Capítulo 46
1435palabras
2023-12-01 00:01
El aeropuerto de Londres era muy concurrido desde siempre. Debido a las tiendas y los negocios que ofrecían sus servicios las veinticuatro horas del día, tanto los pasajeros como los empleados caminaban de un lado a otro. Las azafatas golpeteaban sus tacones ejecutivos sobre el suelo mientras arrastraban sus equipajes para prepararse al siguiente vuelo.
Mientras el locutor del interfono informaba sin parar las salidas y entradas de los vuelos, las personas esperaban pacientemente con sus pancartas. Todos estaban felices de recibir a sus amigos o familiares, saltaban de alegría y le daban la bienvenida a sus seres queridos con abrazos.


Graham, por el contrario, se sentía nervioso por lo que podría suceder. Con su sencilla camisa blanca y sus jeans de un tono azul descolorido, el misterioso presidente, quien acostumbraba a vestirse de traje, lucía como un hombre común y corriente que esperaba a alguien de manera serena.
El empresario se sentó en una de las sillas a la par que tomaba su café favorito en la cafetería de uno de los aeropuertos internacionales más importantes. Tan pronto como reconoció a la mujer que no había visto en muchísimo tiempo, entrecerró los ojos y le ordenó a alguien: "¡Llévala sana y salva a su apartamento!", pronunció al tiempo que sujetaba el auricular de su oreja.


"¡Sí, presidente!", Naín replicó a la vez que caminaba hacia Elvira.
La diseñadora de moda, quien llevaba gafas de sol, se detuvo y arrugó la frente con angustia mientras buscaba a la persona que le indicó su tía Tabita. "¿Dónde está?", susurró, volteándose con impaciencia y nerviosismo hacia los lados. Justo cuando quiso arrastrar su equipaje, una voz familiar sonó detrás de ella.


"¡Señorita Hidalgo!", Naín la llamó, la saludó y tomó su maleta de inmediato.
"¿Naín? ¿Mi tía Tabita te pidió que vinieras a buscarme?", ella se quedó atónita, así que le hizo esa pregunta para confirmar los hechos.
"¡Sí, vine por usted! Este es el número de su tía, ¿verdad?", replicó a la par que le mostraba un número de teléfono.

"¡Así es! ¿Cómo te pusiste en contacto con ella?", Elvira sentía curiosidad respecto a cómo se conocieron.
"Dado que usted va a diseñar y confeccionar tres docenas de vestidos para la señorita Ávila y su patrocinador no quiere que llegue tarde, conversamos con su tía para que yo viniera a buscarla", el hombre explicó con cautela a la vez que sacaba una llave de su bolsillo y abría la puerta del asiento trasero.
"¡Gracias!", ella se subió al auto de inmediato.
Al adentrarse a la carretera, el auto deportivo Aston Martin azul de Graham los siguió a una distancia de cincuenta metros. Graham se mantuvo atento a los alrededores porque le acababan de informar que Bagrat también se enteró del regreso de Elvira.
Mientras Naín manejaba el vehículo, su teléfono seguía conectado con Thiago. Estaba consciente de que su jefe estaba justo detrás de ellos. Elvira se había distraído en admirar el paisaje a través de la ventanilla, así que le tomó por sorpresa cuando el asistente pisó el freno de manera abrupta. El impacto hizo que ella se impulsara hacia delante y que el cinturón de seguridad le jalara el cuerpo.
"¿Qué está pasando, Naín?", la mujer preguntó a la par que se agarraba del respaldar del asiento del copiloto, no obstante, el hombre la ignoró. Fue en ese preciso momento que ella se percató de que había algo en las orejas del asistente. "¿Estás hablando con alguien por los audífonos?", frunció el entrecejo.

Naín se volteó, la miró con intensidad y le indicó: "Lo lamento, señorita Hidalgo, pero alguien más la va a llevar a su casa".
"¿Eh? ¿Quién?", interrogó a la par que veía cómo el asistente se salía del auto.
La calle en donde aparcaron no era muy transitada, por lo que solo unos pocos vehículos circulaban por la zona. La joven había quedado tan confundida y asustada que también se bajó, y justo cuando estaba a punto de seguir a Naín, alguien la sujetó de su brazo tembloroso, lo cual provocó que ella gritara horrorizada.


Al voltearse hacia el hombre que la agarró, Elvira se quedó estupefacta, pues el empresario que no había visto en seis meses la observaba con intensidad y anhelo. "¡Thiago!", ella murmuró sin dejar de verlo. Al mismo tiempo, pensaba que se había vuelto más alto, ya que parecía que tenía que levantar más la cabeza para mirarlo a los ojos.


"¡Date prisa y siéntate a mi lado!", el magnate le exigió con delicadeza a la par que la guiaba al asiento del copiloto. Al terminar, se subió al puesto del conductor y encendió el motor a toda velocidad.
"¿Q-qué está pasando? ¡No me digas que estoy en peligro!", ella preguntó con desesperación, pues no entendía nada de lo que sucedía.
"Sí, pero no te preocupes, ¡voy a estar contigo!", Graham replicó con calma antes de concentrarse en la vía. Condujo a una velocidad controlada pero vertiginosa, evitando a algunos de los vehículos particulares que tenían enfrente.
Elvira contuvo la respiración, cerró los ojos, sujetó con fuerza la manija del techo y rezó por su seguridad.
Entretanto, un sedán negro comenzó a seguir al magnate con rapidez, así que Naín, quien se hallaba dentro del auto deportivo de Graham, llamó al líder de las águilas de inmediato. "¡Necesitamos ayuda, alguien está siguiendo al presidente!".
"¡De acuerdo, ya estamos en ello!", Rubén replicó. Era el líder de las águilas, los hombres que trabajaban de manera clandestina para Graham. Tenía casi la misma edad y contextura física que el empresario, solo que Thiago lo superaba en cuanto a apariencia. Al finalizar la llamada, el sujeto encendió el auto que estaba estacionado en la esquina, giró a la derecha y se dirigió a la carretera principal.

En plena vía, Graham miró por uno de los espejos retrovisores y se dio cuenta de que un sedán negro lo seguía, por lo que abrió la guantera del vehículo y sacó una pistola. "¿Recuerdas todo lo que te enseñé en el campo de tiro?", él le preguntó a la mujer que seguía con los ojos cerrados.

"¿Qué pretendes? ¿Por qué tienes un arma?", Elvira se horrorizó al abrir los ojos, puesto que vio a Graham con una pistola a la vez que sostenía el volante.
"¡Cierra los ojos y tápate los oídos!", el empresario le ordenó. Podía ver que el peligro se aproximaba. Cuando el sedán negro quedó a casi cincuenta metros de ellos, el conductor bajó la ventanilla, les apuntó con un arma y apretó el gatillo cinco veces antes de alejarse.

Elvira gritó de horror y deseó que nada de eso fuera real y que solo se tratara de una simple pesadilla.
Gracias a que el joven Liu era un luchador experto, logró girar el volante con rapidez y agilidad para evitar que las balas impactaran en el parabrisas delantero y trasero. Como consecuencia, los proyectiles golpearon el maletero y los neumáticos crearon un chirrido al friccionar contra el asfalto.

Cuando él se percató de que el sedán negro regresaba, se limitó a esperarlo como si fuera un león mirando a su presa. En lo que el sujeto del vehículo adverso se acercaba, Graham apuntó al parabrisas del lado del piloto y sujetó a Elvira para que se mantuviera inclinada sobre su propio regazo. Entonces, apretó el gatillo y lastimó el hombro del otro conductor.
Justo cuando el enemigo estuvo a punto de disparar de nuevo, sintió el impacto en el hueso de su hombro; así que se entumeció, entrecerró los ojos a causa del dolor y empezó a alejarse. En ese preciso instante, Rubén lo siguió con su vehículo a toda velocidad.

Como Elvira seguía inclinada, Graham tuvo que darle algunas palmaditas en la espalda. "Ya todo está en orden. ¡Mírame, ya estamos fuera de peligro!", le indicó en un tono consolador al ver lo mucho que ella temblaba.
Tan pronto como la mujer se enderezó, rodeó el cuello del empresario con los brazos y hundió la cabeza en su hombro. "Ya no quiero estar en este país. Solo me gustaría… volver a China y estar con mi familia. ¡Este lugar me da demasiado miedo!", dijo con desesperación a la par que sollozaba. Traía la respiración sumamente agitada y no dejaba de jadear.
"¡Sssh! Tranquila, no temas. Te voy a proteger", Graham susurró, la abrazó con fuerza y le acarició la espalda con sutileza. "¡Te lo prometo! ¡Pase lo que pase, siempre estaré a tu lado!", añadió antes de besar su cabello.
Pese a que estaban fuera de peligro, tuvieron que internar a Elvira en el hospital debido al trauma.