LEVI COMENZÓ POR SU CUELLO. Emma apretó las manos en el hombro de su esposo cuando él empezó a lamerle antes de morderla. Era una forma de hacerle trampa, pero ella presionó ambos labios para evitar gemir… y solo siguió maldiciendo en su cabeza. Sintió una mordida leve, por lo que levantó el dedo índice. Levi esbozó una sonrisita a medida que sus labios se detenían en el hombro izquierdo de su esposa. Lo lamió una vez más antes de morderlo. Sintió cómo ella se estremecía, pero no escuchó ningún sonido salir de su boca salvo la fuerte respiración que exhalaba mientras su pecho latía cada vez más rápido. Soltó su hombro y la empujó un poco hacia atrás para poder acercarse a sus p*chos, específicamente al izquierdo. La miró antes de lamer su p*zón y esbozó una sonrisa al ver cómo Emma cerraba los ojos a medida que presionaba ambos labios y sentía su firme agarre. La mordió en el p*zón, pero ella inmediatamente levantó el dedo índice. “Lo estás haciendo genial, Emma. Admiro tu control”, dijo sonriente. La joven no respondió, pues sabía que era un truco suyo. Si decía algo, perdería. Los labios de Levi se curvaron en una sonrisa maliciosa y, de repente, dio varios giros con la lengua alrededor del p*zón de Emma, a medida que lo lamía hacia arriba como si fuese un perro. Emma infló los cachetes para evitar no reír a causa de lo que él le estaba haciendo.
Cuando ambos cruzaron miradas, el joven dejó escapar una risita. Ella quería sonreír, pues finalmente pudo ver al viejo Levi, el Levi despreocupado con quien jugaba en su infancia. Sin embargo, solo en cuestión de segundos, su aura oscura regresó. Levi la cargó y la acostó en la cama a medida que se colocaba encima de ella. “¡Maldición!”, pensó Emma. Por poco y dejaba escapar un gemido ahogado. Levi usó su lengua para dar giros alrededor del otro p*zón. Decidió chuparlo primero antes de morderlo. Esta vez, fue más difícil controlarse para Emma, quien arqueó su cuerpo por las sensaciones, pero, aun así, mantuvo los labios apretados. A pesar de ello, en realidad le gustaba un poco, ya que le provocaba placer y algo de dolor. Por tanto, levantó su dedo índice y Levi continuó chupando. “¡No!, ¡no!, ¡no! ¡No gimas!”, pensó ella.
Justo después, los labios y la lengua de Levi bajaron hacia su vientre. Luego, sus labios se movieron hacia el costado y se detuvieron en la parte izquierda de la cadera. Ella dobló su cuerpo hacia la derecha dado que sentía cosquillas.
Levi dirigió su mano izquierda al p*zon derecho de Emma a medida que sus labios daban pequeños mordiscos sobre su piel; todo ello antes de proceder con una mordida. El nivel de dificultad aumentó para la joven, pero sentía que podía soportarlo, así que levantó su dedo índice. Levi vio su gesto, pero no le soltó la piel. Ella entonces lo fulminó con la mirada, lo cual provocó que él sonriera mientras la liberaba de la mordida. “¿Qué estás usando? ¿Un tampón o una toalla higiénica?”, preguntó él repentinamente mirando la parte inferior de su esposa. Lo único que ella hizo fue encoger los hombros, ya que no tenía permitido hacer sonido alguno. Levi pensó que la podía engañar con eso, pero resultaba que ella ya se había dado cuenta de su plan. Dado que ella se rehusaba a hablar, Levi entonces empezó a tocarla lentamente hasta bajar hacia su parte más sensible y llevó la mano hasta su v*gina, lo que hizo que los ojos de Emma se ampliasen y mirasen hacia arriba. Él continuó m*sturbando esa parte, lo que provocó el endurecimiento de sus p*zones. La joven se resistió a emitir cualquier sonido como consecuencia de sus caricias. Levi continuó acariciándola. “Creo que usaste un tampón”. Emma no pudo entender a qué se refería, pero sabía que era algo malo. Justo antes de que pudiese reaccionar, su esposo fue hacia abajo y mordió la carne que estaba en la entrada de la joven incluso más intensamente que en sus primeras mordidas. Aquella intensidad fue tal que, incluso llevando pantaloncillos y ropa interior, la pudo sentir. Ella no gimió y los cólicos menstruales que sentía se disiparon, así que levantó el dedo índice notoriamente. “Eres difícil y eso me gusta”, la elogió él por primera vez. Ella quería esbozar una rápida sonrisa, pero se contuvo. Levi continuó lo que hacía hasta que sus mordidas se volvieron más intensas y dolorosas. Pero Emma aún podía contenerse. Incluso si su esposo mordía casi cada parte de su cuerpo, no se rendiría. El joven pudo entender que su esposa era capaz de soportarlo todo si realmente se lo proponía. Y tal parecía que esta chica no quería perder esta vez, incluso si lo que Levi le hacía la torturaba física y mentalmente. Aun así, él tampoco conocía la palabra “derrota”. Por ello, persistió en su propósito. Levi esbozó una sonrisa cuando sus ojos se encontraron y sus rostros se pusieron al mismo nivel. Emma solo levantó la ceja izquierda. La mirada de su esposo bajó hacia sus labios naturalmente rosas y, de repente, presionó sus propios labios sobre los de ella. Emma se contuvo para no gemir a medida que él le mordisqueaba el labio inferior —esta era la segunda vez que sus labios se encontraban con los suyos—. Sin embargo, como había pensado que él solo saborearía sus labios, no pudo prevenir su mordisco en el labio inferior, lo que causó que dejara escapar todos los gemidos que había contenido por tanto tiempo.
Levi le soltó los labios y esbozó una sonrisa maquiavélica. “Perdiste”, fanfarroneó. De repente, una lágrima cayó del ojo izquierdo de Emma. Ella no habría perdido si él no hubiera hecho trampa. Lo miró a los ojos. “E-eso es trampa”, intentó defenderse mientras lamía el sabor a óxido de su sangre. “No. Esto es lo que llamas estrategia”, dijo él poniéndose en pie. “Continuemos cuando tu período termine. Y, como yo gané, decidiré qué tan fuerte debo morderte”, añadió mientras se iba de la habitación. Emma miró al techo a medida que su visión se ponía borrosa y lloró.