Adriana
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"Suéltame", dije casi sin aliento. Cuando Dexter por fin me soltó, me caí al suelo, sentada. "¿Te has vuelto loco?" Le pregunté, indignada. Las lágrimas corrían incontrolablemente por mis mejillas y tosí un par de veces, intentando llenar mis pulmones con oxígeno. Cuando miré hacia arriba, me encontré con su mirada, fría y penetrante. "Oh, cariño", dijo con voz suave antes de inclinarse para rozar mi mejilla con la palma de su mano. Sus dedos, fríos como un témpano de hielo, me hicieron temblar de miedo.
"¿Crees que me pasé de la raya?" Preguntó en voz baja, abriendo la boca para revelar sus colmillos afilados. Mis ojos se abrieron de par en par, con miedo y confusión. ¿Entonces él también era un vampiro? Estaba rodeada de ellos. Al darme cuenta de la situación en la que estaba, empecé a sentir náuseas y perdí todas las esperanzas que tenía de huir de estos seres despreciables. "Dexter..." empecé a decir, apartando su mano de mi mejilla. Me quise parar, pero él me agarró de los hombros y me volvió a estrellar contra la pared, haciéndome jadear de dolor. Me aferré a sus manos, luchando por liberarme, sin embargo, él era mucho más fuerte que yo y no había nada que pudiera hacer.
"¿Por qué estás haciendo esto?" Pregunté, muerta de miedo. "¿Quién demonios eres?" Grité para pedir ayuda, pero Dexter me tapó la boca con su mano y puso su rostro tan cerca al mío que podía sentir su aliento contra mi nariz. "Pensé que ya sabías lo que era, amor", dijo en voz baja. Acercándose más a mi cuello. Me quedé helada al sentir que sus labios rozaban mi cuello, haciendo que soltara un gemido que no pude controlar.
"Supongo que no pudiste averiguarlo a tiempo", dijo, dándome algunos besos en el cuello. Sus dientes mordieron mi piel suavemente y me estremecí. Cuando intenté pararme de nuevo, sentí un brazo alrededor de mi cintura. "Suéltame, Dexter", me quejé. "¿Qué estás haciendo?" Agarré su camisa y mi corazón dio un vuelco al sentir sus colmillos rozar mi piel. Entonces él de verdad era un vampiro. Qué ingenua había sido.
Todo este tiempo él solo había estado pretendiendo ser humano. ¿Y para qué? ¿Qué era lo que quería de mí? "Saborearé cada parte de tu cuerpo esta noche, cariño", dijo, su voz estaba llena de lujuria. Me agarró más fuerte de la cintura y gemí ante sus caricias. Mi cuerpo se derrumbó al sentir su aliento tan cerca a mí. "Tu sangre huele tan bien que hace que cada hueso de mi cuerpo tiemble de emoción", dijo, excitado. Abrí la boca para gritar de nuevo, pero él me soltó y, repentinamente, se alejó de mí.
Antes de darme cuenta lo que estaba pasando, lo vi saltar por la ventana. Un segundo después escuché que alguien derribaba mi puerta y vi a Draven, parado en la entrada, examinando cada rincón de mi habitación con su mirada. Su rostro estaba contraído por el odio y la preocupación. "¿Dónde está el m*ldito?" Preguntó, furioso, apareciéndose frente a mí mientras yo me limpiaba las lágrimas con el dorso de la mano. Sacudí la cabeza, sin poder contestarle ni poder hacer nada más que seguir llorando. Mis lágrimas caían sin parar. ¿Cuánto más iba a llorar esta noche?
"Ya se fue", respondí, por fin, con voz entrecortada. Me atraganté con mis sollozos y lo vi enderezarse antes de dejar escapar un gruñido y golpear la pared que tenía más cerca. "Levántate", me ordenó, cogiéndome del brazo y ayudándome a pararme. Negué con la cabeza; no quería que me llevara con él. No quería estar con él ni un segundo más. Lo único que quería era irme a casa, con mis padres. "Deja de llorar, maldita sea", se quejó. Su voz era suave, pero firme. Me mordí el labio inferior y me sequé las lágrimas, y antes de que pudiera decir algo, Draven me cargó en sus brazos y me empecé a sentir un poco mareada por todo lo que había pasado. Estaba abrumada. Mis manos se aferraron a su camisa mientras me llevaba en brazos.
"¿Que te hizo?" Draven me preguntó, bajándome al suelo. Estábamos en un área que no conocía. "¿Dónde estamos?" Dije, mirando hacia la enorme piscina que estaba cerca de nosotros. Escuché que Draven resopló, frustrado, probablemente porque no había respondido a su pregunta. "Estamos en la terraza", dijo rechinando los dientes. "Ahora dime qué m*erda te hizo", repitió. Al escuchar la rabia en su voz, me sobresalté y empecé a temblar. "N-no tenía idea de que él era un..." empecé a decir, pese a que sabía que eso no era lo que quería escuchar. "¿Por qué eres tan densa, Adriana? ¿Qué creías que era? ¿Un humano?" Draven rugió, furioso. "¿Por qué crees que un humano se enfrentaría a mí de esa manera?" Dio un paso adelante y, por instinto, retrocedí y me quedé callada. Mi mente iba a mil por hora intentando asimilar todo lo que me estaba diciendo.
"No sabía", repetí en voz baja, bajando la mirada. "no tenía idea..." me volví a atragantar con mis lágrimas y Draven se quedó callado. Podía sentir sus penetrantes ojos enfocarse solo en mí y me puse muy nerviosa.
"Quítatelo", murmuró, tirando de mi vestido. Mis ojos se abrieron de par en par al escuchar esto. "¿Q-qué? ¿Por qué?" Pregunté, retrocediendo unos pasos más. Lo vi quitarse la camisa y revelar sus abdominales bien formados. Me sonrojé un poco antes de voltearme. Mi corazón latía muy fuerte contra mi pecho. "Solo quítatelo", repitió, impaciente. Caminó hacia mí y negué con la cabeza, aferrándome a mi vestido con fuerza.
"Te pregunté por qué quieres que me lo quite", dije, parpadeando un par de veces para que las lágrimas no cayeran. Estaba cansada de llorar. Sin embargo, Draven solo me miró con ojos entrecerrados y tomó mi mano para acercarme más hacia él. "Porque..." empezó a decir, fijando sus ojos fríos en los míos y haciendo que se me pusiera la piel de gallina. "Él te tocó con sus sucias manos y eso me está volviendo loco", agregó. "Así que solo quítate la ropa y métete a la piscina". Lo miré, sorprendida y me quedé en silencio. "¿Vas a entrar o tengo que obligarte?" Preguntó con impaciencia. De inmediato volví a negar con la cabeza y retrocedí unos pasos más. "Supongo que eso responde mi pregunta", dijo antes de acercarse a mí y cargarme en sus brazos una vez más, listo para lanzarme al agua.
"¡Espera!" Grité, clavando mis uñas en su hombro, por el miedo. Todo mi cuerpo estaba temblando. Al escuchar la urgencia en mi voz, Draven se detuvo en seco y se quedó mirándome. A pesar de que era obvio que estaba muerta de miedo, su rostro seguía indiferente. De todos modos, ¿qué esperaba de él? "No sé nadar..." confesé. Mi rostro estaba ardiendo por la vergüenza y el miedo, y me aferré más a su hombro. "Lo sé", dijo en voz baja y suave, agarrándome con las fuerza. Caminó hacia la piscina y se tiró al agua conmigo en brazos. Apenas sentí que estaba debajo del agua, intenté salir a la superficie para tomar aire, pero aunque movía mis brazos y mis piernas, no lograba moverme. De pronto, sentí que alguien me cogía de los brazos y me ayudaba.
“Nos quedaremos así por un tiempo”, Draven dijo. Me volví a aferrar a él con fuerza, por temor a ahogarme. Sus palabras me habían hecho enojar. ¿Por qué diablos tenía que hacer esto? Lo normal hubiera sido que me diera un baño, ¿no? "¿Qué te pasa?" Pregunté, indignada. Cuando me abrazó con más fuerza, haciendo que nuestros cuerpos estén pegados, jadeé por la sorpresa de tenerlo tan cerca de mí. "Si no cierras esa boquita linda que tienes, te voy a besar", me advirtió. Me quedé helada, sin poder decir ni una sola palabra más. Luego caminó hacia un lado de la piscina y se apoyó contra la pared, mi cuerpo seguía muy cerca al suyo.
Nos quedamos en silencio durante unos minutos y, ya que tenía temor a ahogarme, no podía moverme ni un poco. Después de un rato, mi cuerpo empezó a sentirse débil. "Descansa", Draven dijo, poniendo su mano en mi cabeza, para presionarla contra su pecho. Ante este gesto, mi cuerpo se quedó tieso. "La próxima vez no dejaré que se salga con la suya", dijo. Apreté mis labios en una línea delgada. ¿Qué demonios quería decir con eso? ¿En serio estaba preocupado por mí? "¿Qué pasó entre ustedes dos? ¿Por qué se odian? ¿Quién es?" Pregunté en voz baja, apartando mi cabeza de su pecho para mirarlo a los ojos. Lo vi mirarme y darse la vuelta. Sus manos soltaron mi cintura y me quedé como una tonta, esperando sus respuestas.
"No tienes por qué saberlo", dijo después de pensarlo un rato. Me estremecí ante sus palabras. "Solo quiero que te alejes de él", me ordenó. Me quedé en silencio por un momento mientras sentí una brisa fría revolotearme el cabello. Draven puso sus brazos alrededor de mi cintura una vez más, abrazándome. "¿Adriana?" Dijo con una voz tan tierna que me tomó por sorpresa. De inmediato, levanté la mirada y asentí con la cabeza. "Ya entendí", respondí, suspirando. De repente, Draven acercó su rostro al mío y se inclinó para besarme. Al instante, mi corazón empezó a latir muy rápido. Se apartó casi de inmediato y me quedé helada, mi mente se había quedado en blanco por lo que acababa de hacer. "Ten cuidado cuando yo no esté", agregó, sonaba muy preocupado y me tomó unos segundos darme cuenta de su preocupación era real. "No tienes que preocuparte tanto por mí, Draven", le aseguré con una risa nerviosa, esperando que cambiara de tema y se olvidara que me acababa de besar. Era obvio que no había sido nada; fue simplemente un beso. No habían sentimientos detrás de él, solo había sido un impulso del momento. "Sí", Draven dijo. "¿Sí, qué?" Pregunté, levantando una ceja. Decidí jugar un poco con él y lo vi estremecerse por mi pregunta.