Capítulo 7
1388palabras
2022-08-23 11:18
El punto de vista de Adriana
"Ella es tímida", dijo Edward. Rápidamente aproveché la oportunidad para apartarme de él. "¿Hasta cuándo? ¡Si seguimos consintiendo su comportamiento, nuestra reputación se irá al c*rajo!”, espetó con fiereza. "Solo déjala en paz por ahora", murmuró otro chico, mientras yo me mordía el interior de las mejillas. "Ella nos dejará probarla tarde o temprano", dijo Danny, causando que se me pusiera la piel de gallina por todo el cuerpo. “O tal vez ya es hora de que nos respete”, dijo alguien antes de que Danny volviera a agarrar mis manos. "¡No! Por favor, ¡no!", grité tratando de liberarme de su agarre. Sin embargo, su fuerza superaba a la mía. Me sentí tan adolorida que no pude evitar gemir mientras luchaba por apartarlo. "¿Qué está pasando?", dijo Draven, provocando que todos se congelaran. Giré la cabeza y lo vi entrar en la habitación. Se paró frente a nosotros y dijo: “Esta niña de nuevo se está negando a complacernos. Ni siquiera podemos continuar con la reunión”, murmuró Danny mientras me liberaba de su agarre. Me quedé en silencio sintiendo que mi corazón latía con fuerza al ver que nuevamente estaba en las manos de Draven. "¿Qué ha hecho ahora?", preguntó en tono suave, pero estricto. Irene inmediatamente explicó cómo me negaba a sentarme con cualquier chico. La miré en silencio sin poder creer que ella estuviera defendiendo a los vampiros en lugar de sacar cara por su propia especie.
"Siéntate con quien tú quieras", dijo Draven sentándose en el sofá. Giré la cabeza y vi a Edward apuntando su dedo índice hacia su rostro mientras decía: "elígeme". Sin embargo, lo ignoré y, después de mirar a cada uno de ellos, respondí: “No quiero sentarme con nadie”. Con la finalidad de no despertar la furia de Draven, intenté decirlo en tono suave. Sin embargo, no funcionó en absoluto. "¡Solo siéntate! ¡No nos hagas perder más tiempo!”, espetó, pero ni siquiera le dirigí la mirada. "Oh, por el amor de Dios", murmuró ante mi silencio. De repente, dos grandes manos sujetaron mi cintura. Grité y aterricé en su regazo mientras me giraba para mirarlo. Él envolvió su brazo alrededor de mi cintura y me miró con fiereza. "Detente, me estás lastimando", dije rápidamente, tratando de apartar sus manos. Sin embargo, él apretó mi brazo con tanta fuerza que no pude evitar gemir de dolor. "No te resistas", susurró en mis oídos rechinando los dientes. Después de unos segundos de silencio, asentí sintiéndome débil e impotente. "Empiecen", ordenó. Todos asintieron y comenzaron la supuesta reunión de inmediato. Aproximadamente media hora después, comencé a sentir un malestar en el estómago. Mientras tanto, Draven seguía hablando sobre una reunión especial con los humanos. Me sorprendía el hecho de que no estuviera temblando. Al mismo tiempo, pensé: "Podría elegir a Edward o cualquier otro, excepto a...", de repente, sentí la mano de Draven descender desde mis manos hasta mis muslos antes de comenzar a hacer círculos sobre ellos con sus dedos. Mis pensamientos se paralizaron y mi respiración se entrecortó por el miedo. Lo miré, pero todavía estaba hablando con los otros chicos. "¿Acaso lo está haciendo sin querer?", pensé. Retrocedí incómodamente y estaba a punto de decir algo cuando noté que Ferra me miraba con enojo mientras decía: "estás muerta". No era de extrañar que las chicas estuvieran enojadas. Después de todo, era yo la que estaba sentada con Draven. “Entonces organizaremos una reunión y serán las nenas quienes emitan un discurso". "¿Ah?", murmuré interrumpiendo a Draven, quien se detuvo para mirarme y arrugó el entrecejo con molestia. "¿Qué?", murmuró. Bajé la mirada para descubrir que su mano derecha todavía estaba sobre mis muslos. Siguió mi mirada y se detuvo a mirar por unos segundos antes de quedarse en silencio. "¿Pasa algo? ¿Te sientes incómoda?", preguntó, apretando suavemente mi muslo. Inmediatamente intenté apartar su mano, pero la sostuvo firmemente, asegurándose de que no pudiera moverme. "¡Sí!", respondí en un tono ligeramente alto. Arrugó el entrecejo y susurró en mis oídos: “Si no quieres que muevan mis manos, te sugiero que te quedes quieta”. Con el rostro un poco sonrojado, me di la vuelta sintiendo incredulidad ante sus palabras. “La reunión será mañana o en el transcurso de esta semana. Esta noche salimos", dijo Draven. Todos asintieron y se prepararon para irse. Yo también me levanté, pero de repente, Draven me agarró del antebrazo y me detuvo. Se inclinó y me susurró en los oídos: "Te sugiero que no hagas nada imprudente hoy". Al sentir sus labios rozando mis lóbulos, me estremecí. Tal parece que él no tenía idea de que estaba planeando escapar esta noche. "No te preocupes", dije, esperando que me dejara ir. Sin embargo, comenzó a hablar: "Si te atreves a hacer algo estúpido, que no tengo ninguna duda de que lo harás, tarde o temprano". Sus palabras provocaron que mis nervios recorrieran por todas las venas de mi cuerpo. ¿Cómo podría no temer a un vampiro sediento de sangre, espeluznante y repugnante como él? ¡Era el ser más despreciable de la tierra! "Me aseguraré de que derrames lágrimas de sangre", culminó con seriedad. Tragué saliva disimuladamente y asentí. Tan pronto como me dejó libre, salí corriendo de la habitación a toda prisa, ignorando a algunos chicos y chicas gritando mi nombre mientras salía. Esa noche, caminé por la habitación mordiéndome la punta de las uñas mientras trataba de idear el plan perfecto. “Oh dios, ¿por qué le doy tantas vueltas? La única salida es a través de la ventana”, murmuré, girándome para mirar la ventana que ahora estaba abierta de par en par. Esta era mi segunda noche aquí, lo que significaba que debía dejar que al menos uno de los vampiros pruebe mi sangre antes de irme a dormir. "La cena está lista, ¿vas a bajar?", preguntó Vincent. Me di la vuelta y lo vi entrando en mi habitación. "¡Deberías haber tocado!", dije. Él levantó una ceja, dio un paso adelante y respondió: “Lo hice varias veces, pero no respondiste". Me sonrojé un poco, pero pronto me di la vuelta y contesté: "Bajaré pronto". Vincent asintió, tomó una respiración profunda y dijo: “Por cierto, mañana habrá una reunión con los humanos. Vas a dar un pequeño discurso sobre nuestra hospitalidad". La miré confundida, pero finalmente asentí, esperando que se fuera lo antes posible para terminar de idear el plan de escape. "Todos ya están abajo, excepto tú y Draven, así que asegúrate de bajar antes de que él llegue, ¿de acuerdo?", aconsejó, fijando sus ojos azul claro en mis ojos marrones. Después de que asentí, por fin salió de mi habitación. En este momento, una idea cruzó por mi cabeza: "Si todos están en el comedor, ¿significa que tengo una oportunidad de escapar? Sin perder más tiempo, salí de la habitación y bajé las escaleras en puntillas, rezando en silencio para que nadie me descubriera. "¡¿Qué estoy haciendo?!", algunos pensamientos de pánico invadieron mi mente, pero rápidamente me deshice de ellos. Miré alrededor de la mansión y, efectivamente, no había nadie, ni siquiera los mayordomos. “Es ahora o nunca, Adriana”, susurré. Caminé en puntillas hacia la puerta, agarré la manija y comencé a abrir la puerta cuando, de repente, escuché la voz de Edward: "¿Adriana? ¿Qué estás haciendo?". Sin previo aviso, abrí la puerta y comencé a correr hacia afuera. "¡Oye! ¡Adriana está huyendo!", gritó Edward provocando que mi corazón latiera a gran velocidad. Sin embargo, ya no tenía chance para dar marcha atrás, así que corrí por el césped empleando todas mis fuerzas. Afortunadamente, la puerta principal aún estaba abierta. "¡Gracias, Dios!", susurré. Justo cuando salí corriendo, mi rostro se encontró con el pecho de alguien. No pude evitar tropezarme y finalmente caí sentada. Levanté la vista y mi corazón se detuvo cuando vi a Draven parado frente a mí. No parecía estar sorprendido en absoluto. Era como si ya hubiera visto venir mi pequeño plan. Gruñó un par de veces y me levantó, pero yo aproveché para correr hacia el otro lado. Estaba tan aturdida que tontamente creí que vencería a un vampiro. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que Draven apareciera frente a mí. Retrocedí varios pasos, sintiendo que estaba perdiendo el aliento por tanto miedo. No obstante, traté de calmarme y pensar en una forma de escabullirme de él.