Capítulo 44
922palabras
2024-02-17 05:14
—Te prometo que lo estoy haciendo así, no tienes que preocuparte —me dice y suspiro.
—Me alegra que sea así. Ya sabes, debes seguir las indicaciones del doctor. Solo así te mantendrás sana y el bebé estará saludable.
—Está bien. ¿Quieres que te visite mañana? Podría pasar por tu oficina y dejarte el almuerzo.

—Anastasia, sabes que no estás obligada a hacer eso, pero si solo quieres verme mañana porque me extrañas y mueres por verme, no hace falta que traigas ningún detalle. También quiero verte, pero preferiría pasar por ti por la tarde, cuando haya terminado mi jornada laboral, así podremos estar juntos en casa y hacer algo.
—Esa también es una excelente idea que no voy a desaprovechar, así que quedamos así —dice—. Nos vemos mañana por la noche.
—Muy bien, todavía estoy en la cocina preparando la comida, así que voy a terminar la llamada aquí, pero me encantaría seguir hablando contigo. Podemos retomar la llamada en unos minutos, si sigues despierta, pero prefiero que descanses tranquilamente. Te quiero —me atrevo a decir, y ella se queda en silencio por unos minutos antes de responder.
—Yo también te quiero, Zared. Esta pequeña también siente lo mismo por ti. Te queremos —dice, y eso me llena de ternura.
No hay duda de que la presencia de Anastasia en mi vida ha sido para mejor. Ella llena todos mis momentos y me hace sentir tranquilo, incluso en los momentos difíciles. No importa cuán complicada sea la situación, sé que todo mejorará con ella a mi lado. Me siento mejor con ella.
—Nos vemos.

Nunca antes había sido tan difícil dar por terminada una llamada. Siento un vacío al dejar de escuchar su voz, y las ganas de verla crecen sin cesar. Todo esto lo siento solo por pensar en esa persona que ha encontrado un lugar en mi corazón.
Ella es mi todo, y si se va, nada será igual. Quiero protegerla y mantenerla a salvo para que nada malo le pase en la vida, pero no puedo asegurar que algo terrible no pueda suceder. Solo puedo confiar en que la vida seguirá su curso y que nada malo ocurrirá en nuestro camino.
Al final, dejo de pensar demasiado en eso para no preocuparme más de lo necesario y me concentro en terminar la comida que ya casi está lista. Me sirvo un poco y, aunque no tengo mucha hambre, como todo. Nunca es agradable irse a la cama con el estómago vacío.
Decido guardar la carta en la mesita de noche y pensar en el día en que me deshaga de ella por completo. Por ahora, solo quiero conservarla.

...
Al día siguiente, me despierto temprano con el sol ya alto en el cielo. La luz me molesta un poco, parpadeo bajo su intensidad. Debo levantarme y arreglarme rápido para ir al trabajo.
La jornada laboral me espera. Suspiro. Tal vez debería quedarme en casa y trabajar desde allí, algo que suele ser más cómodo. Pero mi día está lleno de reuniones a las que no puedo faltar.
Me froto los ojos. Tomo una rápida ducha y elijo mi ropa en menos de cuatro minutos. Opto por un traje gris de corte italiano. Aunque el color puede parecer depresivo, lo encuentro elegante.
Me pongo perfume, hago un nudo perfecto en mi corbata y peino mi cabello con elegancia. Estoy completamente listo para salir.
Decido tomar el desayuno en la oficina, pero al salir me encuentro con la sorpresa de que mi hermana Rebeca está preparando la comida. No me lo esperaba, pero es agradable y me siento aliviado de no tener que cocinar. De hecho, ha preparado el desayuno para los dos.
—Te estaba esperando. Sabía que no tendrías tiempo, toma unos minutos para comer —me dice, y asiento.
Luego de eso, estoy sentado en el taburete. Es increíble que mi hermana, a pesar de todo lo que ha pasado, siga sonriendo. Pensé que le tomaría mucho tiempo recuperarse, pero está dando grandes pasos hacia su bienestar. Puedo decir que se está recuperando.
Sin embargo, sé que no está completamente bien, aún llora durante la noche debido a todo lo que ha pasado. Es inevitable, especialmente estando embarazada.
—Sé que no soy muy buena en esto de la cocina, pero me esforcé para hacerte un desayuno comestible. Tal vez los huevos no estén muy sazonados o el tocino esté un poco...
—No tienes que disculparte, no es tu responsabilidad hacer esto por mí. Gracias por tu esfuerzo. Además, el desayuno está perfecto y veo que has mejorado mucho —le digo, y ella me regala una amplia sonrisa.
Ella es preciosa. Me alegra que esté a salvo, cerca de mí.
—Me siento aliviada. La próxima vez también te prepararé el desayuno y no me sentiré tan insegura. No olvido cuando las alarmas de la cocina sonaron porque el tocino se estaba quemando, fue vergonzoso.
Cómo no olvidar ese día en el que casi llaman a los bomberos a mi departamento por un supuesto incendio. Pero ahora puedo recordar esa situación con diversión.
Río un poco al recordarlo, y ella sonríe.
—No, no lo olvido. Sin embargo, has adquirido más conocimientos en la cocina, y eso es algo bueno.
—Sí, la madre de Anastasia es experta en esos temas y siempre le pido consejo cuando tengo dudas. Tengo su número de teléfono y la consulto cuando necesito ayuda. A veces pienso que podría montar un negocio de comida.
—¿Anastasia te ha hablado sobre eso? ¿Sabe qué quieres hacer o lograr? —quiero saber.