Capítulo 62
1847palabras
2022-09-21 00:01
Adriana
Otra noche más, otro evento más y un nuevo atuendo. Miré mi vestido color rojo que me llegaba a la mitad de los muslos y suspiré. Pese a que era un atuendo simple, también era muy elegante. Aun así, estaba harta de estos eventos anuales. Para mí, todo esto parecía surreal, como si todos estuvieran actuando, y lo más probable era que así fuera. Los humanos aparentaban ser amables y razonables alrededor de los vampiros, mientras que los vampiros los trataban de igual manera. Era muy inmaduro y ridículo, sin embargo, así era como mantenían la "paz". Ya había aprendido a aceptarlo. 
"¿Estás lista?" Vincent preguntó desde el otro lado de la puerta. Murmuré algo para mí misma antes de emitir un suspiro. "Te escuché", Vincent dijo apenas entró en mi habitación. Puse los ojos en blanco, me puse los tacones negros y, de tan solo pensar en que la noche recién estaba por empezar, me sentí desesperanzada y me tiré en la cama. 

"¿Qué pasa?" Vincent preguntó, preocupado. 
"Nada", respondí casi al instante y en voz un poco alta, como si estuviera harta de todo. Para ser sincera, lo estaba. De todos modos, tenía que salir de la habitación si no quería llegar tarde. Me senté en la cama y vi el traje negro que Vincent estaba usando; iba muy bien con su cabello suelto. 
"¿Estás segura?" Vincent insistió. "Porque vine para advertirte sobre Dexter, tienes que tener cuidado, ya que..." 
"Ya que es posible que él también asista al evento", lo interrumpí. "Lo sé". Me paré de la cama y puse los ojos en blanco. El evento todavía no empezaba y ya estaba agotada. "Si quieren protegerme, deberían dejar que me quede aquí. Pero no, tienen que obligarme a asistir, ¿no?" Dije con sarcasmo. 
Al oír esto, Vincent se rio mientras caminaba hacia mí. "Solo tienes que estar ahí hasta que termines el discurso, amor", dijo. "No te tomará mucho tiempo".
"Sí, pero odio ese discurso estúpido", respondí, indignada. "Bienvenidos. Es un placer tenerlos aquí. Por favor, siéntense y escuchen todas las mentiras que tengo que decirles sobre los vampiros y..." 

"Adriana, cálmate", Vincent impidió que termine de hablar. Lo vi contener la risa y me estremecí cuando apartó algunos pechones de cabello de mi rostro para ponerlos detrás de mis orejas. "Estarás bien. No dejaré que nada malo te pase", murmuró. Mi corazón empezó a latir rápido ante sus palabras. 
"S-sí", dije. Quise retroceder para poner cierta distancia entre nosotros, pero sentí la mano de Vincent en mi cintura, acercándome hacia él. Puse mis manos sobre su pecho para que no se acercara más, y lo miré, confundida. Vi que sus ojos recorrían mis ojos y mi cabello hasta detenerse en mis labios. 
"¿Qué estás haciendo?" Pregunté, soltando una risa nerviosa. A pesar de que estábamos muy cerca, estaba intentando hacer todo lo posible por ignorar la manera en la que me estaba mirando. 
"Eres demasiado perfecta, Adriana", Vincent dijo en voz baja. Todo lo que estaba pensando se desvaneció en un instante y ahora mi mente solo repetía lo que acababa de decir una y otra vez. Mi corazón estaba latiendo aún más rápido y vi mi reflejo en sus hermosos ojos azules. Traté de ver si me estaba mintiendo o no. Al parecer era sincero, porque no vi ni un rastro de duda en sus ojos. Aproveché que tenía mis manos en su pecho para empujarlo suavemente y cuando por fin logré que me soltara, exhalé, aliviada. "Gracias", dije. Vincent me sonrió y me pellizcó las mejillas. Luego salió de la habitación, dejando la puerta abierta. Tan pronto como se alejó, respiré hondo, llevándome la mano al pecho para tratar de calmar los erráticos latidos de mi corazón. Lo que Vincent acababa de hacer fue extraño.

...
Miré a los desconocidos y las desconocidas que habían venido al evento e hice todo lo posible por mantenerme erguida y calmada. No obstante, era difícil que no me sintiera incómoda. Podía sentir la mirada de los chicos, que no dejaban de verme ni por cinco segundos. Al hablar de los chicos me refiero a los hermanos Ardelean, que se suponía eran los encargados de "protegerme" esa noche. Ellos tenían que asegurarse que no me pasara nada malo hasta que terminara mi discurso, eso significaba que todavía tenía que estar ahí, con esos lamentables seres humanos, durante una hora más. 
"¿Adriana?" Escuché una voz familiar decir y me volteé para encontrarme con Emily, una de mis mejores amigas de la secundaria. Antes de que pudiera reaccionar, ella se arrojó sobre mí y me abrazó con fuerza, repitiendo mi nombre una y otra vez, como si estuviera feliz de verme. 
“¡Dios mío, te extrañé mucho!” Emily exclamó con sus ojos verdes brillantes. Asentí con una sonrisa, puesto que también estaba contenta de verla después de tanto tiempo. "¡Tienes que contármelo todo desde el principio!" Agregó. Hablaba muy alto y la gente alrededor se volteó a vernos. "Ni siquiera puedo creer que te hayan escogido", dijo. "Eres muy suertuda. Sin embargo, no he escuchado nada de ti en mucho tiempo. ¿Qué pasó?" Cuando por fin terminó de hablar, me sentí abrumada por todas las cosas que quería que le dijera. No sabía por dónde empezar, así que solo me reí y vi que Emily negaba con la cabeza, su cabello dorado ondulado se movía con de un lado a otro. 
"Emily, cálmate. Que me hayan escogido no es gran cosa", murmuré, mirando a Raymond, Alaric, Finn y Kevin, que nos estaban mirando fijamente. Pese a que sentía que sus ojos no se movían ni por un segundo, decidí ignorarlos. 
"¿No es gran cosa? ¿No es gran cosa?" Emily preguntó, indignada. Parecía que no se daba cuenta de que no solo tenía los ojos de los chicos puestos en ella, sino que estaba llamando mucho la atención. "Está bien. Entiendo que pienses de esa manera. Aun así, tienes que reconsiderar los hechos. Draven Cruz fue el que te escogió, ¿entiendes? No fue cualquier vampiro, sino Draven Cruz..." 
"Lo sé, pero..." quise interrumpirla para que hable un poco más bajo, ya que no quería que siguiera llamando la atención. No obstante, ella me interrumpió.
"Así que contrólate y mira a tu alrededor", siguió hablando como si yo no hubiera intentado interrumpirla. "¡Esto es todo tuyo y pronto tendrás mucho más! Ahora, piensa, ¿sigues creyendo que no es gran cosa?" Preguntó, agitando las manos alrededor de la habitación. Parecía que había perdido la cordura y me sonrojé un poco ante su optimismo. 
"Lo sé", dije. "Pero, Emily, tú sabes mejor que nadie que yo nunca he sido fan de los vampiros". Vi que Emily abrió la boca para decir algo y que la cerró de nuevo casi al instante. Sus ojos ya no estaban puestos en mí, sino que estaba viendo algo a la distancia. 
"¿No crees que eso es muy grosero de tu parte, gatita?" Raymond susurró en mi oído. Me sobresalté por la sorpresa y al voltear, lo vi parado con Finn, Kevin y Alaric. 
"¿En serio crees que somos tan malos?" Alaric preguntó en un tono sarcástico. Puse los ojos en blanco antes de voltear a ver a Emily, que se veía muy contenta. No podía dejar de ver a los chicos ni por un segundo. En cierto modo, entendía cómo se sentía. Si un montón de diosas griegas se aparecieran frente a mí, tal vez reaccionaría de la misma manera. 
"Claro que no, ella solo estaba bromeando", Emily dijo, extendiendo su mano hacia Raymond, quien la sostuvo para besarla. Estaba segura que ese gesto hizo que a mi amiga casi se le saliera el corazón por la boca. "Me llamo Emily", agregó en un tono muy agudo que casi me hace reír a carcajadas.
"Yo soy Raymond, y estos son Alaric, Finn y Kevin", Raymond dijo mientras cada uno de los chicos le sonreía a Emily al escuchar su nombre. Levanté una ceja al ver que estaban comportándose muy extraño. 
"Gusto de conocerlos a todos, yo..." Emily dijo, pero antes de que pudiera seguir, la interrumpí.
"Ya nos vamos, tenemos mucho de qué hablar", anuncié. "¿No querías que te contara todo lo que había pasado desde la última vez que nos vimos?" Agarré su mano y vi que me estaba mirando, confundida, aunque sabía que no debí decirle que teníamos que hablar en privado, ya que eso era lo que ella menos sabía hacer.
"¿De qué tienen que hablar?" Al escuchar esto, tanto Emily como yo paramos en seco y nos volteamos para ver a Vincent, quien miraba a Emily como si sospechara de ella. Resoplé y agarré más fuerte a mi amiga. 
"Por favor, chicos, estoy bien", dije, cansada de que me sobreprotegieran. "Déjenme conversar con Emily sin escucharnos a escondidas. Ella es mi amiga de la infancia, así que dejen las sospechas". 
"¿Entonces por qué no podemos unirnos a la conversación?" Raymond preguntó sonriendo de oreja a oreja.
"Sí", Finn agregó. "Somos muy divertidos". 
"Incluso podemos hablar de chicos, si quieres", Vincent dijo. 
Resoplé y puse los ojos en blanco, seguí caminando mientras llevaba a Emily casi a rastras conmigo. Quería irme lejos, fuera de este lugar y de los ojos de esos vampiros que no me dejaban en paz. A mi paso, empujé a Edward, que se apareció frente a mí de la nada y fui de frente a la mesa donde estaban los aperitivos. 
"No puedo creer lo que acaba de pasar", Emily dijo echándose aire en el rostro con la mano. Hasta para calmarse era dramática.
"Dios mío, Emily, por favor", exclamé, fastidiada. 
Aun así, ella pareció no escucharme. "Ellos me hablaron", agregó. "Se presentaron y..." 
"¡Emily!" Grité, interrumpiéndola. Al escucharme, dejó el dramatismo y me sonrió, suspirando. "Bueno, ahora sí, dime, ¿cómo estás? ¿Cómo están tus padres?" Pregunté. 
Emily se encogió de hombros. "Estoy igual que siempre", respondió. "Y mis padres también. Papá se niega a pagar la manutención de sus hijos y mamá se vuelve loca y hace berrinche de vez en cuando, ya sabes. Lo mismo de siempre, y no parece estar mejorando". Vi cómo sus ojos dejaban de brillar al hablar de sus padres y me sentí mal por ella. 
"Qué pena", dije. "Pensé que todo mejoraría después de la secundaria". Apreté sus hombros para darle energías  y para que supiera que podría recurrir a mí si me necesitaba. 
"No", Emily respondió con una sonrisa. "Para ser honesta, las cosas solo empeoraron después de la secundaria. De todos modos, tengo esperanzas de que algún día mi situación mejore. No puedo seguir lamentándome por cosas que no puedo cambiar, ¿verdad?" Sonreí y asentí con la cabeza, intentando mostrarle que estaba de acuerdo con lo que había dicho, y decidí dejar ese asunto de lado, puesto que seguir hablando de lo mismo arruinaría la alegría de esta noche. Emily y yo nos quedamos hablando un rato más y, cuando ella tenía que irse, la despedí con la mano y con una sonrisa de oreja a oreja. No dejé de sonreír hasta que la vi desaparecer entre la multitud.