Capítulo 12
1166palabras
2023-04-26 11:06
—Grace, incluso si no te gusta Mia, no puedes calumniarla así.
No supe cuando Jayden se paró detrás de mí, pero su tono no dejaba espacio a que lo refutaron. Luego de escucharlo, su madre se relajó y se volteó a advertirle a Grace que no volviera a hablar de esa forma.
Me quedé en silencio porque no podía creer que hubiera venido a mi defensa. Mientras estaba perdida en mi incredulidad, una de las sirvientas, nos avisó que la cena estaba lista.

A la mitad de la comida, Jayden recibió una llamada telefónica y se tuvo que retirar antes. Seguramente había sido algo de la empresa. Cuando terminamos de comer, los invitados comenzaron a irse uno a uno hasta que solamente quedamos la familia cercana. Mi suegra sugirió que nos quedáramos a dormir, pero me rehusé porque no quería quedarme en el mismo lugar que Madison.
Para mi sorpresa, Grace también me apoyó porque quería regresar a su departamento. Sin embargo, se había pasado de copas, así que no podía regresar por su cuenta. Madison aprovechó la oportunidad y me sonrió.
—Mia, si no tienes problemas, podrías llevarla a su casa. Su carro está en la puerta.
Mi suegra también estuvo de acuerdo, así que no tuve más remedio que llevarme a Grace. Afortunadamente, el alcohol la había calmado bastante, así que se mantuvo en silencio durante casi todo el trayecto. Sin embargo, antes de llegar a su departamento, se desabrochó el cinturón y se cubrió la boca.
—Para, creo que voy a vomitar.
—Bueno.

Miré por el espejo retrovisor y comencé a acercarme a la orilla de la avenida, pero el carro no frenaba en lo absoluto.
—¿Qué estás esperando? Date prisa y detén el auto —me gritó en medio de las arcadas. Pise el freno de nuevo antes de comenzar a sudar frío.
—Los frenos no funcionan.
—¿Qué? —gritó la otra mujer—, ¡pero si ayer les hice mantenimiento!

—Date prisa y llama a tu hermano —le pedí mientras agarraba el timón con ambas manos y comenzaba a ponerme nerviosa. De alguna manera, la primera persona en la que había pensado había sido Jayden. Su solo recuerdo, me otorgaba cierta seguridad.
—¡Mia!
Un auto apareció a nuestra izquierda con las luces prendidas a todo volumen. Grace comenzó a gritar y giré el timón con fuerza para que el impacto fuera de mi lado y no del lado de la joven.
Mi cabeza se golpeó contra el timón y perdí el conocimiento por un segundo. Grace no había tenido el cinturón de seguridad, así que se había golpeado más fuerte y no despertaba por mucho que la llamaba. Su frente también estaba sangrando profusamente. 
Temblando, saqué mi teléfono móvil de mi bolso y llamé a emergencias. Mirando el rostro de Grace, sentí un temor verdadero apoderarse de mis huesos.
No fue hasta después de que la metieron a la sala de operaciones que logré calmarme lo suficiente para avisarles a los demás sobre el accidente. En cuestión de unos minutos, Jayden y su madre llegaron junto con Madison.
—¿Qué sucedió? —me preguntó con preocupación mi suegra. Me sentía tan culpable que se me atascaron las palabras en la boca.
—Señora, los frenos no funcionaban.
—¿Qué?
Nadie sabía lo que había sucedido con los frenos. Jayden se acercó a su madre para calmarla.
—La policía está revisando el auto y nos dirán lo que encontraron.
Mi suegra apretó los dientes y me miró con enojo, pero justamente en ese momento sacaron a Grace de la sala de operaciones. La joven estaba inconsciente, su rostro pálido, pero el doctor nos aseguró de que estaba bien y no había nada grave. Solamente había sido un corte, se veía mal, pero no era letal.
Todos dejamos escapar un suspiro de alivio hasta que Madison intentó crear discordia de nuevo.
—Mia, ¿por qué está Grace inconsciente? —me preguntó suavemente. Me volteé a ver a la hermana de mi esposo y mi suegra la vio también angustiada antes de voltearse hacia mí.
—¿Por qué mi hija está sangrando y tú no tienes ni un rasguño? 
Honestamente no sabía que decirle, así que simplemente bajé la cabeza y le pedí disculpas. Preferiría ser la que estuviera postrada en la cama del hospital ahora.
Madison no había terminado.
—Mia, Grace es la hermana menor de Jayden, incluso si hizo algo mal, no debiste...
—¿Qué estás diciendo? —le espeté directamente sin paciencia y esta tuvo el descaro de alejarse de mí aparentando miedo.
—No estoy diciendo nada, solo me preocupa de que te lo hayas tomado demasiado en serio...
—Madison, deja de dar vueltas al asunto y habla de forma clara —le grité con las manos temblando de la ira. Ella se mordió el labio inferior. 
—Ustedes pelearon antes de la cena, ¿no? Tengo miedo de que hicieras algo estúpido por eso.
—Suficiente —la interrumpió Jayden con seriedad. Madison se detuvo abruptamente y bajó la cabeza sumisamente.
—La policía me acaba de comunicar que parece ser que los frenos habían sido cortados por alguien más —les explicó a todos los reunidos antes de voltearse hacia mí. Me quedé observándolo y me dieron ganas de llorar.
—¿Sospechan de mí?
No podía creer lo doloroso que se sentía que una de las personas más importantes de tu vida considerara el hecho de que fueras capaz de lastimar a su hermanita. Su madre se acercó y me abofeteó.
—Mia, ¿cómo pudiste hacerlo?
Abrí los ojos de par en par y sentí el metálico sabor de la sangre en mi boca. No sabía cómo defenderme, pero justo en ese momento, la suave voz de Grace se pudo escuchar desde su cama.
—¿Cómo estás, bebé? ¿Mareada? ¿Estás cómoda? —le preguntó su madre después de correr a su lado. Jayden estaba a punto de intervenir cuando Grace me defendió a regañadientes.
—No es culpa de Mia, mamá. Si ella no se hubiera asegurado de voltear el auto para que no me chocaran mi lado, probablemente hubiera muerto.
Nunca hubiera esperado ver el día que Grace me defendiera frente a los demás de su familia. Claramente no lo estaba disfrutando, pero apreciaba que fuera sincera. Jayden se volteó a verme con el ceño fruncido.
—¿Estás lastimada?
—¿Recién te preocupas por mí? —le devolví con amargura, riéndome por lo bajo antes de salir de la clínica.
—¡Mia!
Madison me había alcanzado, no estaba de humor para sus juegos, así que traté de perderla.
—¿Por qué no quieres divorciarte? —me preguntó caminando detrás de mí. Me detuve y me puse el cabello desordenado detrás de las orejas.
—Simple, no quiero que te cases con él, quiero que seas la amante toda tu vida —le dije con una sonrisa a lo que Madison echó humo por las orejas.
—¡No creas que me quedaré de brazos cruzados! Esta vez te salvaste gracias a Grace, pero no siempre tendrás tanta suerte.
—¿Fuiste tú? ¿Tú eres responsable del accidente?
Solté un quejido, entendiendo finalmente los extremos a los que Madison estaba dispuesta a ir, no podía creerlo.