"En ese caso, ¿qué te parece si hacemos algo interesante?", preguntó Fernando, con una sonrisa coqueta.
Al escucharlo, Elisa inconscientemente respondió: "¿Qué tienes en mente?".
El hombre mantuvo su sonrisa y sus ojos se iluminaron de repente. "Sé mi novia", propuso.
Cualquier otra mujer se habría sonrojado al oír a Fernando. Sin embargo, Elisa no sintió nada más que una sensación extraña en el pecho.
"Siendo honesta, eso no me parece muy interesante", contestó ella, bastante tranquila.
Al hombre no le disgustó para nada ser rechazado. Por el contrario, dijo con una sonrisa: "En ese caso, olvida mi propuesta. ¿Vamos a comer algo?".
"¿A qué restaurante quiere ir, Sr. Dawson?".
Fernando le habló a la chica de un lugar que ella no conocía. Por lo tanto, sacó su celular y le mostró la ubicación del local en el mapa de Google.
Al parecer, al hombre se le daba bastante bien buscar diversión y elegir lugares insólitos.
Pronto, llegaron a un restaurante italiano, el cual tenía un ambiente particularmente bueno. Todavía era temprano, así que no había mucha gente.
Elisa ingresó detrás de Fernando, quien de inmediato fue muy bien recibido en el lugar.
El chico eligió una mesa tranquila y le dio detalles del restaurante a Elisa mientras le entregaba el menú. "Si hay algún platillo que quieras, haré que alguien lo cocine para ti", le dijo.
"Sr. Dawson, parece que usted tiene muy buena reputación en este lugar", arqueó las cejas la chica.
"Bueno, no espero menos siendo el dueño", sonrió despreocupadamente.
Al oírlo, la chica no pudo evitar mirarlo. "Vaya, estoy un poco sorprendida", admitió.
"¿Y eso es bueno o no?".
Fernando se apoyó en la silla y, sonriendo, observó a la mujer. Ante eso, Elisa tuvo que admitir que el joven Dawson tenía una mirada sumamente seductora, capaz de cautivar a cualquier chica.
No obstante, ella acababa de divorciarse y ahora era demasiado precavida como para caer en su juego.
Por ende, entrecerró los ojos y sonrió ligeramente. "Claro que es bueno", comentó.
Siendo un maestro en el amor, Fernando se limitó a sonreír y no preguntó nada más.
En ese instante, Elisa dijo sin rodeos: "Mi amiga tiene un pequeño inconveniente y necesita de tu ayuda para solucionarlo".
Fernando levantó una ceja en silencio y la animó a continuar.
"Mónica alquiló los pisos A11 y A21 en Creative Park. Ella quiere derribar el techo y combinar los dos pisos, pero parece que no está permitido. Por eso, yo...".
De pronto, el hombre hizo que ella se callara.
Luego, se inclinó hacia adelante y se le acercó un poco. "Si se trata de ti, puedo hacer lo que quieras", le dijo.
La distancia entre ellos era de menos de medio metro, por lo que Elisa podía oler el tenue aroma del chico.
La mujer tuvo que admitir que las palabras del hombre resultaron sumamente seductoras.
Mas, lamentablemente, ella no podía sentir nada.
Era como si su corazón se hubiera convertido en un pedazo de acero.
Elisa lo miró y, muy tranquilamente, contestó: "En ese caso, se lo agradezco mucho Sr. Dawson".
Fernando tenía un excelente gusto para la comida, pues en su restaurante habían platillos realmente exquisitos, acorde al paladar del hombre.
Elisa no sentía mucha hambre, pero, cuando probó la pizza, no dudó en comerse un buen pedazo.
"¿Sabe bien?", preguntó el joven.
"Está muy rica", contestó ella.
Fernando cogió una servilleta y frunció los labios. "Bueno, te llevaré a otro sitio con comida igual de deliciosa la próxima vez", le dijo.
Elisa notó la satisfacción en los ojos del hombre, pero no le prestó atención. "Está bien", se limitó a contestar.
Aun así, la sonrisa de Fernando se tornó más amplia.
La chica se arrepintió un poco por aceptar, mas, ya no podía retractarse.
Afortunadamente, el joven Dawson cambió de tema: "Te llevaré a tu casa cuando termines de comer".
"¿No estabas ebrio?", le preguntó ella, frunciendo las cejas.
"Debería ser yo quien te lleve a casa", añadió la mujer.
Como le había pedido ayuda a Fernando, ella estaba dispuesta a acompañarlo de regreso.
Inesperadamente, justo cuando ellos estaban a punto de irse, Fabián y sus amigos entraron en el restaurante.
Hugo, quien le insistió a su amigo para visitar este nuevo restaurante italiano, se quedó pasmado. Él no esperaba encontrarse con Elisa, y mucho menos con Fernando, el enemigo número uno de Fabián.
Sin duda, Hugo estaba arrepentido por haber llevado a su amigo allí.
Además, el chico se sentía incómodo ya que, cuando la vio hace más de una hora en el otro restaurante, ella no le devolvió el saludo.
Por supuesto, Hugo sabía que Elisa no quería hablar con nadie relacionado a Fabián. Y él la entendía, pues la chica había sufrido mucho con la familia James.