Capítulo 56
584palabras
2022-09-15 00:01
El punto de vista de Adriana
“Draven, cálmate, estamos en plena calle”. 
"Entremos a algún lugar privado y hablemos. No debemos difundir nuestras cosas".

"Estoy seguro de que Adriana tiene una explicación, así que relájate por favor..."
"Si no se callan, los masacraré y les cortaré la cabeza. ¿Entendieron?", escupió Draven, apretando el agarre de mi muñeca. Mientras tanto, yo intentaba liberarme empleando todas mis fuerzas. 
"Vamos a casa", dijo brevemente. Lo ignoré y continué con mi lucha para apartarme de él.  
"Draven..."
"¡Cállate!", gritó, acercándome más. Me quedé en silencio, pero un nudo comenzó a formarse en mi garganta. De repente, me cargó y comenzó a dar vueltas, provocando que mi visión se volviera borrosa. Sin tener otra alternativa, agarré su camisa para asegurarme de no caer. 
Cuando recobré el sentido, estábamos en la mansión. Draven pateó la puerta de la habitación y entró corriendo conmigo en brazos. Involuntariamente, agarré su camisa, mientras mi cuerpo temblaba de miedo. No sabía qué debía hacer o decir.  

"¡Dime quién diablos te hizo eso!", exigió. Aunque su voz sonó un poco suave, la forma en que apretaba su mandíbula reflejaba su ira incontrolable. Me bajé de sus brazos e intenté decir algo, pero me detuve. “¿Fue en Alaric? ¿Finn? ¿Vincent?", con cada nombre, avanzaba un paso y yo retrocedía al mismo ritmo. Aunque sabía que en cualquier momento podría golpearme contra la pared, no tenía otra opción más que seguir retrocediendo. 
"¡No, Draven! Probablemente te estás confundiendo. Ni siquiera noté que tenía un chupetón", contesté, forzando una expresión seria. Enseguida, me dirigí al tocador. 
"¿Estás segura?", preguntó con sarcasmo. Me congelé cuando me miré en el espejo y comprobé que, efectivamente, tenía una marca roja justo donde Dexter había chupado. "¡¿Cómo diablos no vi eso esta mañana?!", murmuré para mí misma. 
"Déjame adivinar. Esa marca es de nacimiento, ¿verdad?", preguntó, parándose justo detrás de mí mientras miraba la marca roja. 

"Yo, yo..."
“¿Tú qué?”, me interrumpió, mientras agarraba mi muñeca y me obligaba a girar para enfrentarlo. En este momento, una gran cantidad de excusas recorrieron mi mente, pero ninguna valía la pena. Después de todo, Draven no era ningún tonto. 
"¿Adriana?"
“No sé de dónde salió esta marca, Draven", dije en voz alta, tratando de apartar mi mano, pero fue inútil. 
"¿En serio? Entonces, ¿apareció de la nada?"
"No lo sé. Probablemente ni siquiera sea un chupetón". 
“¿Crees que soy tonto? No juegues conmigo, Adriana. ¡Sé muy bien cómo es un p*to chupetón!", espetó con enojo. Mi corazón latía con fuerza, pero no estaba dispuesta a confesarle la verdad. 
“Creo que me quemé mientras me alisaba el cabello hoy…”, murmuré débilmente, mirando hacia el suelo. 
“¿Alisando tu cabello? Por el amor de Dios, Adriana, ¡tu cabello ya está lacio!”, resopló, mirando hacia el techo y suspirando con frustración. "De hecho, dudo de que sepas usar una plancha", se burló. 
"Disculpa, pero claro que lo sé". 
"¡Fue suficiente, Adriana! Me estás sacando de quicio. Si no me dices la verdad...", dio un paso adelante y apretó mis muñecas, provocándome dolor. 
"Te juro que no sé cómo apareció, ¿no entiendes?"
“Si no estuvieras en Vervain en este momento, te habría obligado a decir la verdad. Considérate afortunada", dijo con voz fría.
"Draven...", tartamudeé, sintiendo tembladeras en todo mi cuerpo. 
"¡Cállate! Te di la oportunidad de decir la verdad, pero la desperdiciaste. Así que lo haré a mi manera", dijo, mientras me liberaba de su agarre. 
Sintiendo un escalofrío en mi espalda, grité ansiosa: "¡Espera! ¿Qué piensas hacer?"