Adriana
Me senté junto a Vincent, luchando por hacer que mi respiración volviera a la normalidad y que mi corazón dejara de latir tan rápido. Apenas llegamos al primer piso, Vincent se aclaró la garganta. "Está muy oscuro aquí", dije mirando alrededor y suspiré aliviada cuando noté una tenue luz sobre nosotros.
"¿Por qué no estás durmiendo?" Vincent preguntó, dándose la vuelta y mirándome con ojos serios. “No estás a salvo aquí”, agregó. Al escuchar esto, me senté en el último escalón y suspiré. “No puedo dormir”, respondí con impotencia. “No sé por qué”. Vincent se sentó a mi lado y sus ojos azules brillaban en la oscuridad. Hice todo lo posible por evitar mirarlo a los ojos, ya que me ponía muy nerviosa tenerlo tan cerca. “¿Puedo preguntarte algo?” Dije después de un rato. Por el rabillo del ojo, vi que Vincent asentía con la cabeza. “Claro”, respondió. “¿Por qué todo el mundo le tiene tanto miedo a Draven?” Dije tras reunir el coraje para hacer la pregunta que siempre había querido hacer. Vincent se rio suavemente y metió la mano en su bolsillo para sacar algo. “Él no es tan peligroso como algunas personas creen”, respondió, sacando una pequeña jeringa llena de un líquido rojo oscuro. Lo miré con sorpresa ante su respuesta. “Pero él prefiere que la gente piense que lo es”, agregó, arremangándose. Estaba a punto de decir algo, cuando lo vi clavar la jeringa en su piel, haciéndome soltar un grito ahogado.
"¿Qué estás haciendo?" Pregunté, atónita. Pese a que quería salir corriendo de ahí, no podía moverme porque sentía que mis pies estaban pegados al suelo. A mi lado, Vincent se inyectó el líquido rojo antes de retirar la aguja de su brazo. “Sangre”, dijo en voz baja con una sonrisa. Me quedé mirándolo fijamente, segura de que tenía una expresión llena de confusión en el rostro. “De esta manera ya no tengo que alimentarme de los humanos”, confesó. Mis ojos se abrieron de par en par. ¿Un vampiro inyectándose sangre en vez de alimentarse de humanos? No podía estar hablando en serio.
"¿Cómo?" Pregunté, asombrada y confundida. "Pensé que los vampiros eran fuertes, ¿cómo es que la aguja puede penetrar tu piel?"
Vincent resopló y me sonrió. “La inyección está mezclada con verbena”, me explicó, bajándose las mangas. Asentí con la cabeza, tratando de procesar lo que me acababa de decir. “Ah, ya veo”, dije, frotándome las manos con nerviosismo, por lo siguiente que iba a preguntar. “¿Draven ha matado a alguien alguna vez?” Dije en voz baja, como si no quisiera que nadie más me escuchara, a pesar de que no había nadie más aquí, con nosotros. Vincent se rascó la nuca, probablemente pensando cómo contestar, y mi corazón dio un vuelco. “Ha estado a punto de hacerlo”, respondió después de un rato. Mis manos empezaron a temblar. Ahora que sabía lo que Draven era capaz de hacer, tenía que trazarme una nueva regla y no volver a molestarlo. "Él solo recurre a la violencia si es algo que nos involucra a nosotros", Vincent siguió explicando. No obstante, estaba muerta de miedo y no quería volver a estar cerca de Draven nunca más. “Solo lo hizo para defenderse y para protegernos”, agregó. Sentí mi corazón latir a mil por hora mientras fijaba mi mirada en el suelo. Entonces, ¿por qué Draven me trataba tan mal? “Él me odia, ¿no?” Pregunté en un susurro. De pronto, escuché que Vincent se reía a carcajadas y vi que sacudía la cabeza, como si lo que acababa de decir le hubiera causado mucha gracia. “No te has estado comportando muy bien últimamente”, dijo entre risas. “¿Qué esperabas?” “No vine aquí por mi propia voluntad, Vincent”, le recordé con voz seria. “¿Qué hubieras hecho tú en mi lugar?” Vi que dejó de reírse al escuchar mis palabras. “Pues no creo que hubiera sobrevivido para contarlo”, respondió en un tono frío. Su sonrisa había desaparecido por completo. “No quieres escucharme porque sabes que tengo razón”, dije antes de alejarme. “Ninguna persona en su sano juicio estaría de acuerdo con esto”. Hice una mueca y Vincent se quedó mirándome por un rato. Luego estiró la mano para pellizcar mi mejilla.
“Lo siento”, dijo, sonriendo. Aun así, de alguna manera me di cuenta que estaba mintiendo. Su sonrisa era forzada, falsa, no era una sonrisa de verdad; era cualquier cosa menos una sonrisa sincera. “Acerca de Draven…” empecé a decir, sin embargo, Vincent me interrumpió. “No lo molestes más”, anunció. “Es lo único que te puedo decir”. Tras esto, se puso de pie y tuve que levantar la mirada para verlo. “Él no dudará en matarte, si quiere”, agregó antes de irse. Pese a que estaba a punto de seguirlo para bombardearlo con más preguntas, él desapareció de mi vista. “¡Vincent!” Grité su nombre, pero al darme cuenta que se había ido, me rendí. Decidí regresar a mi habitación con el corazón palpitante cuando escuché a Rihanna gritar. Su voz hizo eco en la mansión e hizo que me quede helada en la escalera, sintiendo que mi corazón se me iba a salir del pecho. Decidí ignorarla y seguir mi camino en busca de algo qué comer. De repente, escuché otro grito de dolor que interrumpió mis pensamientos y me aceleró el corazón. Sin poder pensar con claridad, corrí hacia el comedor, hacia donde creía que venían los gritos.
Tan pronto como entré, me quedé boquiabierta al ver a Draven clavando sus colmillos en el cuello de Rihanna, que gritaba de dolor. El color se había desvanecido de su rostro por completo mientras Draven seguía chupando su sangre. “Me duele…” Rihanna se quejó. Escuché que se ahogaba y quería huir de ese lugar, sin embargo, una vez más, mis pies parecían haberse quedado pegados al suelo. “Detente…” supliqué en voz baja y vi que Draven se detenía para buscar mis ojos. Cuando los encontró, nos quedamos mirándonos por unos segundos hasta que lo vi agarrar los hombros de Rihanna con más fuerza. “Draven…” la voz de Rihanna era casi inaudible y vi que su piel se ponía cada vez más pálida. Corrí hacia donde estaban y aparté las manos de Draven del cuerpo de Rihanna, quien cayó al suelo con un fuerte sonido. Estaba a punto de gritarle a Draven y recriminarle por lo que estaba haciendo, cuando sus dos grandes manos agarraron mis hombros con fuerza. Antes de que pudiera darme cuenta lo que estaba pasando, sentí mi espalda estrellarse contra la pared y grité de dolor. Al ver los ojos de Draven, noté que había toneladas de emociones intentando ocultarse detrás de su frialdad.
“Estabas a punto de matarla, así que yo…” empecé a explicarle por qué había hecho que se detenga, pero al ver que me miraba con odio, empecé a temblar. “¡¿Quién diablos te crees que eres?!” Draven gritó, furioso, poniendo su rostro tan cerca del mío que pude sentir su aliento, caliente y mentolado, contra mis labios. “¡Podías haberla matado!” Dije, intentando que entrara en razón. Aunque me sentía impotente y desesperada, sabía que tenía que defenderme y hacerle entender que había puesto a Rihanna en peligro. Aun así, también sabía que mi estallido de coraje no iba a durar porque las lágrimas ya empezaban a nublarme la vista. “¡¿Te parece que la he matado!?” Draven preguntó, soltando mis hombros y señalando en dirección hacia donde estaba Rihanna, quien se estaba levantando del suelo, poniendo una mano al costado de su cuello mientras la sangre empezaba a caer por su cuerpo y sobre su vestido. "La estabas lastimando…” dije. “Ella misma me pidió que lo hiciera”, Draven se defendió, rechinando los dientes. “Incluso me lo suplicó. ¿Por qué diablos tienes que meterte en asuntos ajenos?” Volví a ver a Rihanna, que ahora me estaba mirando con desdén antes de alejarse. “Si ni siquiera puedes ofrecerte a nosotros, ¿por qué…” Draven siguió gritando, pero lo interrumpí. “¡Si ella te hubiera pedido que lo hicieras, no estaría gritando de dolor!” Grité con la última pizca de coraje que me quedaba en el cuerpo. De repente, Draven agarró mis muñecas y me acercó hacia él, haciendo que soltara un grito ahogado. “Traté de ser amable contigo, en serio lo hice, Adriana”, dijo en voz baja. Sabía que estaba tratando de controlarse para no gritar más y para evitar que todo el mundo se enterara que estábamos discutiendo, sin embargo, también sabía que estaba muy furioso. De todos modos, traté de mantenerme firme. No podía dar mi brazo a torcer. “No me he alimentado de ti ni he dejado que mi hermano lo haga”, agregó. “Te dejé hacer las tonterías que querías la semana pasada y traté de ser indulgente contigo, pero tal vez ya es hora de poner mano dura”. Al escuchar estas palabras, las lágrimas que estaba reprimiendo empezaron a rodar por mis mejillas. Solté su mano, sintiendo que la ira que también estaba reprimiendo estaba a punto de estallar. Después de todo, ya no tenía nada que perder. Lo más probable era que él me mate. “¡Me importa una m*erda!” Dije en voz alta, para que todos me escuchen. “Odio estar aquí, ¡así que mátame! ¡Mátame y acaba con mi miseria de una vez por todas!” Di un paso adelante y golpeé su pecho con mis manos. “Piensas matarnos a todas de todos modos, así que, ¿por qué espera?” Pregunté, furiosa. Ahora que había empezado a decirle todo lo que sentía, ya no había marcha atrás. “¿Y desde cuanto eres indulgente?” Dije, resoplando. Levanté mis manos para golpearlo, pero Draven agarró mis muñecas de nuevo y me volvió a acercar a él. Un suave gruñido se escapó de sus labios y tragué el nudo que tenía en la garganta. No quería mirarlo a los ojos y fijé mi mirada en el suelo sin poder hacer nada más ahora que ya me tenía en sus manos. “Como dije, matarte sería demasiado fácil”, me recordó. Su tono se había vuelto sorprendentemente suave y levanté la mirada para hacerle ver el odio y la ira en mis ojos. “¡Entonces haré el trabajo yo misma!” Dije sin querer. No era que estuviera pensando en suicidarme, solo creía que tenía que decir algo y dije eso por impulso. Esa fue la mejor respuesta que se me pudo ocurrir. Vi cómo Draven se estremecía un poco antes de entrecerrar los ojos, mirándome con sospecha, como si dudara de mis palabras. "Igual será una victoria para mí”, dijo, de pronto, acercándose aún más a mí. Estaba tan cerca que podía sentir el calor irradiando de su cuerpo. “Puedes intentar acabar con tu vida. No obstante, quiero que sepas que te traeré de vuelta, muñeca”, susurró en mi oído y me hizo temblar. Sonrió, fijando sus ojos en los míos y me burle de su ridiculez. A pesar de que tenía que admitir que era muy poderoso, él no tenía la capacidad de revivir a los muertos. “Te traeré de vuelta como un vampiro”, recalcó. Mis ojos se abrieron de par en par, intentando asimilar sus palabras.