Adriana
"¡Suéltame!" Grité con la última pizca de coraje que me quedaba y lo empujé lejos de mí. Draven se puso de pie, su rostro seguía imperturbable pese a todo lo que acababa de hacer. Me sequé las lágrimas, mirándolo con odio.
"¿Ya te sientes mejor?" Preguntó en voz baja y al escuchar esto, me detuve a pensar por un momento. "Tu fiebre ya debería haber desaparecido", me aseguró. Luego caminó hacia el tocador y tomó un pañuelo para limpiarse la sangre de los labios. Mis ojos se abrieron de par en par y me llevé una mano a la frente para confirmar si lo que me estaba diciendo era verdad y, en efecto, la fiebre ya casi había desaparecido.
"¿Cómo lo lograste?" Pregunté, confundida. Me senté derecha en la cama con total comodidad, ahora que ya había recuperado mis energías. Para ser honesta, me sentía mucho mejor.
“Mi sangre te curó”, Draven respondió. Era obvio que estaba reprochando mi comportamiento de hace un rato. Al ver sus ojos, había furia en su mirada, así que me quedé en silencio un rato.
"Pensé que me convertiría en un..." dije cuando por fin volví a hablar, sin embargo, Draven me interrumpió.
"¿Un monstruo?" Dijo. Su voz era tan afilada como un cuchillo que se retorcía en mi pecho. Apreté los labios en una delgada línea sin saber qué decir para justificarme. "Como te dije, no funciona de esa manera", me explicó. "Solo puedes convertirte en vampiro si tienes mi consentimiento". Se quitó la camisa y me sonrojé un poco antes de voltearme para no ver su pecho desnudo.
“No sabía…” Traté de defenderme en voz baja y lo escuché murmurar algo para sí mismo antes de soltar un largo suspiro.
"Eso es porque no me diste la oportunidad de explicarte", dijo, molesto. Lo miré a los ojos, intentando que vea lo arrepentida que estaba. De todos modos, no era como si le hubiera pedido que me ayudara. Aun así, si no le agradecía, iba a terminar pareciendo una egoísta. Al fin y al cabo, él lo había hecho con las mejores intenciones, ¿no?
"Gracias, Dra..." empecé a decir, pero él me interrumpió una vez más.
"¡No!" Gritó, haciendo que suelte un grito ahogado cuando se apareció frente a la cama y agarró mis mejillas con fuerza.
"Te lo dije, muñeca, ya me cansé de ser tan bueno contigo", repitió las palabras que ya me había dicho y levantó mi rostro para que vea sus fríos ojos azules.
"Pero yo..." insistí. No obstante, Draven gruñó y cerré la boca de inmediato antes de que me soltara.
"Prepárate para la fiesta de mañana", anunció mientras caminaba hacia la puerta, poniendo su camisa encima de su hombro. Supuse que se la había tenido que quitar porque estaba manchada de sangre.
"¿Que fiesta?" Pregunté antes de que saliera de la habitación. Cuando se volteó a mirarme, tenía una expresión que no podía descifrar.
"Averígualo por ti misma", respondió, impaciente. Luego se fue, dejándome confundida.
Cuando dieron las doce de la noche, me puse unos jeans rasgados con un top corto negro de manga larga y salí de mi habitación a toda prisa para encontrarme con Vincent. Bajé las escaleras prácticamente corriendo y, al instante, mis ojos detectaron a Vincent, que me estaba esperando cerca de la puerta principal. Tan pronto como me vio, su rostro se distorsionó por la preocupación.
“Adriana, él no está aquí", dijo con urgencia. "No creo que sea seguro que salgas en este momento". Se estaba arrepintiendo de lo que me había dicho más temprano. Negué con la cabeza, acercándome a él para convencerlo una vez más.
"¿Quién no está aquí?" Pregunté, fingiendo que no sabía de qué me hablaba. "De todos modos, me lo prometiste, Vincent", le recordé. "He estado ansiosa toda la noche, esperando que den las doce". Puse mis manos en mis caderas, sintiéndome sumamente frustrada. Vincent se revolvió en cabello; estaba nervioso.
“Creo que Draven salió, no pude encontrarlo por ninguna parte", dijo en voz baja. "¿Qué pasa si sales y te encuentras con él?" Se veía muy ansioso. "¿Estás planeando huir de nuevo? Porque ya sabes que eso es imposible..."
“No pienso huir, Vincent", lo interrumpí. "Solo quiero tomar un poco de aire fresco, eso es todo. Estar en la mansión, encerrada todo el día, me pone los pelos de punta". Aparté el cabello de mi cara con impaciencia. Frente a mí, Vincent me miraba, nervioso y soltaba un largo suspiro.
“Por favor, Vincent, solo será un pequeño paseo, te lo prometo", insistí. "He estado encerrada aquí durante dos semanas. Siento que me estoy volviendo loca", dije, con la esperanza de que sintiera lástima por mí y me dejara salir. Para mi suerte, Vincent era muy ingenuo y se terminó creyendo mi pequeño acto.
"Está bien", aceptó después de soltar otro suspiro. "Pero si te pasa algo..."
"¡Vincent!" Grité, interrumpiéndolo. Estaba demasiado impaciente y sentía que estábamos perdiendo el tiempo aquí. Al mirarlo, vi que algo pasaba por sus ojos, sin embargo, desapareció apenas lo noté.
"Te doy diez minutos", dijo, por fin. "Y ten mucho cuidado". Sonrió débilmente. Luego paso junto a mí y abrió la puerta. "Todos están en el comedor. Pronto será hora de comer, así que los distraeré todo el tiempo que pueda", agregó en voz baja. Asentí con la cabeza y salí corriendo de la mansión, sintiendo una brisa fría correr cuando salí al jardín.
¿Qué debía hacer? ¿Dar un paseo rápido o visitar a mis padres? Mientras pasaba por la entrada, noté que había algunas personas alrededor y me estremecí cuando me vi rodeada de oscuridad.
Tal vez esto no fue una buena idea después de todo. Miré la luna llena y puse mis brazos alrededor de mi cuerpo. Debí haberme puesto algo más abrigador.
"Qué bueno encontrarte aquí, cariño", escuché una voz familiar decir. Volteé, sorprendida, y me encontré con Dexter. Sus ojos azules me miraban sin parpadear y tuve que retroceder varios pasos para mantener cierta distancia entre nosotros.
"¿Qué estás haciendo aquí, Dexter?" Dije en voz alta y, de inmediato, miré a mi alrededor, para ver si alguien nos había visto juntos.
"¿Por qué siempre estás tan nerviosa?" Preguntó en tono de broma, deslizando su mano dentro de la sudadera con capucha que siempre usaba y caminando hacia mí. Retrocedí otro paso más.
"¡Porque no confío en ti!" Grité, entrecerrando los ojos.
Al escuchar esto, empezó a reírse y rascarse un lado de la mandíbula. “¿Ah, sí?" Preguntó en un tono sarcástico. Me quedé callada un rato, pensando si quedarme a conversar con él sería una buena manera de usar el tiempo que me había dado Vincent. "Primero, respira hondo", dijo entre risas, dando otro paso hacia mí. Estaba a punto de retroceder cuando tomó mi rostro entre sus manos y lo levantó para mirarme fijamente a los ojos.
"Suéltame", exclamé.
“Respira, no te voy a lastimar", Dexter dijo en voz baja, con una sonrisa. "Tienes mi palabra". No pude evitar estremecerme al sentir sus manos sobre mí.
"No te tengo miedo, Dexter", dije tratando de sonar confiada. No obstante, estaba temblando por dentro. "Solo quiero algunas respuestas". Aparté sus manos y Dexter levantó una ceja mientras caminaba hacia el enorme roble, donde nos habíamos conocido, para apoyarse contra él.
"¿Qué quieres saber?" Preguntó, inclinando la cabeza hacia un lado. Me acerqué a él, tratando de mantener distancia entre nosotros. No quería estar tan cerca de él, puesto que sabía que era alguien en quien no podía confiar.
"¿Quién eres y qué tienes en contra de los vampiros?" Dije. "¿Por qué me diste esa pulsera? ¿Cómo nos encontramos esa noche? ¿Por qué sigues acosándome?" De repente le empecé a soltar todas las preguntas que habían estado rondando por mi cabeza sin darle tiempo a responder. Aun así, Dexter me escuchó y solo asintió con la cabeza a cada una de mis preguntas. Su rostro se mantuvo inexpresivo durante todo el interrogatorio.
“Ya te dije mi nombre", me respondió. "Te di ese brazalete porque quería protegerte. Esa noche te seguí y nos encontramos cerca de tu carpa. Ya estabas borracha cuando te vi". Al final, estaba respondiendo a cada una de mis preguntas. Lo escuché, cruzando los brazos sobre mi pecho y entrecerrando los ojos.
“¿Dónde estaban todos cuando me diste ese brazalete?" Pregunté. "¿Por qué no te vieron?" Había algo que no cuadraba en su historia y me sentía un poco impaciente, ya que pronto tendría que regresar a la mansión. Estaba segura de que Vincent iba a tener un ataque de nervios si me demoraba más de la cuenta.
“No estaban cerca cuando te vi", dijo encogiéndose de hombros. "Soy muy cuidadoso, cariño", me aseguró, metiendo sus manos a los bolsillos para sacar otra pulsera. Cuando la vi, noté que era muy parecida a la que me había dado antes. La única diferencia era que esta tenía una piedra roja en el centro.
"Todavía no me dices qué tienes en contra de los vampiros", le recordé. "¿Por qué me estás ayudando, Dexter?" Puse los brazos alrededor mío, metiendo el brazalete dentro de mis pantalones. ¿Por qué hacía tanto frío?
“No tengo nada en contra de los vampiros, solo tengo algunos asuntos pendientes con Draven Cruz”, respondió con firmeza. Dejó de apoyarse contra el árbol para caminar hacia mí y, una vez más, retrocedí. Mi corazón se aceleró ante sus palabras.
"¿Por qué?" Pregunté con voz entrecortada. Estaba segura de que se estaba acercando a mí para intimidarme, y lo estaba logrando. Su mirada inexpresiva me ponía los pelos de punta y, de pronto, vi que una sonrisa se dibujaba en su rostro.
"Ah, no te puedo decir eso", dijo, rascándose la nuca. "¿Cómo me fue? ¿Ya me gané tu confianza?" Preguntó parpadeando un par de veces, como si estuviera esperando mi respuesta con ansias.
“Lo siento, pero tu historia no cuadra"; respondí, negando con la cabeza. "Los vampiros habrían sentido tu presencia. Los latidos de tu corazón te hubieran delatado esa noche", agregué. Lo vi estremecerse y dejar escapar un suspiro.
"Pues no eres tan tonta como pensé", dijo en voz baja, con malicia. Su voz había sido casi un suspiro, aun así, logré escucharlo fuerte y claro.
"¿Qué?" Pregunté, indignada y muerta de miedo. Su sola presencia me daba escalofríos. Retrocedí otro paso y él volvió a rascarse la nuca.
"¿Por qué no unes todas las piezas y resuelves este asunto por tu cuenta, cariño?" Dijo caminando hacia mí. Esta vez decidí no retroceder, a pesar de que estaba temblando de miedo y frío. "¿Cómo pude escapar si estaba rodeado de vampiros sedientos de sangre?" Preguntó, como si me estuviera tomando un examen. Lo miré, confundida. ¿Cómo se suponía que iba a saberlo?
"Eso es lo que te pregunté, así que dime de una vez", dije con firmeza, sin siquiera molestarme en ocultar la rabia de mi voz.
“Tic tac, tic tac, piensa rápido, amor", Dexter respondió. Indiferente a mi insistencia. De repente, señaló el reloj en su muñeca y suspiré, frustrada. Este tipo realmente estaba tratando de confundirme.