Punto de vista de Adriana.
"¡Dios!", exclamé en silencio deseando que la tierra me tragara. Al mismo tiempo, luché para contener mis lágrimas. ¿Por qué tuve tanta mala suerte? ¡Entre tantas mujeres bonitas, me eligió a mí!
Cuando pasé junto a Draven, sentí que me devoró con la mirada, pero mantuve la cabeza inclinada. Al estar parada frente a la multitud, me arrepentí de no haber huido hace un momento. Susurros y aplausos llenaron la sala mientras todos nos felicitaban, pero ni siquiera me mostré emocionada. Simplemente me quedé rígida y con la mirada fija en el suelo mientras me preguntaba a mí misma una y otra vez: "¿Por qué, por qué yo?".
"Lo siento, pero, como todos saben, Draven no acostumbra a aguantarse", dijo alguien. Al instante, todos se rieron a carcajadas sin importarles en absoluto los sentimientos de las mujeres.
¡Por Dios! ¡Era imposible no detestar a los vampiros! Buscaban complacerse a sí mismos a costa del sufrimiento de los demás. "Espero que llegues a las nubes esta noche", dijo una voz desconocida. De repente, algunas personas corrieron hacia la mesa de aperitivos y las demás siguieron felicitando a las chicas elegidas, excepto a mí. Nadie quería elogiarme después de lo que estuve a punto de hacer.
"¡Muchas gracias!", respondieron las chicas mientras abrazaban y sonreían a todos los que las admiraban por su gran dicha.
Aunque podría haberme sentido mal por no recibir ningún elogio, me mantuve firme y serena. A decir verdad, no era fuerte ni valiente como probablemente lo eran las otras chicas elegidas. Sin embargo, no era tan tonta o ingenua como ellas. No me sentí halagada cuando me eligió y jamás me sentiría como tal. De hecho, ni siquiera deseé asistir a la ceremonia, así que lo único que sentía era impotencia.
En medio del alboroto, algunas preguntas rondaron por mi cabeza: "¿Por qué no me escondí tan pronto como entré, como lo había planeado durante las últimas dos semanas? Si los vampiros no existieran, ¿nuestro mundo sería distinto? ¿Qué pasaría si no hubiese cumplido los 18 años hasta ahora? ¿Dónde estaría en este momento?"
Me sentí aturdida ante tantas interrogantes, así que cerré los ojos, respiré hondo e intenté calmarme. Al fin y al cabo, no ganaría nada enfadándome. Más bien, debía pensar en la manera de cómo huir sin levantar ninguna sospecha.
De repente, miré a Draven y, sorprendentemente, él tenía los ojos fijos en mí.
Rápidamente desvié mi mirada hacia el piso de mármol. Todo mi cuerpo temblaba y tenía el presentimiento de que nunca más volveré a ver a mis padres.
Al pensar en esto, sentí que mi corazón se destrozó. Al mismo tiempo, sentí rabia, pero hice mi mejor esfuerzo para disimular. "¿Señorita Reed?", dijo una voz desconocida. Alcé la mirada y vi que un hombre de unos 20 años me miraba con preocupación. "¿Por qué lloras?", me preguntó. Ante esto, la mitad de la habitación quedó en silencio. Lo miré confundida y quedé en shock, pero pronto recobré el sentido.
De inmediato, me toqué las mejillas y, efectivamente, las yemas de mis dedos se humedecieron. "Esto, esto no es lo que parece...", dije, provocando que la gente susurrara sin parar. De repente, una dama me preguntó: "Señorita, ¿no está feliz de haber sido elegida?". Al mismo tiempo, la multitud me miraba con disgusto mientras fruncía el ceño. Era evidente que pensaban lo peor de mí y me calificaban como una tonta. Enseguida, tartamudeé: "No es eso, estoy contenta, pero...", antes de que pudiera terminar, alguien agarró mi muñeca con tanta fuerza que no pude evitar hacer una mueca de dolor.
¡Se trataba del demonio Draven Cruz! A pesar de que estaba en silencio, la fuerza que ejercía sobre mi muñeca dejaba en evidencia su furia. "E-espera...", tartamudeé mientras trataba de seguir su ritmo rápido cuando salía del salón de baile. Sin embargo, él me ignoró y ni siquiera redujo la velocidad. Antes de que abriera la boca para disculparme, se dio la vuelta y me golpeó los hombros contra la pared más cercana. Sintiendo un dolor profundo, levanté la mirada y descubrí que Draven tenía los ojos fijos en mí. Mientras él me miraba con odio e ira, yo lo único que suplicaba era una pizca de compasión.
"¿Por qué diablos estás llorando?", espetó en voz alta. Me encogí y presioné mi espalda aún más contra la pared mientras pensaba en una respuesta apropiada. "Lo siento, estaba asustada", tartamudeé. De repente, las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Sentí un nudo en la garganta, pero al mismo tiempo anhelé poder estrangularlo. "¡Me importa más una m*erda que tus miedos!", replicó, golpeando sus manos a cada lado de mi cuello contra la pared. Frente a esto, mi cuerpo se estremeció y presioné mis labios con fuerza.
"Te elegí porque me gustaste, ¡pero no te atrevas a poner a prueba mi paciencia!", espetó. Asentí, pero no pude controlarme y un sollozo escapó de mis labios. A juzgar por la reacción de Draven, su ira se incrementó.
"Así que te sugiero que te controles", agregó mientras agarraba mis mejillas con tanta brusquedad que instintivamente sostuve su muñeca esperando que me soltara, pero en lugar de eso, las sujetó con más fuerza e incluso levantó mi rostro para mirarlo a los ojos.
"¡Antes de que te obligue!", escupió sin remordimiento. Luché contra las lágrimas y asentí, sintiendo que mi corazón me suplicaba para que lo masacrara, pero mi cerebro luchaba por mantener la compostura.
"S-sí", tartamudeé. Enseguida, él aflojó su mano, pero todavía me miraba a los ojos mientras yo me secaba las lágrimas respirando temblorosamente. "Ahora ve y diles que te malinterpretaron, ya que las lágrimas no eran de miedo, sino de alegría", ordenó con rectitud. Yo asentí y junté las manos intentando controlar mis tembladeras.
Antes de regresar al salón de baile, un brazo se deslizó alrededor de mi hombro. Al llegar, suspiré y me aclaré la garganta mientras miraba a los hombres y mujeres mirándonos con sospecha. "Lamento lo sucedidó", dije forzando una cara serena mientras apretaba mis manos con más fuerza.
"En realidad, estaba feliz y emocionada", mentí, mirando a Draven que seguía mirándome sin ni siquiera pestañear. A decir verdad, nunca me había sentido tan mal por haber inventado una mentira.
Después de unos minutos de silencio, todos se rieron y aprobaron mis palabras o, al menos, eso reflejaron. Enseguida, miré a Draven, quien justo ahora se estaba inclinando un poco. Apretó mis hombros con tanta fuerza que no pude evitar morderme el labio inferior para evitar lloriquear.
No tenía dudas de que este hombre me odiaba desde ya, pero no entendía qué quería ahora. "Deja de temblar", susurró en mis oídos rechinando los dientes. Traté de calmarme, pero se me hacía demasiado complicado.
De repente, apartó el brazo y se alejó. En este momento, por fin suspiré aliviada. Sentí que me quitaron una tonelada de ladrillos del pecho y la calma regresó a mi cuerpo.
Después de casi media hora, la ceremonia terminó y todos salieron de la habitación, dejándonos solas a las cinco chicas elegidas y a los vampiros. Tenía que admitir que todos eran guapos, pero, afortunadamente, a mí no me importaba el físico en absoluto. Siempre pensé que un cuerpo o una cara bonita se desvanecen, pero un alma buena es eterna. Por tal motivo, los vampiros, que no tenían alma ni corazón, no eran de mi interés.
"¡Bienvenidos!", dijo Tyrell mientras caminaba hacia nosotras con los brazos abiertos. Las chicas se apresuraron a darle un abrazo, pero yo no moví ni un dedo. Más bien, mis ojos estaban concentrados en la espectacular decoración del salón de baile. "Las llevaré a sus habitaciones", dijo Draven de repente. Al escuchar su voz, me puse en sobresaltos, lo busqué con la mirada y lo vi caminando hacia nosotras. Su temperamento era frío como siempre y ni siquiera se molestó en mirarme; parecía ser invisible ante sus ojos. "Sus equipajes han llegado", dijo mirándonos a todas antes de que las chicas le sonrieran. "Síganme", agregó. Posteriormente, salió y nosotras lo seguimos sin cuestionar nada.