Capítulo 32
556palabras
2023-04-25 18:45
Soñé toda la noche con Jones Keston. En sus espaldas grandotas, sus brazos gigantes, su cuerpo fornido, sus músculos, su sonrisa, sus muslos tan divinos y varoniles, en su boca, sus ojos tan penetrantes. En mis sueños, me tomaba y me besaba con desenfreno, me mordía el cuello, metía su nariz entre mis senos y se apoderaba de todos mis encantos. Yo gemía de placer, me jalaba los pelos, obnubilada, sometida a su ímpetu, a su vehemencia y él seguía avanzando hacia mis intimidades como un río frenético y desbocado. Me sentía dichosa mientras avanzaba conquistando cada pedazo de mi cuerpo, estremeciéndose, volviéndome febril. Era delicioso estar allí, en sus besos y caricias, alcanzando mis tesoros más recónditos, tomándome haciéndome suya. Y yo también descubría más de él, y quedaba deslumbrada de su naturaleza tan enorme que lo volvía irresistible, demasiado sublime, y no hacía más que someterme a sus deseos.
Vanessa me tuvo que despertar porque gemía, me extasiaba, exhalaba sexo desenfrenada, sintiendo las manos de Jones, yendo y viniendo por mis curvas, acariciando mis piernas, mis nalgas y me sentí una bola de fuego, calcinando mis entrañas, sumida en plena excitación.
-¿Te sientes mal?-, se extrañó Vane.

Yo soplaba candela en mi aliento, tenía el corazón desbocado, estrellándose en las paredes de mi pecho y mi sangre era una olla a presión, en plena ebullición, chapoteando en mis venas. El fuego me salía por los poros. Ansiaba estar con Jones, mi cuerpo lo pedía a gritos.
-No, dije, tratando de contener mi respiración acelerada, una pesadilla-
-No parecía pesadilla-, echó a reír Vanessa.
Le seguí su risotada. -Un chico que conocí en la villa-, le confesé.
-Has venido a competir no a seducir hombres-, me reclamó sin dejar de reírse.
Cuando volví a dormir, nuevamente Jones apareció en mis sueños y esta vez me hizo suya, sin miramientos, sin compasión, invadiendo mis entrañas como un huracán que se desbordó por completo en mis abismos, igual a un tórrido río que me hizo alcanzar el clímax máximo de la sensualidad.

*****
Nos fue muy bien el primer partido, ante Colombia. Ganamos tres carreras a una. Empezamos muy nerviosas y el inning inicial lo habían hecho las chicas colombianas. Fue cuando entré a batear y conseguí dos batazos impecables, que permitieron la remontada. Después, Fernanda López consiguió la tercera carrera con lo que conseguimos la primera victoria.
La celebración en los vestuarios fue mismo carnaval. Nos pusimos a brincar como locas, a cantar, a tirarnos las toallas y a abrazarnos y reírnos. La entrenadora, Paula Cortés, me felicitó efusiva.
-Muy bien, Tatiana, estuviste excelente-, me decía. Mis amigas me lanzaban chorros de agua y yo solo reía contenta de haber hecho esos batazos.

Mi papá me llamó en video conferencia.
-No vimos el partido, me contó, no lo pasaron por ningún lado, ni en el internet, pero nos enteramos del resultado, estamos muy contentos, hija-
Yo estaba eufórica también. -Fue emocionante, papá, un partidazo. Hice dos batazos-, dije emocionada.
Mi mamá lloraba. -Cuídate bastante, come bien, frutas, jugo, no descuides la comida, toma tu leche-, me decía. A ella no le importaba el partido.
Me puse a llorar cuando me pusieron a Mofeta y mi perro movía la cola y ladraba feliz, viéndome en la pantalla. -Te quiero mucho, también-, le decía tartamudeando por el llanto.