Capítulo 6
1271palabras
2022-08-23 11:18
El punto de vista de Adriana
"¿Te lo recuerdo?", preguntó con suavidad. De repente, me quitó el vaso, se dio la vuelta y lo arrojó hacia la pared más cercana, rompiéndolo al instante. A pesar de que sabía que una disculpa no era suficiente para un monstruo sin escrúpulos, dije con voz temblorosa: "Lo siento". Sin embargo, él continuó sacando a flote su veneno: "¿Quieres que te obligue a cortarte las venas y acabar con tu patética vida ahora mismo?". Mientras hablaba, agarró bruscamente mi muñeca y se acercó más. Sintiendo que mis órbitas iban a salir de mis ojos, me mordí el labio inferior para evitar temblar. Enseguida, sacudí la cabeza para que mi cabello se posara sobre mi cara y ocultara mis lágrimas. Al instante, percibí un brillo en sus ojos, pero desapareció en un dos por tres. Fue entonces cuando intenté decir algo, pero la voz de Tyrell me interrumpió. “No nos precipitemos, hermano. Todavía es su primer día. Además, ella se disculpó, así que de seguro ya aprendió la lección, ¿verdad, Adriana?", preguntó Tyrell. Por primera vez desde que entré en esta mansión, mis labios se curvaron y una sonrisa se formó en mi rostro. "Gracias", le dije. De repente, Draven dejó de mirar a su hermano y se volvió hacia mí mirándome con intensidad. "¡Sí, ya he aprendido la lección!", dije rápidamente. Draven me miró con frialdad, soltó mis manos y, tan pronto como retrocedió un paso, desapareció de la habitación. Suspiré y me sequé las lágrimas, sintiéndome demasiado desdichada. Todavía no entendía qué pecado cometí como para merecer un castigo tan funesto como este. "Deberías ir a descansar", sugirió Edward. Sin pensarlo dos veces, me di la vuelta y salí. No sabía exactamente a dónde iba, pero pasé por el pasillo y me encontré con la escalera de caracol. Normalmente, habría aprovechado esta oportunidad para escapar, pero ya había causado demasiados problemas esta noche, así que no lo hice. Subí corriendo las escaleras, giré a mi izquierda, caminé a horcajadas por el largo pasillo y finalmente llegué a mi habitación. Sintiendo que la ira me consumía, me dejé caer sobre la cama y apoyé mi cabeza en la suave almohada mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas. "¡Odio esto, prefiero la muerte antes que seguir aquí!", lloré cubriendo mi rostro antes de ahogar un grito. “No sé cómo, pero escaparé. ¡No me quedaré aquí ni aunque fuera mi única opción!”, me prometí, secándome las lágrimas y tragando otro sollozo. “Solo tengo que idear un buen plan”.
Al siguiente día...

Abrí los ojos de golpe, me senté erguida y recorrí la habitación con la mirada mientras intentaba recordar lo que sucedió anoche. "Sí, fui elegida", murmuré en silencio. Luego, apreté la almohada en mi rostro y, mientras me levantaba de la cama, me pregunté: "¿Me quedé dormida después?". Enseguida, me fui al baño, me tomé una ducha rápida, me dirigí al armario y escogí un vestido casual de verano blanco y rosa. Tan pronto como me lo puse, alguien llamó a la puerta. Antes de que yo lo autorice, las cuatro chicas entraron luciendo un impresionante conjunto con tacones a juego. "Baja a comer", ordenó Ferra. Asentí lentamente y me puse las zapatillas negras. "Julie, ve y diles que bajaremos pronto", dijo Ferra. Una de las chicas asintió y salió corriendo de la habitación. "¿Esto significa que Ferra es la jefa y que debemos obedecer todas sus órdenes?", pensé. No obstante, me limité a decir algo porque, al fin y al cabo, aunque ahora no nos llevábamos tan bien, estábamos juntas en esto, así que tarde o temprano nos necesitaríamos para sobrevivir.  "Te perdiste el evento de anoche", se burló Ferra. Después de atarme el cabello en una coleta, la miré confundida y pregunté: "¿Pasó algo después? Porque..", de repente, vi manchas de melocotón en el cuello de una chica y me detuve. Me sorprendí tanto que miré a cada una de ellas con incredulidad y tartamudeé: "Les... les permitieron...". Al instante, Irene se me acercó, tiró su pelo hacia un lado, se aclaró la garganta y dijo: "¡Sinvergüenza! Ellos nos estaban esperando anoche. Teníamos que darles la bienvenida como se merecen". Yo me acerqué a ella para tocar su cuello, pero inmediatamente frunció el ceño y retrocedió un paso para impedírmelo. Sintiéndome demasiado apenada, le pregunté: "¿Te duele? Me imagino que sí", afirmé en voz baja. De repente, las otras tres se burlaron antes de que Rihanna se acercara a mí. "No todo el mundo es una muñeca llorona como tú. Deja de sentir lástima por nosotras y preocúpate por ti", dijo mientras me empujaba los hombros provocando que tambaleara hacia atrás. "¿Qué sucede?", nos interrumpió una voz desconocida. "¡Vicent!", dijeron las tres chicas juntas. Levanté la vista y me encontré con su sonrisa. "Solo la estábamos invitando a desayunar", contestó Ferra. Aunque era mentira, me limité en refutar para no causar más problemas. Vicent asintió con la cabeza y yo desvié la mirada hacia el suelo, esperando que se retirara de mi habitación. Al mismo tiempo, algunas interrogantes recorrieron mi mente: "¿Soy la única que no permitió que bebieran mi sangre? ¿Y si soy la siguiente?". Justo cuando me iba a dar la vuelta, Irene me tomó de la mano y dijo con dulzura: "Vamos". Fingí una sonrisa y negué con la cabeza. "Vamos, amiga. Poco a poco te acostumbrarás, pero debes poner de tu parte", agregó, mientras sujetaba mi muñeca con tanta fuerza que sentí dolor. Estaba a punto de apartarla, pero ella me arrastró fuera de la habitación. "¿Por qué no apareciste anoche?", preguntó Vicent. Irene y yo nos detuvimos en el pasillo y lo miramos. "Me quedé dormida", respondí nerviosa. Él asintió con una cálida sonrisa y por fin me sentí un poco mejor. Al parecer, este tipo no era tan malo como los demás. "Ve a comer", dijo Vicent sonriendo. Tan pronto como iba a responder, Irene me arrastró de nuevo. Mientras las chicas me llevaban al comedor, vi a Edward y Raymond sentados en un sofá charlando y riendo junto a otros vampiros. "¡Por fin llegaste! ¡Come!", dijo Edward señalando una pequeña mesa de café llena de magdalenas y pasteles. Con rostro serio y silencioso, me mantuve firme en mi posición. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que una mano me arrastrara hacia el sofá. "No, no tengo hambre", dije apartando la mano. Vicent me miró, suspiró y dijo: "Entiendo tu incomodidad, pero al menos intenta comer algo". Negué con la cabeza, miré a las chicas y finalmente a los hombres. Fue entonces cuando noté que Draven había desaparecido y me sentí aliviada. ¡Solo Dios sabía cuánto temía a ese monstruo! "Come algo", insistió Vicent. Lo miré y corrí hacia la mesa para comer una magdalena de chocolate. Después de dar un mordisco, retrocedí unos pasos para asegurarme de mantener una distancia considerable entre los vampiros y yo. Mientras algunos se reían por mi comportamiento, otros parecían estar disgustados. "Vas bien, nena. Ahora, mira esto", dijo Ferra. Enseguida, se acercó a un chico y se sentó en su regazo, seguida de las otras chicas. Normalmente, habría sentido asco, pero en realidad no pude evitar preocuparme. ¿Qué pasa si nuevamente deciden alimentarse de ellas? "¿Ya ves que no es tan malo como parece? Ven y compruébalo", dijo Edward. Sin pensarlo dos veces, negué con la cabeza. "¿Alguien pidió tu aprobación?", dijo otro chico antes de que se abalanzara sobre mí. Me tomó de las manos y me empujó hacia él, provocando que un escalofrío invadiera mi espalda. Dejé caer la magdalena e inmediatamente traté de apartarlo. "Danny, ten cuidado".