Capítulo 29
1506palabras
2022-08-25 10:58
Adriana
"Era imposible que hubieras podido escapar, a menos que..." empecé a decir y me quedé helada al darme cuenta de lo que eso implicaba. No, no podía ser. Eso era impensable.
“¿A menos que qué?” Dexter preguntó. Era obvio que se estaba divirtiendo con mi confusión y mi sorpresa. Dejé escapar una risa débil antes de negar con la cabeza, no podía creer que eso fuera cierto. 

"Nada, eso es imposible..." no pude terminar de hablar, ya que Dexter dio un paso adelante y me quedé atónita. Estábamos demasiado cerca. Esto podía ser muy peligroso para mí. 
"No creo que ese sea el caso, amor", susurró muy cerca a mi oído. Me quedé tiesa en donde estaba parada y mi respiración se entrecortó. 
"¿Estás-estás diciendo que eres un..." dije, pero antes de que pudiera terminar, Dexter puso su dedo índice en mis labios, haciendo que me calle. Negó con la cabeza y sonrió con malicia. 
"Lo dejo para la próxima vez", anunció. Estaba a punto de decir algo, sin embargo, él se dio la vuelta y empezó a correr a toda prisa. 
"¡Espera!" Grité, pero fue en vano porque Dexter no se detuvo. Con un suspiro, dejé de apoyarme en el árbol y mis ojos se abrieron de par en par cuando me di cuenta que ya habían pasado diez minutos. ¿Qué demonios le pasaba a ese tipo? ¿Estaba planeando ayudarme o no?
Volví a la mansión lo más rápido que pude y abrí la puerta despacio, para que nadie note que había salido. Estaba enojada conmigo misma, puesto que los pocos minutos que había podido estar afuera los había desperdiciado con ese acosador que me ponía los pelos de punta. 

--------------------------------------------------------------------------------------------
"Gracias a Dios", dije con un suspiro al darme cuenta que no había nadie alrededor. Me apresuré a subir las escaleras, aprovechando que nadie me había visto, y cuando abrí la puerta de mi habitación, mis ojos se posaron en la figura familiar que estaba parada cerca de mi armario. Mi pulso se aceleró en un instante y todo mi cuerpo empezó a temblar al ver la expresión furiosa de Draven. 
"¡¿Dónde diablos has estado?!" Preguntó gritando y acercándose a mí a tal velocidad que solté un grito antes de reaccionar y retroceder hasta chocarme contra la puerta.
"S-solo salí a dar un paseo rápido", intenté explicarle. No obstante, eso hizo que Draven se enojara aún más.

"¡¿Quién diablos te dio permiso para salir?!" Exclamó, golpeando la puerta y poniendo sus manos a cada lado de mi cuello. 
"L-lo siento", dije con voz entrecortada, intentando hacer que los latidos de mi corazón se regularan.
“¡No quiero otra de tus malditas disculpas!" Draven siguió gritando, furioso. "Ya te lo advertí Adriana, ya me harté de tus jueguitos". Su voz era como un cuchillo afilado y estaba tan cerca que podía sentir su aliento soplando contra mis labios. Puse los brazos alrededor de mi cuerpo para no temblar más.
“Te prometo que no fue más que un paseo, nunca huiría de nuevo..." Le expliqué.
"Tal vez debería hacerle otra visita a tus padres", Draven me interrumpió con voz seria. Me estaba mirando con la frialdad de siempre, solo que ahora me hacía estremecer.
“¡No hice nada!" Negué con la cabeza, intentando hacerlo entrar en razón. "Solo quería dar un paseo, si hubiera sabido que..." Pese a que quería explicarle lo que había pasado, el nudo en la garganta no me dejó terminar. 
"Ya es muy tarde para eso, muñeca", Draven dijo. Ya no estaba gritando, ahora su voz era baja y hablaba con suavidad. Aun así, escucharlo usar ese tono me daba más miedo que verlo gritar. Me agarró por los hombros y me empujó a un lado para abrir la puerta. 
"¡Draven, detente, por favor!" Le supliqué para que no vaya donde mis padres de nuevo. "¡Lo siento mucho!" Grité, llorando mientras corría por los pasillos, detrás de él. Agarré una de sus manos con lágrimas en los ojos.
"Solo estás perdiendo el tiempo con tus disculpas", dijo, apartando mi mano. Estaba a punto de seguir su camino, cuando me puse delante de él y me aferré a su chaqueta de cuero.
"¡Haré lo que sea que me pidas!" Le imploré. "¡Por favor, no les hagas daño, Draven! Cualquier cosa menos eso", dije, las lágrimas no dejaban de rodar por mis mejillas. "No puedes hacer eso de nuevo, ¡nunca te lo perdonaría!” Grité, golpeando su pecho y, cuando agarró mis muñecas y me empujó hacia la pared, solté un gemido de dolor. Quería disculparme una vez más, pero vi que Draven me estaba mirando fijamente y mi respiración se entrecortó por el miedo. 
"¿Qué te hace pensar que me interesa si me perdonas o no, muñeca?" Preguntó rechinando los dientes y apretándome las muñecas con más fuerza. 
“¡Haré lo que sea que me pidas! Te lo prometo, Draven, por favor…" Rogué una vez más. No podía dejar que le hiciera daño a mis padres. 
"¿Lo que sea?" Preguntó en voz baja. Acercó su rostro hacia el mío y asentí con la cabeza. 
"Sí. Te lo prometo", le aseguré. Draven entrecerró los ojos, como si estuviera debatiendo si le estaba diciendo la verdad o no. De pronto, acercó sus labios a los míos y tuve que presionarlos, en caso me besara. 
"Bésame, muñeca", susurró. Sus labios rozaron los míos y mi boca se abrió al escuchar sus palabras. 
“¿Por qué? ¿Por qué querrías que yo...?" Empecé a preguntar, pero Draven me interrumpió.
"Porque sé cuánto odias besarme", dijo, besándome en la mejilla y moviéndose hacia mi oreja. Tenerlo tan cerca me hacía sentir que mi corazón se iba a salir por mi garganta y mi cuerpo se quedó helado. "Además, quiero que sepas cuánto me gusta verte así", agregó. Sus palabras eran tan despreciables como siempre y me estremecí cuando su aliento sopló mi oído. No pude evitar gemir. Sabía muy bien que Draven estaba disfrutando esto porque lo sentí sonreír ahora que su boca estaba en mi mandíbula. Al levantar la mirada, la tensión en su rostro se desvaneció y cambió a un gesto más serio. 
"Draven", dije, intentando convencerlo de que no le hiciera daño a mi familia.
"¿Quieres que te perdone o no?" Preguntó, soltándome y agarrando mi cintura para atraerme más a él. "Bésame", insistió, poniendo su rostro más cerca al mío. Me mordí el labio inferior y me limpié las lágrimas con el dorso de la mano. No había tiempo para pensar o idear un plan de escape. Sabía de lo que Draven era capaz, lo mejor que podía hacer era no hacerle preguntas ni cuestionar su autoridad. "Está bien, pero tienes que prometerme que..." 
"A la m*erda", me interrumpió antes de agarrar mis mejillas e inclinar mi cabeza para besarme. Sus labios cubrieron perfectamente los míos y su urgencia lo hizo presionarme aún más contra la pared. Agarré su camisa para intentar alejarlo, ya que no podía respirar, sin embargo, Draven me mordió el labio inferior y solté un gemido de dolor. Ahora que había abierto la boca, Draven aprovechó la oportunidad para deslizar su lengua dentro de mi boca y presionar su cuerpo contra el mío una vez más. Tuve que reunir todas mis fuerzas para no desmoronarme en el suelo. Aun así, Draven seguía disfrutando del beso cuando, de repente, escuché que alguien tosía un par de veces y empujé a Draven, frotándome los labios con la palma de mis labios, asqueada. Escuché a Draven gruñir de frustración y me volteé a ver a Finn, que ahora caminaba hacia nosotros con una pequeña sonrisa en el rostro. Me sonrojé de inmediato y me volteé para no verlo más. 
"¿Qué pasó?" Draven preguntó. Aproveché que estaba distraído para intentar salir de ahí, pero él puso su brazo alrededor de mi cintura, evitando que huyera. 
“Son los Armenius”, Finn respondió.
"¿Que pasa con ellos?" Draven preguntó. Finn se pasó una mano por su cabello castaño lacio y suspiró. El color de su rostro se desvaneció al instante. 
"Yo tampoco sé todos los detalles, pero parece que regresaron a nuestra ciudad en busca de algo", dijo, mirándome con sus ojos grises. "Buscando a alguien", agregó, mirando a Draven y luego de nuevo a mí. Parpadeó un par de veces con sospecha y confusión, y entrecerré los ojos, preguntándome qué era lo que me quería decir.
"Supongo que ya encontraron a esa persona", Draven agregó sin ninguna emoción en su voz. Finn asintió con la cabeza y se volteó de nuevo a mirarme, apoyándose contra la pared más cercana y cruzando los brazos sobre su pecho. Se veía muy serio.
“La están buscando”, respondió en voz baja y me apuntó con su dedo índice. Me quedé atónita, parpadeando un par de veces sin poder creer lo que estaba escuchando. Miré a Draven y vi que estaba frunciendo el ceño. Su expresión era muy seria y solemne. 
"N-no entiendo", dije casi en un susurro. 
“Te están buscando, Adriana”, Finn anunció con voz firme y dio un paso hacia mí.
"Ellos te quieren".