Me sequé las lágrimas y dije con frialdad, —¡puedo soportar que me humilló pero también insultó a mi madre! ¿Por qué no habría de tener el derecho de golpearla?
Ethan estaba furioso. —Tu madre está muerta. No tienes que defender a una persona muerta. ¡Solo estás tratando de meterme en problemas!
Respiré hondo y dije con indiferencia y sarcasmo, —sí, mi madre está muerta, pero en mi corazón, tú también estás muerto desde hace cuatro años.
Hace cuatro años, cuando él y Madison obligaron a mi madre a saltar de un edificio. En ese momento, ¡él ya estaba muerto para mí!
Cuatro años después, Ethan se arrodilló frente a mí y me rogó por el Grupo Clinton. En aquel entonces, pensé que estaba realmente arrepentido y le di todo el dinero que recibí de Jayden después del divorcio.
Como resultado, se puso en contacto con un extranjero y casi consigue que abusen de mí.
Lo mejor era no tener ese tipo de padre.
—¡Ingrata! ¡Vete de aquí! ¡Ya no eres mi hija! —gritó con las venas saltando de su frente.
—Sr. Clinton, está equivocado. De ahora en adelante, usted ya no será mi padre —le dije en forma de burla.
En cuanto terminé de hablar, me di la vuelta para poder salir de la oficina. Cuando estaba a punto de caminar hacia la salida, un objeto duro golpeó mi columna acompañado de un grito de Ethan, —¡fuera de aquí!
Fuera de aquí...
En mi cabeza, esa no era la primera vez que me decía ese tipo de cosas.
Soporté el dolor en mi espalda y seguí caminando con pasos pesados. Todo era como una escena, de esas que se ven en las telenovelas, ya que los malos momentos siempre se encuentran con un clima tormentoso y lluvioso.
Pensé que no me sentiría triste, pero no logré distinguir si lo que estaba en mi rostro eran lágrimas o la lluvia.
A decir verdad, aún deseaba el amor de un padre que no tenía en mi corazón.
A los ojos de la gente, era algo fácil de tener pero para mí, aunque rogara, no podría tenerlo.
En cuanto salí del área de la casa no pude encontrar un taxi, así que tuve que ir a la estación de autobuses.
Un Audi blanco se detuvo a mi lado. Brandon, a quien no había visto en muchos días, se bajó del coche con una sombrilla. Se acercó hacia mí un poco nervioso, —está lloviendo mucho. ¿Por qué no te refugiaste de la lluvia?
—No me di cuenta. Solo quería llegar a casa lo más pronto posible.
Después de abrir la puerta, me dejó subir al coche y él lo rodeó para sentarse en el asiento del conductor. Sacó una toalla de una caja y me la puso en la cabeza ayudándome a secar mi cabello con suavidad. Entonces, dijo con una voz tierna, —tontita, ¿qué fue lo que pasó?
Tal vez nadie había sido tan amable conmigo como él lo era; sin embargo, yo estaba un poco distraída.
Al regresar a mis cinco sentidos, lo detuve, agarré la toalla y me empecé a secar mi cabello. —Nada.
Se me quedó viendo con una mirada cálida, era obvio que no me creía, así que preguntó, —¿en serio?
Podía ser que su preocupación fuera auténtica o yo estaba muy deprimida que le dije lo que Ethan y Susan me habían hecho.
Hizo una expresión de enojo y sin importarle que se mojara, de repente, me tomó en sus brazos y dijo con cierta culpa. —Todo es mi culpa. Si no hubiera estado tan ocupado en los últimos días, Sophia no me hubiera representado en la fiesta de bienvenida, ni te habría dejado ir con ella. Es mi culpa por hacerte pasar esto.
Lo empujé con inquietud y fruncí los labios, —no es tu culpa. No tiene nada que ver contigo.
Me pellizcó la mejilla y dijo con seriedad, —Mia, espero que algún día estés dispuesta a compartir este dolor conmigo, en lugar de tener que soportarlo sola.
No supe qué hacer por un momento, tampoco supe qué decir.
Brandon no era la persona que esperaba pero me sentí conmovida al escucharlo decir eso.
Fue difícil para mí decir palabras tan directas; sin embargo, tenía que encontrar una oportunidad para dejárselo claro.
Cuando llegué a casa, me sentí un poco mareada que después de meterme a bañar, me fui directo a la cama para poder dormir.
El teléfono de la mesita sonó con desesperación, así que extendí la mano como pude en busca del aparato y lo único que conseguí fue que se cayera.
Después de mucho tiempo, sentí una palma fría en la frente y como me metían una pastilla en la boca. Al principio me resistí un poco, pero escuché la voz que esperaba desde el fondo de mi corazón, era como si estuvieran persuadiendo a un niño. —Mia, debes tomar la medicina. Tienes fiebre.
Me tomé la medicina sin problema y me volví a dormir.
Al día siguiente, cuando me desperté, abrí los ojos y vi un par de ojos tan oscuros como la tinta. Abrí la boca de la sorpresa, también sentí que mi garganta estaba adolorida como si estuviera ardiendo, —¿por qué estás en mi casa?
Jayden estaba recostado a mi lado y me tocó la frente. —Te llamé anoche pero no respondiste y cuando llegué aquí, me di cuenta que tenías fiebre.
Me costaba trabajo recordar que alguien me había dado medicina y mi cuerpo estaba un poco incómodo. Él no me mintió.
Al pensar que Jayden me había cuidado toda la noche, sentí como si a mi corazón lo hubieran tocado con una suave pluma. Entonces, empezaron a surgir emociones indescriptibles.
Sin embargo, seguía siendo un poco extraño. Me senté y dije, —entonces, entonces, ¿cómo entraste?
—¿No recuerdas que me abriste la puerta?
Negué con la cabeza porque no recordaba nada.
Al ver su tranquilidad, me daba la impresión que no me estaba mintiendo, así que dejé de pensar en eso.
Además, si no hubiera venido, cabía la posibilidad de pasar toda la noche con fiebre y hoy me despertaría sintiendome muy mal.
Bajé la mirada y dije en voz baja, —gracias.
De repente tomó mi mano y dijo en voz baja, —Mia, vamos a estar juntos otra vez, ¿de acuerdo?
Sentí como si mi corazón hubiera estallado en mil pedazos, latía con tanta fuerza que no podía controlarlo.
¿Que vamos a estar juntos otra vez?
Esas palabras se repetían de manera automática en mi cabeza y en mis oídos. Por un momento, casi pierdo la cabeza que me hizo pensar que aún me gustaba.
Afortunadamente, recuperé el sentido muy rápido. En cuatro años de matrimonio, él fue muy indiferente y distante conmigo. ¿Por qué ahora tomaba esa decisión y después del divorcio?
¿Todo se debía a que no lo traté como antes y ya no estaba bajo su control?
Por lo tanto, lo que dijo no tenía nada que ver con sus sentimientos, lo único que quería era ser posesivo.
Me enfoqué en controlar mis emociones e hice todo lo posible por mantener la calma. —Señor Christian, su broma no tiene ninguna gracia.
—No estoy bromeando. Después del divorcio, sigo sin acostumbrarme a todo eso. Siempre siento que falta algo en mi familia y en mi vida—. Se me quedó viendo con una mirada penetrante.
La respuesta a todo era que simplemente no estaba acostumbrado.
No pude evitar sentir un poco de amargura en mi corazón, así que solo Sonreí y dije, —eso es normal. Me atrevo a decir que hasta una mascota que desaparece de tu lado en un instante puede llegar a ser extraño y no acostumbrarte. Solo necesitas tiempo.
Su rostro no mostraba expresión alguna y su tono de voz era frío. —¿No sientes nada por mí?
Apreté mis puños porque no me atreví a verlo a los ojos e hice lo mejor que pude para suprimir el temblor en mi voz, —se fue hace mucho tiempo.