Capítulo 52
1029palabras
2024-04-28 10:10
Levi no podía evitar adorar el cuerpo de Emma.
Detrás de la camisa de la mujer había un cuerpo perfecto que debería lucirse, pero conocía a Emma, odiaba vestirse sexy. Ella siempre usaba ropa sencilla, a menos que debiera asistir a una fiesta, reunión u ocasión particular.
En ese momento, Levi sacó una venda del cajón y se acercó a ella.

—No cambiaré de posición en la cama, me acostaré boca arriba y lo único que tienes que hacer es subir lentamente por mi cuerpo. Deberás encontrar una posición perfecta para comenzar tu turno —explicó mientras se acercaba a su espalda y le ponía la venda en los ojos. Luego la guió hasta la cama y la dejó tantearla para ubicarse. Maldijo dentro de su cabeza cuando vio cómo sus malditos pechos se sacudían con cada movimiento.
Para contener la tentación, apartó la mirada, caminó hacia el otro lado de la cama y agarró el envase de miel. Pronto se subió a la cama y se acostó. Sonrió de satisfacción al ver cómo Emma lo buscaba hasta que la mujer tocó sus pies… y comenzó a tantearlo.
Rápidamente, Levi puso su dedo en la miel, tomó una pequeña cantidad y se la colocó debajo del ombligo. Luego agarró su teléfono. —Escucharás un sonido cuando terminen tus cinco minutos —explicó y apretó la pantalla—. Comienza.
Emma sentía presión por el juego, pero cuando Levi le dio la señal para comenzar, se recompuso y se concentró.
—Solo puedes usar tus labios y tu lengua; de lo contrario, enfrentarás otro castigo —le había indicado Levi cuando se estaban desnudando y ahora resonaba en su cabeza mientras comenzaba a explorar su cuerpo. Lentamente, se comenzó a deslizar hacia arriba, tocándolo con sus labios, y sintió que él se estremecía.
Ella comenzó a hacer remolinos con su lengua y a mordisquear su piel, sin saber qué parte de su cuerpo estaba explorando, pero podía sentir que era peluda. Puso su mano a cada lado, golpeando la cama con las palmas para sostener su cuerpo mientras buscaba la miel.

Levi quiso gemir cuando los pechos de Emma tocaron sus piernas y giraba su lengua en busca de la miel.
En ese momento, él miró su teléfono y vio que a ella todavía le quedaban tres minutos más. Jadeó y una maldición salió de sus labios entreabiertos cuando Emma lamió y mordisqueó el costado de su pene.
Los ojos de Emma se abrieron detrás de la venda cuando escuchó a Levi maldecir, pero no dejó de hacer lo que estaba haciendo. Continuó lamiendo, provocando que Levi volviera a maldecir, pero no encontró nada, solo sentía la suavidad de la piel. Su lengua luego se arremolinó hacia arriba, hacia la izquierda, hacia la derecha... pero no encontró nada.
Cuando Levi le informó que le quedaba un minuto, besó con sus labios casi cada parte de su cuerpo hasta que finalmente se detuvo al sentir una cosa pegajosa tocar sus labios. Cuando pasó su lengua por ellos… era miel. Antes de que terminara el tiempo, lo lamió, mordisqueó y limpió.

Levantó su rostro cuando supo que lo había logrado y, en ese instante, el sonido del cronómetro hizo rugir el lugar.
—Estoy impresionado. Lo encontraste —exclamó Levi—. Quedan dos rondas más —añadió.
Volvió a meter el dedo en el envase, se puso la miel en el lóbulo de la oreja y reinició el cronómetro antes de darle la señal de inicio.
Nuevamente, Emma comenzó a explorar su cuerpo y esta vez fue hacia arriba, ya que estaba entre sus piernas y sabía que Levi no volvería a ponerse miel en su parte inferior, esta vez subiría.
De repente, se le ocurrió una técnica para encontrar la miel sin lamer ni girar la lengua. Todo lo que tenía que hacer era tocar su cuerpo con sus labios, plantando besos en cada parte de él.
Así lo hizo y Levi no pudo evitar gemir y maldecir.
Ella continuó, esperando que Levi dijera cuántos minutos le faltaban, pero el hombre no habló excepto para maldecir y gruñir.
Estaba a punto de volver a plantar los labios en su piel cuando escuchó el sonido del cronómetro. De inmediato, maldijo dentro de su mente.
No podía perder este juego.
—Fallaste —dijo Levi mientras agarraba miel con su dedo y lentamente levantaba su pierna izquierda sin tocar el cuerpo de Emma para que la mujer no tuviera ni el mínimo indicio. Colocó la miel debajo de su rodilla y lentamente volvió a posicionarla como antes.
—Comienza —indicó.
Al instante, Emma comenzó a recorrer su cuerpo nuevamente y cuando volvió a deslizarse hacia arriba, el cálido aliento del hombre tocó su nuca y envió escalofríos por su cuerpo. En ese momento, Emma estaba a la altura del hombro de Levi, quien con sus manos alcanzó su espalda. Al tiempo que ella subía, la mano de Levi descendió hasta encontrarse con su trasero. Sin dudarlo, presionó su nalga izquierda.
De repente, el cronómetro sonó y Emma supo que había perdido.
—Ahora es mi turno —dijo Levi con una sonrisa. Ella se quitó la venda de los ojos y mientras se elevaba sobre Levi, vio lo adorables que eran sus ojos verdes. Si él no se levantaba, podría haber quedado hipnotizada.
Levi le entregó la miel antes de ponerse la venda.
—Ahora, ponte la miel —ordenó y ella así lo hizo. Tomó una pequeña cantidad, se la puso entre los pechos y encendió el cronómetro.
Se sintió incómoda cuando Levi sonrió mientras bajaba y comenzaba a lamer, mordisquear y tocar su cuerpo con sus labios y lengua. Su cálido aliento le daba una sensación electrizante en su cuerpo. Jadeó cuando sus labios tocaron su pezón izquierdo. Unos segundos después, giró su larga lengua hasta llegar al centro, donde estaba la miel, y comenzó a lamerla hasta que se acabó.
Los ojos de Emma se abrieron y lentamente se volvieron hacia el cronómetro. En 2 minutos había encontrado la miel. No pudo evitar preguntarse cómo había hecho.
—¿E-Espiaste?
Levi se rió entre dientes. —Puedes ver con tus estúpidos ojos que tengo la venda puesta y que la luz no puede traspasarla. Continuemos —exclamó con entusiasmo en su voz.