?” Draven preguntó, confundido. “Me ocultaste la verdad sobre Dexter y no me contaste sobre tu relación con Lianna”, respondí. “No sé nada de tu pasado”. “¿Qué? ¿Por qué hablas de eso ahora?” Anunció. “Te dije bien claro que no tienes por qué saber”. Me di cuenta de que había empezado a enojarse ahora que sabía la verdadera razón por la que ya no quería que siguiéramos lo que habíamos estado haciendo. De todos modos, no me importaba. Merecía saber. “Aun así, creo que me merezco al menos una explicación”, dije con firmeza. Me acerqué más a él cuando dejó escapar un gemido de frustración. “¿La ves cuando me miras?” Pregunté con voz entrecortada. Vi que volteaba a mirarme al escuchar esto. Estaba atónito. “¿Qué? No…” empezó a decir. “Entonces, ¿por qué me llamaste por su nombre? Además, tú y Dexter siguen j*diéndome por lo que pasó entre Lianna…” Hice una mueca al mencionar su nombre, pero me detuve al ver que Draven fruncía el ceño y cerraba los puños. “Te dije que no le faltaras al respeto, muñeca”, me advirtió. “¿Ves? Ni siquiera puedo decir su nombre sin que te enojes”, dije, tratando de ocultar el dolor en mi voz, aunque ya se había hecho evidente. “¿Puedes dejar de actuar como si esto fuera una competencia entre ustedes dos?” Draven anunció, frustrado. “Ella está muerta, ¿de acuerdo? Ya olvídate”. “¿Sabes qué?” Dije, parpadeando para evitar que las lágrimas cayeran mientras él daba un paso adelante, mirándome con sus penetrantes ojos, como si quisiera pedirme disculpas por haber sido tan duro conmigo. “Muñeca, perdón, no quise decir eso…” dijo. “Olvídalo”, anuncié. “Esto nunca pasó”. Abrí la puerta y salí de la habitación antes de que él pudiera reaccionar. Mientras caminaba por el pasillo con las lágrimas rodando por mis mejillas, me encontré con Edward, que estaba besando a una de sus chicas. Al ver que iba a pasar junto a ellos, la golpeó contra la pared. Resistí las ganas de vomitar al verlos así. Para ser honesta, en momentos como este me arrepentía de no haberme ido con Dexter. No obstante, él no era mejor que Draven. Draven era mucho mejor besando… Sacudí mi cabeza, evitando que esos pensamientos siguieran rondando por mi mente, y decidí irme a dormir. Cerré los ojos y respiré hondo para soltar un largo suspiro. Lianna, él realmente debía haber estado enamorado de ti.