Capítulo 6
1839palabras
2022-07-28 04:59
Un día llego a casa de Sam. Habíamos planeado una tarde de películas de terror y Juan apareció de la mano con una chica.
Todos la conocíamos. Asistimos con ella a la misma escuela y al ser una alumna destacada, no había maestro o estudiante que no supiera quién era Lorena Salcedo.
Su interés en Juan no era un secreto para nadie. Ella no se preocupaba por ocultarlo. Cada vez que estábamos en el comedor o la clase de deportes, no le quitaba los ojos de encima a mi amigo.

Al principio fue gracioso ver como se esforzaba en llamar su atención y las veces que termino tropezando o derramando su comida por quedarse mirándolo, nos ponía de muy buen humor. Juan solo la ignoraba, pero el resto de nosotros no perdía la oportunidad burlarse, incluso llegamos a apostar tratando de adivinar qué clase de espectáculo ridículo protagonizaría “La Loca” de Lorena.
Con el tiempo la situación se volvió escalofriante. El acoso traspasó las fronteras del instituto y comenzamos a encontrarnos con ella en todas partes, como si supiera cada movimiento que dábamos.
Una vez Sam y yo escuchamos en baño de chicas que Lorena estaba esperando el momento adecuado para acercarse a Juan. Y ese momento seria cuando él estuviera solo o por lo menos sin nosotras dos.
La escuchamos destilar veneno muchas veces.
“Perras” “brujas” “lagartas” Eran sus apodos favoritos para referirse a nosotras. Sus comentarios llenos de enviada porque siempre estábamos con tres de los chicos más guapos del instituto no tenían medida.
El baño se convertía en un nido de serpientes ponzoñosas cada vez que Lorena y sus amigas entraban en él.

Hablaba de Juan como si fuera de su propiedad. Culpaba a Sam, pero sobre todo a mí, por mantenerlo alejado de ella. Y decido tomar cartas en el asunto.
Cuando faltaban solo dos años para finalizar la prepa, nos encontramos con la sorpresa de que nos habían puesto en grupos separados. Sam y yo seguíamos con nuestros compañeros de siempre, pero Dilan y Juan fueron transferidos al grupo de Lorena.
Fuimos inmediatamente a quejarnos con el director, pero no hubo remedio.
La frase “La relación de ustedes cuatro no es sana” apareció por primera vez en nuestras vidas y lo peor fue que todos: directivos, maestros, consejeros, incluso nuestros padres, estuvieron de acuerdo.

Nosotros estábamos destrozados. No podíamos entender que habíamos hecho para que nos castigaran de esa forma.
Si bien era cierto que nuestro círculo era cerrado y de vez en cuando nos reíamos de las estupideces de la gente, la verdad era que no nos metíamos con nadie y teníamos una buena relación con el resto de nuestro grupo.
Y finalmente, Mateo lo descubrió.
“Todo es culpa de Lorena”
Era lo que decía el mensaje que nos envió al chat de grupo.
Al ser dos años mayor que nosotros, Mateo siempre fue el único en tener amigos por fuera, y uno de esos amigos era el hermano mayor de Lorena.
Una tarde estaba visitándolo y por accidente escucho como Lorena se burlaba con sus amigas y presumía que nuestra separación se debía a la influencia que ella como alumna modelo tenía sobre los directivos y maestros.
Nunca supimos que fue exactamente lo que les dijo para convencerlos de que separarnos era una buena idea. Pero las palabras de Mateo fueron suficientes para que la declaráramos nuestra enemiga número uno.
Nos encargamos de que su jugarreta se volviera en su contra y nos convertimos en sus verdugos emocionales.
Dilan y Juan se volvieron muy populares en su nuevo grupo, todas las chicas querían estar cerca de ellos y aunque Juan no se sentía muy cómodo con la situación, estaba tan enojado con Lorena, que comenzó a comportarse peor que Dilan —considerado el mujeriego más grande que había pisado el instituto—. Cada semana había una chica nueva en el los labios de Juan y cada día se escuchaba como Lorena, destrozada, lloraba por no ser ella.
Sam y yo no perdíamos oportunidad de echarle sal a la herida, y aunque ambas sabíamos muy bien lo que se sentía no ser correspondida, nos negamos a compadecerla.
Todos estábamos de acuerdo con que Lorena Salcedo era nuestro enemigo en común, no se metió con uno de nosotros, se metió con todos. Por eso en el momento en que Juan llego a casa de Sam con ella sujetando su mano, pensé que solo lo hacía para lastimarme o tal vez creyó que si decidía hacerla su novia yo iba a enloquecer y cambiaria de opinión con respecto a nosotros.
Pero gracias a Zeus, Sam salió al rescate y evito que yo digiera algo que complicara aún más las cosas.
Mi amiga comenzó con su discurso pasivo agresivo que tanto la caracteriza y al ver que no funcionaba cambio de estrategia y se volvió la Sam directa.
—Ella no es bienvenida en mi casa —Dijo mirando fijamente a Juan para que se diera cuanta que estaba hablando en serio.
Él nos miró a Dilan y a mí esperando que alguno lo defendiera, pero al notar que estábamos de acuerdo con Sam, tomo la mano de Lorena sin decir nada.
En esta ocasión se molestó con todos y volvió a desaparecer.
Estar separados era algo físicamente doloroso. Ya Mateo no estaba y perder a Juan no era una opción, mucho menos si se trataba de una chica.
Trate de verle el lado positivo al asunto “Si Juan tiene novia las cosas ya no serán incómodas” Así que convencí a los demás y aceptamos el hecho de que la loca de Lorena a la final se saliera con la suya.
Y eso nos trae a este momento, cuando ya todo parecía estar bien, cuando cada quien es feliz, Juan con su novia y yo buscando opciones para rehacer mi vida.
Decidida a intentar permanecer soltera hasta que termine el pregrado o estar segura de que Juan ya no siente nada por mí; lo que pase primero.
Y llega este hombre hermoso con voz de trueno, apaga mis defensas y se infiltra en mi vida como un ladrón experto, robándome el poco sentido común que creía tener.
—Oye no la culpes —Alex se dirige a Juan, preocupado por su reacción—, yo fui quien la beso, discúlpenme ambos, yo no debí…—Su rostro comienza a palidecer, se nota que sus palabras son sinceras y su arrepentimiento me duele un poco.
—Solo te vine a buscar porque ya vamos a salir y tú vas a tomarnos las fotos, pero sabes que, has lo que quieras, o mejor aún, quédate aquí. Ya encontraré quien lo haga —responde Juan con la voz cargada de ira e ignorando por completo a Alex.
—Juan yo… —trato de disculparme y decirle que aun quiero tomar las fotos, pero sé que es imposible. Por un lado, mi mano no funciona y por el otro, mi amigo está tan dolido, y lo conozco lo suficiente como para saber que este no es el momento de llorar y suplicar perdón.
Me quedo mirando por un largo tiempo la puerta por donde sale Juan. Trato de procesar todas las emociones que he experimentado en los últimos cinco minutos. Pasar del frío al calor, del enojo a la excitación, y de la excitación al dolor.
“Soy una persona horrible. ¿Cómo puedo causarle este tipo de dolor a Juan?… Por dios… A JUAN. Sé, de primera mano, lo que se siente amar sin ser correspondida y lo último que quiero es ser la razón por la que alguien se siente así y mucho menos si ese alguien es alguien que amo tanto ¿Qué voy a hacer? ¿Qué puedo hacer para evitarle este dolor?”
“La respuesta es muy simple… No puedes hacer nada”
—Lo siento mucho, fui un idiota, debí suponer que tenías novio… Es obvio que una chica como tu tiene que tener novio. No sé en qué estaba pensando —La voz de Alex interrumpe mis pensamientos. Sus palabras suenan sinceras y eso solo sirve para que mis traicioneras lágrimas escapen otra vez de mis ojos.
En este instante prefiero el dolor de una mano rota al de un el corazón roto.
A lo lejos se escucha una canción que conozco a la perfección. La banda lleva tocándola durante los últimos tres meses cada vez que abren sus conciertos.
“Ya Ivana, deja de llorar, viniste hasta aquí para apoyarlo y así no sea como fotógrafa, vas a estar a su lado como su amiga”
Alex me sigue mirando preocupado y sin saber que más decir.
“Quiero decirle algo para borrar esa expresión de culpa en su rostro, pero nada parece correcto.”
Una cara pálida con cabello negro y colmillos filosos aparecen por la puerta interrumpiendo mi agonía, para ser remplazada por confusión.
—¿Qué haces aquí? —le pregunto a Lorena que se acerca a mí con su típica sonrisa santurrona.
—Puedes creer que el acompañante de Nelson es tan buena persona que me dio su pase VIP —responde la vampira. Yo ya sabía que el acompañante de uno de los miembros de la banda se ofreció a darle el pase a Lorena para que dejara de discutir con Juan, pero él había dicho que no era necesario—. Bueno linda, Juan me pidió el favor que te trajera esto —Lorena me entrega el bolso que deje en el camerino—. Mi novio dijo que se te presento una urgencia y debías irte.
“¿ES EN SERIO?”
“¿Juan envió a la Vampira para que te echara del evento?”
“La está poniendo a ella por encima de mí, sé que es su novia y si fuera cualquier otra chica lo entendería, pero es Lorena… y si antes dudaba que él la tuviera cerca solo para lastimarme, ahora me quedo más que claro.”
Algo entre nosotros se rompió.
Y esta vez no va a ser tan fácil repararlo.
—Si gracias, me lastime la mano y creo que es mejor ir a que me la revisen —finalmente respondo tratando de poner la mejor cara de póker que tengo.
“No me voy a dejar humillar.”
—Oh. Lo siento mucho —responde Lorena poniendo la peor cara de póker que he visto en mi vida, pero decido ignorarla—. Bueno linda, espero que te mejores voy a acompañar a mi novio porque sería feo no estar a su lado en un día tan importante para él.
—Claro… —digo con odio.
La Vampiresa sale erguida y triunfante mientras yo sujeto con mi mano buena el bolso y la otra la dejo postrada en mi corazón, como si este estuviera a punto de caerse al suelo.
—¿Cómo así? ¿Ella es la novia de tu novio?
“¡Carajo! Se me había olvidado que Alex seguía aquí.”
—Nunca dije que él fuera mi novio —respondo molesta.
—Todo lo que paso aquí fue una clara escena de celos, y una mujer solo llora así cuando está enamorada. —Dice Alex señalando mis lágrimas.
“¿Y este quien se cree? ¿Piensa que como me dio un beso ahora me conoce?”
—Que no sea mi novio no significa que no lo ame.
Respondo sin siquiera mirarlo.