Capítulo 68
1371palabras
2022-09-27 00:01
Adriana
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A la mañana siguiente decidí tomarme mi tiempo vistiéndome y aprovechar para pensar un rato. Necesitaba pasar tiempo sola para poder ordenar mis pensamientos. Además, esa podría ser una buena idea para distraerme. Al fin y al cabo, cuando vivía con mis padres, me encantaba pensar qué atuendo ponerme y tener lista mi ropa para el día siguiente, tal vez aquí también podría hacer lo mismo. O, bueno, tal vez no, ya que estaba rodeada de imbéciles que en lo único en lo que pensaban era en chupar sangre. Eran tan pervertidos y siempre estaban tan c*chondos que probablemente irían detrás de cualquier cosa que tuviera t*tas y usarían la misma vieja excusa de siempre: “soy un hombre simple con necesidades simples”. Lo peor era que se creían originales y ninguno se daba cuenta de que todos eran iguales. Decidí ponerme una camiseta sin mangas con unas mallas negras y me recogí el cabello en un moño desordenado antes de ponerme un poco de brillo labial. Me gustaba el que había escogido ese día porque hacía que mis labios se vean más grandes y el tono era un rosado que iba bien con mi color de piel. Luego me delineé los ojos y debatí si debía rizar mi cabello o alisarlo, pero al final decidí dejarlo como estaba, envuelto en un moño desordenado. Al terminar de vestirme, salí corriendo de mi habitación y me encontré con Ferra, quien me miró con odio. Me detuve para devolverle la mirada. “¿Qué pasa, Ferra?” Pregunté, indignada por su ira. “Sabes bien qué pasa, z*rra. Vi a Draven entrar a tu habitación anoche”, respondió con desdén. Se puso a un lado el cabello y siguió mirándome con sus grandes ojos marrones. “Pues entendiste todo mal, porque Draven y yo no…” empecé a explicarme, pero ella me interrumpió. “¿Me vas a decir que no son nada más que amigos?” Preguntó en tono sarcástico. “Por favor, primero tienes que aprender a mentir”. Cruzó los brazos sobre su pecho y se apoyó en una pierna. “¿Y eso por qué te molesta tanto?” Dije. No podía dejar que me intimidara. “Pensé que tu relación con Jason iba en serio”. Vi que su rostro se retorcía un poco al escuchar el nombre de Jason. “Lo es”, dijo resoplando. “Pero eso es solo hasta que Draven se fije en mí”. Levanté las cejas, asombrada por lo que acababa de oír. “Eso es muy cruel incluso para…” afirmé, sin embargo, Ferra me interrumpió una vez más. “Dejemos clara una cosa”, anunció. “Tenemos un trato. Tú me ayudas a convertirme en la guardiana de Draven y yo te ayudo a escapar. Eso fue lo que acordamos, así que te sugiero que mantengas tus…” De pronto, se escuchó una voz en el pasillo que no dejó a Ferra terminar de hablar. “Señoritas”, dijo. Kevin apareció frente a nosotras y ambas nos llevamos una mano al pecho de la sorpresa. “Dios”, murmuré mientras él me miraba de pies a cabeza. “Estás muy s*xy hoy, cariño”, agregó con un guiño. Puso un brazo alrededor de mi cintura y pese a que intenté apartarlo, me sujetó con más fuerza y me arrastró con él por el pasillo. Volteé a ver a Ferra, que tenía el ceño fruncido, pero decidí ignorarla. Debí haberla mandado lejos, como Draven quería. “Suéltame”, me quejé, empujándolo mientras bajábamos las escaleras que llevaban hacia el comedor. Kevin solo sonrió, revelando un hoyuelo en una de sus mejillas, que no había notado que tenía. “No pude evitarlo”, Kevin dijo. “Hueles delicioso”. Cerró los ojos y acercó su nariz a mi cuello para inhalar profundamente, haciéndome estremecer de miedo y asco. Supuse que Draven se había saciado con mi sangre anoche. Abrí los ojos al recordar esto y tragué saliva. Casi me había olvidado de la marca que me dejó. Ni siquiera la había cubierto con una curita, solo la lavé bien cuando me bañé esta mañana. “Kevin, ¿no puedes solo…?” “¿Dejarte en paz?” Kevin preguntó, interrumpiéndome. “Ojalá pudiera, cariño. Incluso después de que Draven nos advirtió que nos mantuviéramos alejados de ti, no puedo evitarlo, así que aquí me tienes, resistiendo el j*dido impulso de arrancarte la ropa y f*llarte hasta que grites mi nomb…” “Kevin, llegas tarde”, la voz de Vincent no lo dejó terminar. “Te dije que fueras a buscarla”. Apareció a nuestro lado de la nada y suspiré aliviada antes de mirar a Kevin, que me guiñó un ojo y se mordió el labio inferior mientras me miraba de pies a cabeza. Un escalofrío recorrió mi espalda ante sus ojos llenos de lujuria. “Vamos”, Vincent murmuró y tomó mi mano para, prácticamente, arrastrarme hasta su lado. Pronto, llegamos a una habitación que no sabía que existía y volteé a mirarlo. No obstante, Vincent no lo notó, ya que vi que sacaba un juego de llaves de su bolsillo. “¿Dónde estamos?” Pregunté, confundida. “¿Piensas encerrarme aquí?” “¿Qué clase de persona crees que soy?” Dijo, riéndose entre dientes. Por fin pareció encontrar la llave que estaba buscando y la usó para abrir la puerta. Me quedé atónita al darme cuenta de que era una biblioteca enorme. Había montones de libros dentro y noté que varios mayordomos estaban limpiando el lugar, pero se detuvieron cuando nos vieron entrar y se inclinaron para mostrar sus respetos. Luego se fueron para dejarnos a solas mientras Vincent volvía a cerrar la puerta con llave. “Dios mío”, exclamé. “¿Por qué no me dijiste que había una biblioteca aquí?” Vincent volvió a reírse al escuchar mi entusiasmo. “No pensé que estarías interesada en los libros”, respondió, encogiéndose de hombros. “Entonces ahora ya lo sabes”, dije, entrecerrando los ojos. Vincent soltó una carcajada y negué con la cabeza, sonriendo, antes de mirar a mi alrededor una vez más. “¿Puedo quedarme aquí a leer?” Pregunté, caminando hacia uno de los armarios. “Solo si dejas que te acompañe”, Vincent respondió. Volteé a verlo y noté que estaba sonriendo. Asentí con la cabeza, ya que tenerlo a mi lado no debía ser tan malo, siempre y cuando no interrumpa mi lectura. “Dios, esto es asombroso”, dije. Pasé mis dedos por algunos de los libros. Mis ojos brillaban de placer y emoción. Los libros siempre habían tenido ese efecto en mí. “Eres increíble”, creí escucharlo decir desde donde estaba parado. “¿Qué?” Pregunté, volteando repentinamente para mirarlo. “¿Qué?” Vincent dijo casi al mismo tiempo que yo. Entrecerré los ojos y negué con la cabeza antes de voltear a ver los libros de nuevo. Decidí elegir uno al azar, puesto que había tantos que no sabía cuál escoger. Vincent me llevó hasta la mesa más cercana y empecé a leer de inmediato. Pronto, estaba absorta en la historia, haciendo que Vincent se ría suavemente. Se sentó frente a mí y ni siquiera me molesté en recriminarlo por mirarme tanto en vez de leer el libro que había escogido. Después de leer durante unos 20 minutos, escuché el sonido de una silla raspando el suelo. “Oye, ya tengo que irme”, murmuró. “No te quedes mucho tiempo aquí”. Asentí sin levantar la mirada. No podía dejar de leer y no supe cuánto tiempo pasó, solo que la historia me fascinaba demasiado como para dejar el libro a un lado. No podía parar. Esta era la razón por la que mis padres dejaron de comprarme libros. Siempre pensaron que leer me “distraería” de enfocarme en las cosas “importantes” de la vida, como ganarme el corazón de un monstruo chupasangre. “Interesante”, escuché una voz familia decir y me sobresalté. Draven me arrebató el libro de las manos y lo empezó a hojear. “¡Oye!” Me quejé, parándome para mostrarle mi indignación. Ver que había perdido la página en la que me había quedado me molestó mucho y, al mismo tiempo, tenía un poco de miedo de que él se enfadara conmigo por haber entrado aquí sin su permiso. “Devuélveme el libro, por favor”, dije. “No pensé que te gustara tanto leer”, Draven anunció, ignorando mis palabras. “Eso no es asunto tuyo”, afirmé, poniendo las manos en mis caderas. Traté de arrebatarle el libro, pero terminé golpeándome la rodilla con la esquina de la mesa e hice una mueca de dolor. Frente a mí, Draven se reía de mi desdicha.