Adriana
"¡No te olvides quién me delató hoy y quién casi hace que me castiguen sin motivo!" Dije, empujando su pecho con mi dedo índice. Vincent soltó una risa nerviosa y luego desvió la mirada, fingiendo sentirse culpable. "Fuiste tú", declaré, rechinando los dientes y empujando su pecho con más fuerza.
“Está bien, Adriana", Vincent por fin dio su brazo a torcer. "Haremos un trato. A medianoche distraeré a Draven mientras tú sales a dar un paseo rápido". No pude evitar sonreír al oír esto. No obstante, Vincent se dio cuenta y frunció el ceño. "Dije un paseo rápido, Adriana", repitió, agarrando mi muñeca.
"Sí, papá", respondí como si estuviera aburrida de sus sermones. A mi lado, escuché a Vincent reírse de mi respuesta y dejé escapar un largo suspiro.
"¿Qué pasa?" Preguntó, notando que estaba agotada. Negué con la cabeza y le mostré una débil sonrisa.
"Solo estoy cansada", dije en voz baja, tratando de ignorar el dolor que sentía en todo el cuerpo y que me había estado molestando toda la tarde. No quería darle tanta importancia, ya que lo más probable era que me sintiera débil porque no había estado comiendo bien ahora último.
"¿Estás segura?" Vincent preguntó, como si hubiera leído mi mente. Tocó mi frente con su mano y vi cómo sus ojos se abrían de par en par.
"¿Por qué no me dijiste que tenías fiebre?" Dijo en voz alta, preocupado. Entrecerré los ojos, apartando su mano y sintiéndome un poco incómoda de que se estuviera preocupando tanto por mí. Si bien ya estaba un poco acostumbrada a su compañía, eso no significaba que quería que me cuidara.
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"¿Tengo fiebre?" Pregunté, tocando mi frente y, en efecto, estaba ardiendo. No era de extrañarse que haya estado en cama todo el día. Por lo general me sentiría incómoda descansando durante el día y me hubiera levantado para caminar por la habitación o se me hubiera ocurrido algún plan tonto para escapar, que hubiera terminado fracasando.
"Iré a buscar alguna medicina para la fiebre", Vincent dijo frunciendo el ceño. "Tu fiebre es muy alta". Se paró para irse y agarré su muñeca antes de negar con la cabeza.
"No quiero..." empecé a decir, pero no pude terminar de hablar porque, de pronto, la puerta se abrió y tanto Vincent como yo nos volteamos para ver a Draven, que nos estaba mirando con sus penetrantes ojos.
"¿Qué estás haciendo aquí?" Le preguntó a Vincent, quien lo miró confundido. ¿Por qué de nuevo estaba enojado? ¿Acaso Vincent había hecho algo malo?
“Adriana tiene fiebre", Vincent respondió en voz baja. "Necesita medicina". Vi que la expresión rabiosa de Draven se desvanecía y se convertía en una más seria.
"Yo me encargaré de eso", dijo sin apartar los ojos de mi mano, que seguía sosteniendo la muñeca de Vincent. ¿Se había enojado porque estaba hablando con él?
"No es necesario, estoy bien..." empecé a asegurarles, pero Draven me interrumpió.
"¿Puedes quedarte callada, por favor, muñeca?" Preguntó. Me quedé mirándolo, sorprendida. ¿Qué demonios le pasaba? ¿Por qué su humor cambiaba tan rápido? ¿Qué había hecho para que me estuviera tratando de esa manera?
"En serio estoy bien, Draven..." empecé a decir de nuevo, sin embargo, él me interrumpió una vez más.
"Vete, yo me encargaré de esto", le dijo a Vincent, a quien vi asentir con duda antes de darme una última mirada y desaparecer de la habitación. Me senté en mi cama sin decir una palabra, secándome el sudor con el dorso de la mano.
"¿Comiste en mi ausencia?" Draven me preguntó. Negué con la cabeza sintiéndome muy nerviosa ahora que nos habíamos quedado a solas. Draven gruño, molesto, y caminó hacia mí mientras yo miraba a todos lados menos a él.
"¿Por qué no comiste?" Volvió a preguntar, indignado. "¿Ahora también tengo que obligarte a comer? ¿Eso es lo que quieres?" Negué con la cabeza una vez más y Draven se quedó mirándome, furioso, por un momento hasta que por fin se sentó a mi lado, en la cama, suspirando. Cuando puso su mano en mi frente, me estremecí y tragué saliva.
"¿Por qué siempre eres tan descuidada?" Dijo en voz baja, frunciendo el ceño. Ya no se veía tan enojado, ahora solo se le notaba preocupado. Se arremangó y dejé escapar un pequeño suspiro de alivio. Desde que habían mencionado que tenía fiebre, me había empezado a sentir muy débil.
"No soy descuidada", me defendí. "Es solo que no pensé que me enfermaría..." Al verlo acercar su muñeca a su boca, me olvidé de lo que quería decir y me quedé boquiabierta al ver sus colmillos clavándose en su piel. De inmediato, la sangre empezó a fluir por su brazo, ensuciando todas las sábanas. Cuando acercó su muñeca a mi rostro, me alejé sin pensarlo. Mi corazón latía más rápido que nunca.
"Lámelo, te curará". Draven dijo, acercándose poco a poco más hacia mi y volví a negar con la cabeza.
"¡Eso me va a convertir en un vampiro!" Grité, alejándome más de él. Había empezado a temblar de miedo y no podía dejar de sudar.
"¡Así no es como funciona!" Draven anunció. "¡Deja de moverte!" Con un movimiento rápido, se acercó a mí y agarró mis muñecas.
"¡No, no!" Me rehusé. "¡No quiero convertirme en un vampiro!” Grité. Ante la idea de convertirme en un ser como ellos, las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas. Beber la sangre de un vampiro de sangre pura haría que me convierta en un vampiro, y Draven lo sabía mejor que nadie.
"¡Cálmate, c*rajo, estoy tratando de ayudarte!" Draven exclamó, poniendo mis muñecas por encima de mi cabeza y presionándolas contra la sábana usando solo una mano. Por desgracia, estaba demasiado débil para liberarme de su control, así que lo único que pude hacer fue quedarme quieta y reunir todas las fuerzas que me quedaban para patearlo. Aun así, Draven era demasiado fuerte y eso fue inútil. Se puso encima mío y, antes de que pudiera darme cuenta de lo que estaba pasando, mi cuerpo dejó de moverse y mi respiración se entrecortó por el miedo.
"M*ldita sea, muñeca, tienes que relajarte un poco", Draven dijo en voz baja, pero con firmeza. Negué con la cabeza de nuevo mientras él acercaba su rostro más cerca del mío. Su aliento cálido, que olía a menta, soplaba contra mis labios.
"Bebe, no te hará daño", me aseguró con voz suave. Sin embargo, seguí negándome, en señal de protesta. Él no podía tratarme de esta forma, mucho menos ahora que estaba enferma. Además, no creía que beber su sangre no me haría daño. Estaba segura que estaba mintiendo. De pronto, acercó su muñeca a mis labios y gemí al sentir que la sangre goteaba por mis mejillas. Apreté los labios con fuerza, para evitar que la sangre entrara a mi boca.
"¡Estoy tratando de ayudarte, Adriana!" Draven gritó, apretando más mis muñecas. Tragué el nudo que tenía en la garganta.
"Por favor", supliqué en voz baja, fijando mis ojos en los suyos. "No quiero convertirme en un monstruo". Dije con voz entrecortada. Vi que los ojos de Draven se abrieron de par en par ante mis palabras.
"Ya me cansé de ser tan bueno contigo", murmuró, alejando su muñeca repentinamente y poniéndola en sus labios para chupar su propia sangre.
"¿Q-qué vas a...?" Quise preguntar, pero no me dejó terminar, ya que se volvió a acercar a mí y me besó en los labios. Abrí la boca para rogarle que se detenga mientras sentía que mi corazón latía muy rápido en mi pecho. En lugar de escuchar mis súplicas, Draven aprovechó la oportunidad para deslizar su lengua dentro de mi boca mientras me soltaba las muñecas para agarrar mi rostro y levantarlo bruscamente. Pese a que traté de apartarlo de mí, él era mucho más fuerte, así que solo me quedé tensa y empecé a sentir que un líquido tibio se deslizaba por mi garganta. Casi me hace vomitar.
Empecé a llorar de la impotencia. No quería convertirme en un vampiro.