Adriana
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"¿Qué pasó? ¿No te sientes bien?" Tyrell preguntó, fingiendo estar preocupado por mí. "No le hagas caso, ella solo está haciendo drama para llamar la atención", Irene dijo mientras ponía los ojos en blanco. "Idiotas, no sean malos con ella, Draven nos dijo que la cuidáramos hasta que él regrese", Danny les recordó.
"No somos malos con ella, es solo que ya estamos hartos de su terquedad y de su actitud", Irene respondió. De pronto, todos empezaron a hablar a la vez. Me sentí impotente, ya que no me estaban tomando en serio. Me agarré el suéter largo que tenía puesto y fruncí el ceño. Sus palabras me habían puesto de mal humor.
"¿Por qué no pueden entender que no quiero estar aquí ni un minuto más?" Pregunté con firmeza. Al escucharme, todos se quedaron callados. "¡Odio estar aquí! ¡No quiero vivir con un montón de monstruos que lo único que saben hacer es chupar sangre!" Mi voz se quebró un par de veces, pero al final logré decir lo que quería.
"Por eso, se los ruego, dejen que me vaya", agregué, casi suplicando. "Solo necesito la ayuda de uno de ustedes". De repente, me di cuenta que el comedor estaba en completo silencio y me empecé a sentir nerviosa, hasta que Finn dejó escapar una risita burlona. "Me parece un poco irónico que nos estés pidiendo ayuda a nosotros después de que nos has insultado", dijo entre risas. "Acabas de decir que lo único que sabemos hacer es chupar sangre, así que, ¿por qué mejor no encuentras una manera de escapar por tu propia cuenta? Después de todo, según tú, nosotros no sabemos hacer otra cosa, ¿no?"
"Porque tú nunca dejarías que me vaya y lo sabes, entonces, ¿por qué me dices eso?" Pregunté, pero mi voz empezó a temblar al final y vi que todos se reían ante mi reacción. Me estaban mirando como si fuera un payaso de circo. "Qué linda..." Danny dijo. "Está temblando, eso es adorable", Tyrell anunció. "¿Creen que al menos podré saborear una gota de su sangre esta noche?" Pronto, todos empezaron a bromear entre ellos, haciendo que me hierva la sangre. Aun así, ellos eran mi última esperanza, así que respiré hondo para intentar mantener la compostura.
Pedirles ayuda era mi último recurso. "Ya fue suficiente", Vincent dijo con firmeza. Escuché el roce de una silla contra el suelo antes de verlo caminar hacia mí para agarrarme la mano y sacarme del comedor. "¡Espera, no, detente!" Me quejé. "No necesito que me salves, Vincent. Puedo cuidarme sola", dije, apartando mi mano de la suya. Vincent se volteó y me frunció el ceño; se veía muy enojado.
"Es obvio que no puedes", anunció con voz seria. Estaba a punto de decir algo, sin embargo, sentí una fuerte punzada de dolor en el cuello que me hizo estremecer. ¿Por qué diablos me seguía doliendo tanto? ¿Cuánto tiempo iba a seguir doliéndome? ¿Hasta que mágicamente se cierre la herida? "¿Qué pasa?" Vincent preguntó. Su voz había cambiado por completo y ahora sonaba preocupado. Puso sus brazos alrededor mío y me quedé callada cuando se me vino una idea a la mente.
"Draven se alimentó de mí esta noche", decidí decirle la verdad y vi cómo sus ojos se agrandaban ante mi respuesta. De pronto, una emoción familiar brilló en sus ojos e hizo que un escalofrío recorra mi espalda. "Y me duele mucho..." me quejé con voz débil, apartando el cabello de mi cuello, para que vea el parche. "¿De-de verdad hizo eso?" Vincent preguntó tartamudeando y tocó mi clavícula, acercándose más a mí para ver mejor la herida. "Me duele mucho, Vincent. Por favor, haz que el dolor desaparezca", dije con desesperación mientras veía que se alejaba de mí para mirarme a los ojos.
"¿Qué quieres que haga?" Preguntó en voz baja. El color había desaparecido de su rostro y se veía muy pálido. Me mordí el labio inferior al ver que se veía decepcionado y herido. No. Era imposible. ¿Acaso él de verdad estaba enamorado de mí? No podía ser cierto. Él mismo me dijo que no sentía nada por mí la última vez, así que no podía ser verdad. "Tu sangre me curará, ¿verdad?" Pregunté. Él me miró con los ojos entrecerrados, como preguntándose qué estaba planeando hacer esta vez hasta que por fin asintió; sus ojos seguían llenos de sospecha. "Entonces dame un poco de tu sangre", dije.
“Lo siento, amor, pero no tengo permitido hacer eso", respondió. Mi corazón se detuvo al escuchar esto. Él era mi única salvación. "El único que tiene permitido darte su sangre es Draven", me explicó. Me quedé mirándolo fijamente, decepcionada y frustrada. "Todos son iguales", dije, resoplando. "Y yo que pensaba que eras diferente al resto..." agregué, abatida. Frente a mí, Vincent se estremeció y sacudió la cabeza antes de dar un paso adelante para acercarse a mí, pero yo retrocedí de inmediato.
"¡No te molestes en consolarme!" Exclamé, indignada y molesta. "Todos ustedes son unos monstruos. ¡Y tú eres el peor de todos!" Lo insulté, a pesar de que no quería decir eso en realidad. Aun así, tenía que asegurarme de que mis palabras lo afectaran, para que aceptara hacer lo que quería. Por supuesto, el peor de todos no era él, sino Draven. Ese imbécil al que ni siquiera quería nombrar. "Adriana, lo siento..." Vincent empezó a disculparse, pero me di la vuelta y empecé a correr hacia mi habitación. "¡Cállate, no quiero escuchar tus disculpas!" Grité entre lágrimas. No obstante, me quedé helada, antes de llegar a mi puerta, cuando sentí unas manos que me abrazaban por detrás.
"Lo siento, no llores..." Vincent susurró en mi oído. Se notaba que estaba herido por lo que le acababa de decir. Sin embargo, por alguna razón, ya no le creía. Si en verdad se preocupaba por mí, ¿por qué simplemente no me ayudaba a escapar? "Suéltame", dije con firmeza, ignorando las lágrimas que rodaban por mis mejillas. Ya me estaba acostumbrando a llorar como un bebé cada vez que algo no salía como quería. Al fin y al cabo, eso era para lo único para lo que era buena, ¿no? "No quiero", Vincent respondió, apretando sus brazos con un suave gruñido. Intenté torcer mi cuerpo para escapar de sus brazos y cuando logré voltearme, lo empujé con todas mis fuerzas.
“Deja de hacer eso, Vincent, te lo ruego”, le recriminé. “Lo que estás haciendo es peor que cualquier otra cosa. Solo me das esperanza y actúas como si de verdad te importara, y lo único que haces es confundirme, una y otra vez. ¿Me vas a ayudar a escapar o no? Porque si en serio te preocuparas por mí y si quisieras disculparte de verdad, al menos me ayudarías en vez de disculparte por cada cosa que no puedes hacer porque Draven no te lo permite”. Por fin le estaba diciendo todo lo que sentía. Después de terminar, tuve que respirar hondo un par de veces, para calmar mis nervios. Aun así, la expresión de Vincent era indiferente. Tras mirarme por unos segundos, se acercó a mí e hizo lo impensable: agarró mi rostro y se inclinó para besarme. Sus suaves labios chocaron contra los míos y me quedé helada, tratando de procesar lo que estaba pasando. Tan pronto como se alejó, me aparté de él y lo miré, sorprendida. Sus ojos también estaban llenos de duda y asombro, como si no tuviera idea de lo que acababa de hacer. “Ad-Adriana, eso… no quise…” dijo, sin embargo, antes de que pudiera terminar de hablar, lo miré con tanta decepción que se quedó callado. La culpa era evidente en su rostro y, a pesar de que abrió la boca un par de veces para intentar explicarme lo que acababa de hacer, no pudo decir ni una sola palabra. “Todos son iguales”, repetí en voz baja y volví a correr hacia mi habitación. Apenas llegué, cerré la puerta y me sequé las lágrimas. No obstante, me quedé tiesa cuando vi a Dexter, quien estaba sentado muy tranquilo en mi cama, sonriéndome como siempre. “¿Qué estás haciendo aquí?” Pregunté, indignada. “¡Vete!” Estaba harta de todo y ya no soportaba estar en estas situaciones tan ridículas con estos seres que detestaba con toda mi alma. Lo único que había pasado esta noche era problema tras problema. “Maldita sea, no sabía que me odiabas tanto, cariño”, Dexter dijo en su tono sarcástico de siempre. Crucé los brazos sobre mi pecho y cerré la puerta con llave. "¿Qué estás haciendo aquí?" Pregunté de nuevo. Dexter solo chasqueó la lengua ante mi actitud y soltó su risa, profunda y oscura. “Estoy aquí para llevarte conmigo, cariño”, respondió. Me quedé atónita; no podía creer lo que acababa de escuchar. “Te llevaré lejos de todos estos monstruos”, agregó, guiñándome un ojo. Sus palabras hicieron que mi corazón diera un vuelco. ¿De verdad iba a ayudarme a escapar? “¿Cómo?” Pregunté y vi que abría la boca para decir algo, pero se congeló al ver el parche en mi cuello. Sus ojos se entrecerraron con sospecha. “Eso… ¿cómo te hiciste eso?” Dijo, su voz había cambiado por completo y ahora sonaba muy serio. Fruncí el ceño antes de entender qué me estaba preguntando. “Ah, esto”, dije, dejando escapar una risa nerviosa, tocándome el parche inconscientemente. “Draven se alimentó de…” antes de que pudiera terminar, alguien agarró mi cuello y me estrelló contra la pared más cercana, haciéndome gritar de dolor. “Deberías haber tenido más cuidado, cariño”, la voz de Dexter era fría y al abrir los ojos me encontré con su mirada penetrante. “De entre todos los vampiros, ¿por qué tuvo que ser él?” Preguntó en voz baja, como si estuviera hablando consigo mismo. Apretó sus manos, que seguían alrededor de mi cuello, haciendo que me ahogue con mi propia respiración. “Dex-Dexter, me estás asfixiando…” me quejé. Aun así, la expresión en su rostro siguió tan tranquila como siempre, pese a que sus ojos decían todo lo contrario. "Ahora estoy enojado".
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