Capítulo 70
1685palabras
2022-09-29 00:02
Adriana
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"¿Por cuánto tiempo más piensas seguir leyendo?" Vincent preguntó. 

“Me quedaré aquí el tiempo que quiera, Vincent”, dije sin apartar los ojos del libro que estaba leyendo y pude sentir su intensa mirada desde el otro lado de la mesa. “¿No tienes adónde ir?” Pregunté, fastidiada de que me interrumpiera a cada rato. “M*ldita sea”, se quejó. “Empiezo a arrepentirme de haberte enseñado este lugar, y no, no tengo adónde ir, ¿recuerdas?” Preguntó, exasperado. “Pues no te sorprendas si ves que me mudo aquí”, respondí. “Tengo esperanzas de que no irás tan lejos”, dijo con sarcasmo. Levante la mirada para hacerle ver que no me estaba causando gracia y puse los ojos en blanco para enfatizar mi fastidio antes de volver a mi libro. Habían pasado tres días desde que Vincent me había traído acá por primera vez y no había hecho nada más que venir a leer. Y es que no podía evitarlo, los libros me hacían muy feliz. Por primera vez desde que había llegado a la mansión no había tenido ganas de huir. “Adriana, ya vámonos”, Vincent dijo con urgencia. “Tenemos que irnos o llegaremos tarde”. Resoplé ante la idea de salir de la biblioteca. “¿No puedo quedarme acá?” Pregunté. “Una cosa es ir al mar a nadar, ¿pero una fiesta en la playa? No, gracias”, dije. “De todos modos, no es como si pudieras escoger entre ir o quedarte”, Vincent me recordó. “Si te niegas a ir, Draven te hará ir, de una u otra manera. Lo sabes, ¿verdad?” Suspiré e hice una mueca fea mientras Vincent ponía sus antebrazos sobre la mesa, sonriendo. Me encogí de hombros y decidí seguir leyendo. “Hablando de Draven, ¿puedo preguntarte algo?” Dije. “Mmm”, Vincent murmuró. “Es sobre él y Lianna”, empecé a decir, levanté los ojos sin mover mi rostro y vi que Vincent se mordía el labio inferior, como si estuviera dudando si hablar o no. Luego se apoyó en la silla y sacudió la cabeza. Era obvio que había decidido no decir nada y que no le gustaba dónde estaba yendo la conversación, sin embargo, no me importaba y, como no tenía nada que perder, decidí seguir. “¿Cuándo estuvieron juntos eran… no sé… felices?” Pregunté. “Se supone que no debo hablar de eso”, Vincent respondió. Dejé el libro a un lado al ver que no iba a dar su brazo a torcer y suspiré, frustrada. “Por favor”, supliqué. “Te prometo que no diré nada”. “No, si Draven quisiera hablar de eso, él ya lo habría hecho. No estoy en posición de decirte algo que él no quiere”, Vincent dijo en voz baja. Me paré y fui hacia donde él estaba para sentarme a su lado. “Quiero saber, Vincent”, insistí. “Me lo merezco. Ese asunto me tiene muy inquieta”. Aun así, Vincent se veía muy decidido. “Entiendo, pero no puedo hablar de eso, ¿de acuerdo?” Dijo. “Esos son asuntos privados de Draven y no puedo faltarle el respeto y hablar de eso con otra persona”. “Sabes que no es así, Vincent”, afirmé en un último intento de convencerlo. No obstante, Vincent sacudió la cabeza y me dio la espalda. “Solo dime, por favor”, supliqué una vez más. “¿Por qué eres tan insistente?” Vincent se quejó. Resoplé ante sus palabras y me quedé callada un rato. “No parecía que fuera feliz con ella, cada vez que menciono su nombre, él se enoja conmigo”, anuncié. “Adriana, él estaba enamorado de ella. Estaban enamorados, ¿okey?” Vincent volteó a mirarme mientras sentía que mi corazón daba un vuelco. “Draven no era él mismo cuando estaba con ella”, agregó. “Era diferente. Era más amable y cariñoso, y no tenía problemas con su carácter en ese entonces. Eso es decir mucho, creo. Nunca lastimó a nadie, a menos que tuviera que hacerlo”. Al escuchar esto, el nudo que tenía en la garganta se hizo más grande. “Draven era… diferente”. Concluyó con un suspiro. Me quedé en silencio un largo rato, sintiendo cómo mi mente iba aceptando la realidad. Draven estaba enamorado de ella. Él era diferente cuando estaban juntos; era una mejor persona. Entonces, ¿por qué cuando estaba conmigo me trataba tan diferente? ¿Qué era yo para él? ¿Por qué no me había mostrado su lado amable? Pese a que eran muchas preguntas, la respuesta era simple: él no estaba enamorado de mí. Él no me amaba y probablemente nunca podría llegar a amarme de la misma manera que la amaba a ella. Yo no era ella y nunca podría serlo. Si bien era cierto, no pensaba que me amara de la misma manera que él la había amado, la realidad igual me dolía y tenía que aceptar el hecho de que él no me veía de la misma manera como la había visto a ella, y probablemente nunca lo haría. Yo era diferente a Lianna. No era mejor, solo diferente, y él nunca podría amarme como yo quería que lo hiciera. Aun así, no podía evitar preguntarme si solo era yo la que esperaba algo más de nuestra relación. ¿Qué era lo que él pensaba? “¡Adriana!” Escuché a Vincent gritar y me sobresalté, volviendo a mis sentidos al ver que Vincent dejaba de agitar sus manos frente a mi cara. “M*ldita sea, te he estado llamando varias veces”, dijo. “¿Estás bien?” “Sí, sí”, respondí, mirando a todos lados menos a él. “Ya vámonos. Llegaremos tarde”. “Pensé que no querías ir”, Vincent dijo, entrecerrando los ojos. Me encogí de hombros y salí de la biblioteca, dejando el libro que había estado leyendo sobre la mesa. Ya no me importaba cómo terminaba la historia. Era la primera vez que abandonaba un libro sin terminarlo.
Esa noche llegamos a la fiesta en la playa y me sentí muy aliviada de que Draven no nos hubiera acompañado. Aparentemente, había tenido algo qué hacer y se uniría a nosotros más tarde. Gracias a Dios por eso. Me estremecí al bajar de la camioneta, ya que una brisa fría rozó mi piel y no pude evitar lamentarme por el hecho de que solo estaba usando un sostén de bikini deportivo blanco y una falda turquesa larga y suelta. De todos modos, se suponía que esta era una fiesta en la playa, así que no tenía muchas opciones en cuanto a atuendos para escoger. De pronto, escuché a algunos hombres que pasaban y que me silbaban, mirándome con lujuria. “Váyanse a la m*ierda antes de que les arranque los ojos”, Raymond exclamó. Intercambiaron miradas y, al final, los hombres se fueron. Era obvio que no querían meterse con los vampiros. Nadie se atrevía a hacerlo y no había una sola persona en toda la ciudad que no conociera a los hermanos Ardelean. Supongo que vivir con ellos tenía sus ventajas. La fiesta comenzó un rato después que llegáramos y ahora todos tiraban y arrojaban vasos de cerveza por todo el lugar mientras la música sonaba a través de los parlantes. “Recuerda que tienes que tener mucho cuidado, ¿de acuerdo?” Vincent murmuró, poniendo un brazo alrededor de mis hombros y acercándome a él. “Voy a estar bien, Vincent”, dije. “Gracias de todos modos”. “Lo sé, solo quería recordártelo”, Vincent agregó. De repente, se inclinó para besarme la frente y su gesto me desconcertó un poco, pero decidí ignorar mi incomodidad. Se fue entre la multitud y varias chicas lo rodearon de inmediato y lo empujaron a bailar, haciendo twerking frente a él y sacudiendo su trasero para él. “Sabes que te estás perdiendo de toda la diversión, ¿verdad?” Ferra dijo en voz alta cuando pasé junto a ella. Dejé escapar un suspiro. No quería tener que lidiar con ella. “La idea de estos eventos es que nos divirtamos mientras duren”, agregó. Me mostró sus dientes blancos como perlas en una sonrisa y entrecerré los ojos. “¿Por qué no te nos unes?” Jason preguntó. Estaba bailando detrás de Ferra mientras ella movía sus caderas contra su cuerpo. Negué con la cabeza, pero luego me invadió la duda por lo que Ferra me acababa de decir. ¿La idea era que me divierta mientras dure? Ella tenía razón. ¿Qué cosa podía pasar? Tal vez un vampiro terminaba enamorándose de mí, y, ya que hablábamos de vampiros, Draven era… sacudí la cabeza. ¿En qué demonios estaba pensando? “Al diablo todo”, murmuré y me abrí paso entre la multitud para bailar al ritmo de la música. Para ser sincera, fue un sentimiento increíble. No tenía idea de que bailar y divertirme sin emborracharme se podía sentir tan bien. Estaba en mi sano juicio y… estaba disfrutando el momento. Tras bailar un par de canciones, me abrí paso entre la gente para ir a la mesa de bebidas. Cogí una Coca Cola y me la tomé de un sorbo. Luego miré a mi alrededor y mis ojos se posaron en nada más y nada menos que el infame imbécil, que caminaba hacia la playa vestido con una chaqueta de cuero negra y una camisa blanca debajo. Lo vi detenerse a mitad de camino y quitarse la ropa a toda prisa para quedarse solo con unos pantalones cortos que le llegaban a la rodilla. Sentía que tenía la boca abierta, aunque no me había dado cuenta en qué momento la había abierto, así que la cerré y aparté mis ojos de sus músculos tonificados. Vi que miraba alrededor del lugar y desvié la mirada, dándome la vuelta y respirando hondo para calmar mis nervios. Justo cuando estaba por alejarme de la mesa de bebidas, me choqué contra algo duro y al levantar la vista, vi el pecho d*snudo de Draven, que me miraba con los ojos entrecerrados, examinando mi atuendo y suspirando en el proceso. “¿Qué pasa con tu ropa?” Preguntó. Por supuesto, lo primero que tenía que hacer al llegar a la fiesta era enfadarme conmigo por alguna idiotez. Después de todo, yo no era Lianna y nunca podría serlo, ¿verdad? No. Draven no era amable ni mucho menos cariñoso conmigo. “¿Qué tiene mi ropa?” Pregunté. “Casi no tienes nada puesto”, dijo casi en un susurro. Al escucharlo, puse los ojos en blanco y lo ignoré para agarrar otra bebida.