Capítulo 24
1505palabras
2023-02-07 13:53
El rencor entre ellos había comenzado hacía tres años cuando un grupo de piratas secuestró un crucero de lujo con 10 000 personas a bordo y cortó todos los canales de comunicación posibles con el fin de esconderse en el océano Índico: el propósito era exigir un gran rescate. 
Para rastrear la ubicación exacta del barco cautivo, se consiguieron los mejores equipos de seguridad del mundo, y Nan Qi, también conocida como "Kite de la Alianza Negra", era una de las agentes que el País A había enviado.
Después de varios días de trabajo arduo, Qi por fin determinó el área donde se encontraba el crucero a través de la dirección de red pública; sin embargo, en el preciso momento en el que estaba por obtener la latitud y la longitud, un jáquer apareció de la nada y comenzó a atacar sin mediar palabra. 

Al principio, pensó que era alguien del lado de los secuestradores, así que tuvo varios enfrentamientos con la otra parte, pero al final, el pirata informático del País L confirmó primero la ubicación del crucero.
Eso significó un fuerte golpe para el País A, que era una superpotencia; y el equipo de Qi recibió sanciones por los errores que había cometido, les redujeron a la mitad el salario y el bono anual. 
Mucho tiempo después, descubrió que el misterioso jáquer al que le había dado batalla no era un terrorista, sino un misterioso empleado que pertenecía al ejército del País A, a quien le decían "T".
Cuando el presidente electo asumió, la Secretaría asignó a Qi para que se hiciera cargo del sistema de seguridad de la casa de Gobierno. 
Trabajó muy duro para lograr buenos resultados, pero después de que T vio su labor, dijo una sola palabra: basura. 
Qi recibió una nueva sanción y le redujeron una vez más el sueldo por seis meses. 

Después de eso, pasaron muchas cosas, pero en resumidas cuentas, los dos eran básicamente enemigos acérrimos.
Sabía que alguna vez se volverían a encontrar, pero no esperaba que fuera tan pronto. 
Furiosa, Qi irrumpió en el programa de su oponente y le dejó una nota: "T, ¿cuándo cambiarás la maldita costumbre de entrometerte en los asuntos de otras personas?". 
La otra parte reconoció sus hábitos de codificación y, de inmediato, respondió: "¿Kite? Tanto tiempo sin verte".

"¿Quién quiere verte? Vete, no te interpongas en mi trabajo". Qi escribió un nuevo mensaje.
"Yo también tengo asuntos importantes que resolver, así que cada uno debería ocuparse de lo suyo y no interponerse en el camino del otro", T respondió.
"Entonces renuncia y déjame entrar primero". Qi se mantuvo firme. 
"Lo siento, tengo prisa", T le contestó. 
Dado que cada uno había dejado clara su posición, no había nada más que decir, por lo que Qi continuó enviándole troyanos para lograr tomar el control. 
A T le llegó un código, por lo que eliminó otro, y de paso añadió su propio programa. 
Así, las ofensivas iban y venían hasta que después de media hora sin resultados, apareció un mensaje en la pantalla de la computadora de Qi que anunciaba que la transferencia había sido exitosa. 
Lanzó un largo suspiro de alivio, se deshizo de T sin despedirse, y lo que siguió fue mucho más simple. Qi fue muy ingeniosa, configuró su nombre y apodo para que el servidor las interpretara como un error en internet, cualquiera que publicara algo en esa plataforma recibiría un mensaje de contenido restringido unos minutos después.
En el dormitorio principal de la planta baja, Yanxi sacó las manos del teclado de la computadora y miró el código en la pantalla. Se quedó sin palabras. 
Al principio, pensó que sería muy sencillo hacer que Qi entrara en la lista negra de internet, pero no esperaba encontrarse con su némesis, Kite, quien también era Demon de la Agencia de Seguridad Nacional. 
¿No había abandonado la actividad? ¿Cómo pudo aparecer así de repente? Tenía que averiguar qué era lo que tramaba. 
Yanxi se levantó y bebió un vaso de agua helada; se sentó frente a la computadora y continuó revisando. 
Volvió a enviar un programa maligno, aunque Demon ya había afectado la aplicación otra vez y le había dejado un mensaje que decía: "¿Tienes prisa por reencarnar? ¿No puedes esperar a que yo termine primero?".
"Lo siento, estoy apurado", Yanxi tipeó sorprendido. 
"Por eso te pregunté si tenías prisa por reencarnar", Demon insistió.
"Problema mío, no te interesa. Sin comentarios", T respondió.
"Hacía mucho que no peleábamos, ¿verdad? Veamos si puedes atravesar el cortafuegos que te dejé. ¡Adiós!", lo desafió Demon y lo sacó al instante del dispositivo. 
Y no solo eso, atacó su sistema operativo de forma automática, y muchas ventanas emergieron en la pantalla. 
Una vez más Yanxi se quedó boquiabierto.
"Señor, aquí está el ungüento que me pidió", anunció el señor Cao que aguardaba en la puerta.
Después de pensar por un momento, Yanxi cerró la computadora, tenía que admitir que las habilidades de codificación de su oponente eran mejores que las suyas, y no había duda de que no sería capaz de descifrar el cortafuegos en lo inmediato, además, tenía algo más importante que hacer. 
Se puso de pie, tomó el ungüento del señor Cao y subió las escaleras. 
La puerta del dormitorio de Qi estaba abierta, por lo que entró sin pedir permiso.
"¿Qué haces?". La muchacha, que estaba sentada frente a la computadora, se sobresaltó.
"¿Qué haces tú? ¿No sabes que las embarazadas no pueden jugar en la computadora?". Yanxi frunció el ceño disgustado. En realidad, no era más que una jovencita que, no solo carecía de conocimientos, también de autocontrol.
"Estoy jugando...". Los dedos de Qi tipeaban a toda velocidad mientras, por dentro, maldecía a T con todo su ser, porque si él no hubiera causado tantos problemas, ella habría terminado hacía mucho tiempo.
"¿No escuchaste lo que dije?". Yanxi se enfadó aún más y se precipitó a su lado.
"Terminaré pronto, terminaré pronto...".
Se rumoreaba que Yanxi tenía algunas nociones de piratería informática, si él la veía jaqueando el sistema de otra persona no podría explicar cómo había adquirido ese conocimiento. 
Sentía el corazón en la boca mientras intentaba de forma frenética salir de la página. Sin embargo, era demasiado tarde, estaba a su lado y vio lo que tenía abierta en la computadora.
 "¿Te interesa la programación?", le preguntó sorprendido. 
"¿No dijiste que tengo un coeficiente intelectual bajo? Quiero aprender algo de programación para la educación prenatal", comentó con la mayor naturalidad que pudo, y comenzó a sudar frío.
Él en verdad sabía programar, y, por fortuna, ella salió rápido de la pestaña en la que se encontraba. 
Luego, volvió a la ventana inicial, ya que no necesitaba ninguna habilidad técnica para abrir esa página, cualquiera podría hacerlo. 
La programación y la codificación para niños eran muy populares, así que Yanxi no dudó de ella y le preguntó qué había aprendido.
"Me enteré que hay un delincuente al que llaman T, al parecer no es gran cosa, no sabe tanto. El incidente del crucero que conmovió a todo el país hace unos años se suponía que impresionaría al mundo, pero él se vio involcurado. No es gran cosa. Hay tantos perdedores en el mundo de la piratería, que no me gustaría que nuestro bebé aprenda a programar". Qi todavía no se podía sacar a T de la mente, así que aprovechó la oportunidad para despotricar contra él.
"Sabes mucho, pero ¿no crees que puede ser un problema con Kite?". Yanxi respiró hondo.
"¿Qué problema puede haber? Soy fanática de Kite". Ante eso, Yanxi se quedó sin palabras. Se hizo un largo silencio, la realidad era que no quería hablar al respecto, así que no le quedó opción más que cambiar de tema.
"Ve a acostarte y te aplicaré una pomada".
"Dámela, lo haré yo misma". Al ver que sostenía un frasco de medicina para aliviar la hinchazón y el dolor, Qi entendió al instante a lo que él se refería y se ruborizó.
"¿Acaso puedes ver por donde pasarla?", Yanxi le preguntó en un tono serio.
"¿Por qué me golpeas?". La muchacha se quejó con tristeza y luego se acostó en la cama con una actitud sumisa.
La vergüenza que sentía no tenía comparación con el dolor punzante que experimentaba en ese momento. Pero la alivió el fresco ungüento que Yanxi le frotaba en las nalgas con movimientos muy suaves y delicados. 
Poco a poco, la sensación de ardor fue desapareciendo. 
Qi entrecerró los ojos y gimió complacida como un gatito, Yanxi se sintió atraído frente a la cintura delgada y las nalgas turgentes de la muchacha. 
Los sonidos que emitía lo excitaban.
"Es suficiente", Yanxi determinó. 
No podía evitar pensar en aquella noche, piel con piel, y el embriagador aroma a jazmín en el cuerpo de ella... Cuanto más hacía memoria, menos se atrevía a continuar. 
En consecuencia, dejó el ungüento a un lado y salió de la habitación de prisa. 
Qi no entendía lo que sucedía, ella siempre sintió que había algo malo en él.