Capítulo 11
1073palabras
2022-08-25 09:27
Adriana
"Déjame en paz", dije, respirando entrecortadamente antes de enterrar mi rostro en su pecho sin darme cuenta. Vincent se quedó en silencio y me llevó hasta mi habitación. Luego abrió la puerta y me sentó en la cama con cuidado, apretando mis hombros suavemente. ¿Dónde estaba su poder de súper velocidad cuando la necesitaba? O tal vez solo estaba tratando de actuar como si fuera un chico bueno, con la esperanza de que su pequeña actuación hiciera que me enamorara de él. "Descansa", dijo en voz baja. "Y llámame si necesitas algo". A pesar de que sonaba preocupado por mí, decidí ignorarlo y, ante mi silencio, abrió las sábanas y me acostó en la cama mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas. Odiaba ser tan llorona. Si una persona normal estuviera en mi posición, estaría furiosa en este momento, pero aquí me tienen, quebrándome y llorando de nuevo. ¿Y qué podía hacer? Si me sentía muy impotente, débil y vulnerable. "¿Me escuchaste?" Escuché a Vincent preguntarme. Sus dedos fríos rozaron mis mejillas, haciendo que un escalofrío recorra mi espalda. Cuando levanté la mirada, me encontré con sus ojos y, de inmediato, aparté su mano de mi rostro. Ni siquiera me había dado cuenta que se había sentado en la cama, a mi lado, y que me estaba mirando, y pese a que sabía que sabía que era imposible que él o que cualquier otro vampiro sintieran remordimiento, la culpa era evidente en sus ojos. "Estoy bien", respondí, aunque era obvio que estaba mintiendo. Aun así, Vincent no se paró para irse. "Me quedaré aquí hasta que te duermas", me dijo. Mi corazón empezó a latir a mil por hora. "Por favor, ya aprendí la lección..." empecé a decir, saltando de la cama y sentándome derecha. No obstante, Vincent negó con la cabeza. "No te voy a lastimar, no te preocupes", me aseguró. Me quedé mirándolo sin poder creer sus palabras. Quería creerle, pero después de lo que Draven acababa de hacer, era imposible que volviera a confiar en la palabra de un vampiro. “Por favor…” supliqué. Solo el hecho de pensar que terminaría haciéndome lo mismo que Draven hizo con mi mamá si me quedaba dormida, me hacía temblar. A pesar de mis súplicas, Vincent me volvió a pedir que descanse, mirándome con sus ojos azules, tan fríos como un témpano de hielo. Suspiré, derrotada, debí haber sabido que rogarle a un vampiro no me iba a llevar a ninguna parte, eso es algo que solo funcionaba con personas que todavía tienen un corazón que les late en el pecho. "Si quieres te puedo poner algunas canciones, para que te quedes dormida", dijo mientras me volvía a meter debajo de las sábanas con una ternura que no sabía si era real o si solo la estaba usando para convencerme. Me quedé callada, sin saber qué responder. "Por tu silencio, supongo no quieres escuchar nada", agregó con una sonrisa nerviosa. Me quedé en silencio un rato más, hasta que por fin le contesté. "Bebé llorón", dije en voz baja. Vincent me miró, confundido. "De Melanie Martínez", agregué. Vincent parpadeó un par de veces hasta que por fin se dio cuenta que no lo estaba llamando bebé llorón, sino que ese era el nombre de la canción. Lo vi sacar su teléfono y de pronto, empezó a sonar. 'Pareces reemplazar tu cerebro con tu corazón. Te tomas las cosas tan en serio que luego te desmoronas. Intentas explicar lo que pasó, pero antes de que puedas empezar, esas lágrimas de bebé llorón salen de la oscuridad'. Cerré los ojos, concentrándome en lo relajada que me hacía sentir la canción e intentando ignorar la presencia de Vincent, que me ponía muy nerviosa. 'Te llaman bebé llorón, bebé llorón. Pero eso no te importa, bebé llorón, bebé llorón. Es por eso que te ríes, a pesar de que estás llorando'. De repente, un sollozo se escapó de mis labios antes de que mis párpados por fin se rindieran y me sumergiera en un sueño profundo. 
En un abrir y cerrar de ojos, pasaron tres días desde la vez que me metí en problemas y vi a Draven. Durante este período de tiempo, me aseguré de seguir todas las reglas al pie de la letra y de no llegar tarde a desayunar, almorzar o cenar. De hecho, ahora era la primera en levantarse todas las mañanas. Aprovechaba que no había nadie para comer rápido y volver a mi habitación antes de que alguien más se despierte. Por fortuna, no he vuelto a ver Draven desde el 'incidente'. Por otro lado, Edward me aseguró que mi madre estaba estable. Al principio no le creí, hasta que él mismo la llamó por teléfono y escuché la voz de mi mamá. Parecía molesta, como de costumbre, y colgó tan pronto respondió a mis preguntas. Ni siquiera se molestó en preguntarme cómo estaba ni decirme por qué mi padre no me llamaba. "¿Ya terminaste?" Escuché la voz de Raymond detrás de la puerta, pero no me molesté en responderle. En cambio, me quedé mirando fijamente el elegante vestido negro sin tirantes que me habían obligado a usar hoy. Respiré hondo, tratando de calmar mi ira. Hace una hora nos dijeron que nos vistiéramos y que nos reuniéramos con los chicos, en el primer piso. Al parecer, hoy era el día que se supone tenemos que dar un 'discurso' sobre la hospitalidad de los vampiros y otras tonterías delante de los humanos. En esencia, significa que tenemos que decir idioteces y hablar bien de los vampiros. De repente, escuché la voz de Edward. "Maldita sea, te ves tan sensual con ese vestido", dijo. 

Cuando volteé a verlo, vi que Raymond y Vincent estaban detrás de él. Los tres me miraban sorprendidos. "No les di permiso para entrar", dije, ignorando por completo su 'cumplido'. Para ser honesta, me siento más cómoda con estos tres que con los otros vampiros, ya que ninguno de ellos me ha lastimado ni ha intentado hacerlo. No es que me gusten ni mucho menos, lo que quiero decir es que son un poco mejores que el resto de imb*ciles que hay aquí. Me acerqué hacia ellos y forcé una sonrisa antes de que Vincent hablara. "Te ves muy hermosa", dijo y, en vez de responderle solo le sonreí. No me emocionaba el hecho de que ellos se hayan sentido tan cómodos a mi alrededor estos últimos tres días.