Capítulo 69
1082palabras
2023-05-29 13:30
Su rostro estaba extremadamente sombrío. Su mirada era tan penetrante que comencé a sentir un ligero cosquilleo en la cabeza.
—¿Cómo no me di cuenta de lo elocuente que eres?
—Solo digo la verdad, aunque debo admitir que haces buena pareja con la señorita Lopez —admití con fingida tranquilidad, por dentro decir eso se había sentido como masticar clavos.

—¿Entonces no te importó lo que te dije la última vez? —me preguntó todavía extremadamente tenso. Lo miré con confusión.
—¿De qué estás hablando?
—No me casaré con Susan. Te dije que quería volver contigo. Todavía quiero hacerlo, por cierto.
No dudo en ningún momento de sus palabras, pero cada una de ellas tuvo un efecto enorme en mí. Le había restado importancia, no había querido pensar mucho en su declaración, pero ahora que me la había repetido, era inevitable. 
—¿Estás borracho? —le pregunté porque realmente quería creerle pero tenía que proteger mi cordura.
—No me crees, ¿verdad? —me dijo buscando algo en mi mirada, recién en ese momento me di cuenta de que sus ojos estaban ligeramente rojos como si hubiera llorado.

—Sí, Jayden, cuando perdí a mi hijo y no hiciste nada al respecto, decidí que nunca te perdonaría.
Bajé del auto después como pude y me dirigí a la reja de la comunidad sin voltear porque tenía miedo de que me persiguiera. Cuando llegué a las puertas, me permití la pequeña debilidad de mirar de reojo, pero me decepcioné de nuevo cuando no vi a nadie. Cuando llegué a casa, estaba completamente en otra sintonía, odiaba que tuviera el poder de perturbarme tanto con su sola presencia. 
Luego, también tenía el tema de Owen del que encargarme. Me daba escalofríos pensar en las fotos que posiblemente tenía de mí, así que llamé a Sophia para salir a tomar unas copas y distraerme un momento. Le sugerí un lugar más barato, pero ella insistió en ir al bar de siempre.
Ella sabía que no tenía dinero, pero me dijo que todo correría a su cuenta, así que acepté porque sabía que cuando tuviera dinero de nuevo encontraría la forma de retornárselo. 

—Jayden dice que quiere volver conmigo —le dije mientras daba vueltas a mi copa. Sophia casi se ahoga con su bebida.
—¿Qué? ¿Escuché bien?
—¿Puedes creerlo? Yo tampoco —le dije entrecerrando los ojos con odio. Mi amiga se quedó en silencio por un largo rato antes de agarrar su copa de nuevo.
—Quizás recién se dio cuenta de lo mucho que te quiere.
—No me prestó ni la más mínima atención cuando estábamos casados —me burlé con sarcasmo—, no me extraña, ni me quiere, solo está acostumbrado a mi presencia.
Si hubiera sido así de prudente hace cinco años, no habría tenido que entrar a ese abismo. Sophia me ofreció sus condolencias antes de ordenar más alcohol.
—Vamos, bebe, me aseguraré de que te emborraches bien y luego te llevaré a tu casa.
Le sonreí ampliamente antes de vaciar mi copa. Quería olvidar mis problemas. Usualmente odiaba tomar, pero en este momento no sabía que otra cosa podía hacer. Terminé tan mal que casi no podía mantenerme parada, ni siquiera recuerdo cuando me dejó Sophia en mi casa.
Desperté con el peor dolor de cabeza de mi vida al día siguiente. Intenté conciliar el sueño de nuevo pero escuché el sonido de la ducha. Me levanté con dificultad, media dormida, pensando que mi amiga había decidido pasar la noche. 
—¿Sophia? 
La seguí llamando, pero no recibí ninguna respuesta, comencé a acercarme al baño con preocupación cuando la puerta de este se abrió dejando ver a Jayden con solo una toalla en la cintura. Una gota de agua se deslizó por su pecho hasta perderse en su abdomen bajo. Fruncí el ceño cuando no pude apartar la mirada.
—¿Por qué estás en mi casa?
La última vez que había despertado con una pesadilla, también había estado presente. ¿Acaso el seguro de mi puerta no estaba funcionando? El hombre levantó la cabeza y pude observar lo exhausto que estaba como si hubiera estado ocupado toda la noche.
Frunció los labios, pero no me dijo nada. Caminó hasta llegar a la cama y se echó sobre ella como si estuviera en su casa. Me acerqué a reclamarle pero ya se había quedado dormido.
—¿Qué estás haciendo? —le pregunté de todas maneras, pero su única respuesta fueron sus ronquidos. Realmente había estado cansado si se había dormido con tanta facilidad, aunque noté que su rostro seguía tenso. ¿Cuál era su problema?
—Señor Lopez, efectivamente el diseño fue filtrado, pero le aseguro que no fuimos nosotros. De todas maneras, nos haremos cargo del asunto y asumiremos la responsabilidades del caso. Ella fue la que presentó el diseño, pero eso no significa que...
Había preparado algo para comer y cuando estaba a punto de llamarlo para que se sentara, lo encontré hablando con el padre de Susan. Después de que colgara, entró a la cocina.
—Come y luego te vas —le dije con seriedad.
—Mia —susurró y me tensé. Realmente no me gustaba escucharlo pronunciar mi nombre con tanta familiaridad.
—¿Sí? —le pregunté tratando de no prestarle atención.
—Nada, vamos a comer —dijo después de considerar algo por un momento. Me molesté al pensar que no debía haberle cocinado porque ya no estábamos casados, pero de todas formas lo había hecho. 
Noté que, a pesar de las ojeras que tenía, comió bastante. ¿Por qué sentía que era la última vez que iba a comer con él? Me sorprendí por mis pensamientos y traté de concentrarme, seguramente estaba así porque hace mucho que no lo veía.
—Quiero que te vayas —le dije mientras dejaba los platos en el fregadero después de que termináramos. Él parpadeó dos veces mientras se limpiaba con una servilleta, pero no se movió.
Comencé a limpiar sin prestarle atención cuando de repente sentí unos brazos envolverme por detrás. Lo hizo con tanta desesperación que parecía que quería fusionarme a su cuerpo. Me congelé por un segundo y solté el plato que tenía en mi mano.
—Mia, ¿por qué tienes que volver al Grupo Brown?
—Porque trabajo ahí —le dije con la vista baja.
—Si tuvieras que elegir entre Brown o Eastern Star, entre Brandon o yo, ¿a cuál elegirías?
Me confundió su pregunta, no entendía porque me la estaba haciendo, así que respondí sin pensarlo mucho.
—Brandon.
Sentí como se separaba de mí y me volteé para encararlo, pero no estaba preparada para ver su expresión desencajada con los ojos llenos de lágrimas.