Las cosas a mi alrededor están borrosas y con dificultad trato de enfocar el lugar de donde proviene la voz del hombre de las nieves.
—Heyyy —saludo emocionada a mi hermano—. Pensé que estabas en un viaje de trabajo.
—Solo me fui por dos días Ivana. Ya han pasado cuatro.
—¿Cuatro? ¿En serio? Wow.
—¿Cuántas botellas de eso te has tomado?
Miro la botella en mi mano, luego a mi hermano que si no estuviera tan ebria podría asegurar que por primera vez noto una emoción en su rostro… y parece muy enfadado.
—Puff —es el único sonido que sale de mí.
—¿Para esto querías estar sola?
—Noooo… yo solo quería pensar.
—Y supongo que vas a pensar mejor con tanto vino y comida basura —Carlos mira el tiradero que hay por toda la sala y me fulmina con la mirada—. Pues en vista de que al igual que nuestro revoltoso hermano, tú también necesitas niñera. Recoge tus cosas y nos vamos a la casa ahora mismo. Así puedo vigilarlos a los dos.
—¡¡NOOO!! —corro hacia Carlos y caigo de rodillas. Me aferro a su cintura y lloro como un bebe— Por favor, por favor. No me obligues a volver. Prometo portarme bien —Me levanto y corro a la cocina, abro las botellas que aún siguen llenas y comienzo a botar su contenido por el fregadero— Vez. Ya se fue el vino… Adiós vino —me despido de mi compañero en los últimos días mientras desaparece. —Y la comida… en mi defensa tú no tienes nada aquí. Y a los alrededores no hay mucho de dónde escoger.
—Si fueras una persona responsable, abrías comprado alimentos ates de venir a un lugar, que sabes, está retirado de la sociedad.
—Es que… iba a hacerlo, pero luego sucedió algo… —el licor en mi sangre potencializa la emoción del recuerdo y por la cara de mi hermano sé que me debo ver peor de lo que me siento— Solo quería estar sola.
Me siento en el sofá y cubro mi rostro con mis manos mientras el llanto sale sin control.
—Iv. Cálmate. —la petición de mi hermano sale como una orden y solo sirve para que me sienta peor— Ivana si no te calmas en este momento, voy a llamar a mamá.
—¡Qué feo que seas así! Acaso no te compadeces de que tu hermana pequeña tenga el corazón roto en un millón de pedacitos. ¡No vez que me duele el alma! —me levanto y me pongo frente a él retándolo— Haber dime… como haces para no sentir nada ¿Ha? No seas egoísta. ¡Dímelo! —golpeo su pecho con rabia y la mano que me lastime días atrás se reciente un poco, y es suficiente para recordarme lo que sucedió en aquel camerino… el momento en que todo comenzó.
Carlos me toma por los hombros y me cobija en un abrazo.
No dice nada.
No sé de dónde saco más lágrimas, pero no puedo parar de llorar. Todo el cuerpo me tiembla y el alcohol en mi sistema comienza a rebelarse.
Suelto a mi hermano dejándolo confundido en medio de la sala y salgo corriendo hacia el baño.
Litros de líquido entre rojo y morado salen por mi boca dejando un desastre en todo mi sistema digestivo.
Vomito hasta que ya no queda nada más.
—Lo siento… —le digo a Carlos que me observa desde la puerta— Lo siento.
—¿Te siente mejor?
—No…
—Okey… Vamos a hacer algo. Tú vas a subir y te vas a dar una ducha, con agua fría, mientras yo te preparo algo decente que comer.
—Jummm —me quejo— ¿Y tiene que ser fría?
—Si Ivana. Tiene que ser fría.
Intento ponerme de pie, pero las piernas me fallan.
—¿Necesitas ayuda?
—¿Qué? ¿Acaso me vas a bañar? No seas ridículo…
—Me refiero a darte una mano para levantarte. Báñate sentada en la bañera y usa la regadera de mano. Así es más seguro.
Mi hermano me carga como a un bebe y me lleva al baño del segundo piso, cierra la puerta y me deja sola con mi desastre.
Me toma más tiempo del que me gustaría admitir, mantener el equilibrio, y aún más, quitarme la ropa, pero lo hago y aunque el agua fría me estremece al principio, se vuelve purificante y poco a poco voy recuperando el control sobre mi cuerpo.
En media hora estoy lista. Cuando salgo del baño, el olor a pasta recién hecha hace que mi estómago clame de ansias.
Corro a la cocina y no puedo creer lo que veo.
Ensalada, pasta a la boloñesa, queso, caldo de pollo y limonada. Todo puesto de forma elegante como si fuera un banquete.
“El perfeccionismo de mi hermano es algo espeluznante, pero en este momento se agradece.”
—¿Hiciste todo esto para mí? —digo llevándome las manos al corazón y haciendo un puchero tratando de demostrar lo mucho que me conmueve.
—Espera un minuto— le dice a la persona con quien habla por celular y luego se dirige a mí mirándome de arriba abajo confundido— ¿Por qué traes puesta mi ropa?
—Porque la que tenía se ensució y por más que la lave, no creo volver a usarla jamás.
—¿Y no trajiste más?
—Nop ¿Cuál es problema? Se me ve genial, ¿No crees?
—Sabes que no me gusta que toquen mis cosas Ivana.
—Por Dios… solo es un suéter y una pantaloneta. No exageres. Soy yo, no una aparecida que se mete en tu casa y te roba las cosas.
—Como sea. Solo siéntate y come —dice y voltea para seguir con su llamada.
—¿No vas a cenar conmigo?
—Estoy trabajando.
—Pues deja de trabajar. No quiero cenar sola.
—Solo… —mi hermano está comenzando a perder la paciencia. Y lo entiendo. Ni siquiera yo comprendo por qué me estoy comportando así— Dame un minuto. —dice entre los dientes y continua con su llamada.
Mientras tanto me encargo de servir la comida.
“Me muero de hambre.”
Aún me siento un poco ebria, pero creo que el peligro de devolver lo que como, ya paso.
La llamada de Carlos sigue en curso y yo me aburro. Me tomo el caldo como si se tratara de agua, saboreo un poco la salsa de mi pasta y como algunos tomates de la ensalada.
—Deja todo sobre mi escritorio. En par de horas estoy hay y…
—¿Vas a dejarme sola?
—Dame un mínimo —le dice a su interlocutor al otro lado de la línea— Creí que lo querías era estar sola.
—Sí. Pero ya que estás aquí puedes quedarte conmigo.
—Iv… no entiendo ¿Qué te pasa? Porque te comportas como un bebe.
Los ojos se me llenan de lágrimas y la boca me tiembla.
“Pero que carajos me pasa.”
“Juro por todo lo bello de este mundo que jamás voy a volver a beber. Ni siquiera una cerveza.”
—No llores. —ordena mi hermano mayor.
—Es que tú no entiendes, porque eres un robot sin sentimientos.
—Yo si tengo sentimientos. No lo expreso a menudo porque las emociones nos llevan a tomar malas decisiones y Tener la cabeza fría es parte mi trabajo.
—Charli… no me quiero quedar sola.
—Si quieres te puedo llevar a casa de Samara.
—No. Quiero quedarme aquí y que te quedes conmigo.
—Dios… —dice exasperado—. Muy bien. Me voy a quedar, pero solo si me juras que nunca vas a volver a ponerte así Ivana. Nada ni nadie en el mundo vale la pena para que te dañes de esta forma.
—Lo Juro —Levanto la mano y hago un juramento de Scaut y luego le arrebato su teléfono para hablar con su asistente— Ángela, Carlos no va a volver, encárgate tú de todo hasta mañana.
Cuelgo el teléfono y se lo devuelvo a mi hermano.
—¿Cómo es que tus amigos te aguantan? Todavía no lo puedo entender.
—Es porque me quieren. Y muy en el fondo, tú también lo haces.
Termino de cenar con mi hermano y para mi sorpresa, hablamos más de lo que recuerdo haberlo hecho antes.
Luego ponemos una película y cuando sugiero la segunda, el Carlos, diagonal, témpano de hielo; vuelve a apoderarse del cuerpo de mi hermano.
—Mejor te vas a dormir.
—No.
—Iv. Es obvio que no has dormido en días. Necesitas descansar. Te prometo que mañana te vas a sentir mejor.
—Tú solo quieres que me duerma para irte y dejarme sola.
—Son las 11 de la noche. ¿Para qué me iría a esta hora? Deja de ser irracional y vete a la cama. Yo me quedo en el sofá.
—Charli, es que tengo miedo.
—¿De qué?
—De un fantasma.
—¡Por Dios Ivana me vas a volver loco!
—Pero es verdad… mira, yo cierro los ojos y hay esta… Es una mujer alta, de cabello largo, con un maquillaje horrible, y se ríe de mí. Se burla porque soy muy estúpida y creo que el amor es como en las películas. No quiero ver más a esa mujer Charli. Me duele mucho el corazón cada vez que la veo.
Por segunda vez en el día y creo que, en mi vida adulta, Carlos me vuelve a abrazar. Me consuela y me promete que todo va a estar bien.
*****
No sé cómo llegué a la cama, pero un dolor de cabeza espantoso me despierta.
—Recuerda muy bien ese dolor. Aférrate a él y cada vez que se te ocurra volver a ingerir alcohol, vuelve a este momento y recuerda porque no debes hacerlo —Carlos está frente al espejo terminando de organizar su traje.
—¿Te vas a ir?
—Sí. A diferencia de ti, yo tengo obligaciones.
—No hables tan fuerte.
—Estoy hablando como siempre lo hago.
—Oye, ¿Dónde quedo el Carlos monosílabo? Puedes llamarlo, es que lo extraño. —dogo con sarcasmo, pero él lo ignora.
—Mamá llamo. Quiere que vuelvas a la casa.
—¿Le contaste?
—No. Pero está preocupada y no quiere que estés sola.
—No quiero volver.
—Y yo no te voy a obligar. Pero por lo menos enciende tu teléfono y habla con ella.
—No puedo…
—Ivana, no abuses del amor y la paciencia de nuestros padres.
—No es eso. Es que… en un ataque de ansiedad tire el celular al tanque de agua del escusado.
Carlos mi mira como si, en vez de su hermana, fuera una mujer loca que recogió en la calle.
—Muy bien. Esto es lo que vamos a hacer. Yo voy a volver a la ciudad. Te compro un teléfono con tu mismo número de contacto, empaco algunas de tus cosas, y te envió un mensajero con todo. Mientras tanto, tú vas a limpiar esta casa y la vas a dejar tal cual como la encontraste. Cuando el mensajero llegue, lo primero que harás, será llamar a mamá. Le vas a decir lo que sea necesario para que se quede tranquila, y tú, dispones de esta noche para solucionar lo que sea que estés solucionando. Pero, mañana antes del mediodía quiero que estés en la casa. Si no haces alguna de las anteriores cosas. Voy a llamar a mamá, le voy a contar que estuviste aquí encerrada durante cuatro días, ebria, comiendo basura y vomitando —El tono de voz que usa mi hermano lo reconozco muy bien. Solo lo utiliza con sus empleados y a ellos les queda muy claro que no admite ningún tipo de reclamo o reproche, si él ordena algo, ese algo se hace y punto.
—Okey —acepto sin chistar todas sus órdenes.
—Adiós —es lo único que dice antes de dejarme sola.
A pesar del dolor de cabeza, hoy me siento mejor.
Llorar tanto me sirvió mucho, incluso la compañía de Carlos y su intento por consolarme me levanta la moral.
“No importa lo que pase, no estoy sola.”
Tengo a mis amigos, a mi familia y lo más importante… Tengo un sueño. Una razón para vivir. Y la expectativa de conocer personalmente a Brenda Sáenz me recordó eso.
Alex tiene razón en una cosa.
Uno no debe permitir que otras personas sean obstáculos para trabajar en nuestros sueños.
Hoy me sigo sintiendo rota, pero no tanto como ayer. Y estoy segura de que ese sentimiento cada vez, va a ser menos intenso, hasta que un día sin darme cuenta solo sea un recuerdo.
Limpiar la casa se convierte en una actividad terapéutica. Coloco música alegre, que me provoque bailar y me lleva toda la mañana para que todo quede reluciente.
El intercomunicador suena y el portero anuncia que alguien llego con un paquete para mí.
Trato de ponerle un poco de orden al desastre que es mi cabello y voy a abrir la puerta.
—Hola Iv…
Siento que la tierra bajo mis pies se sacude e intenta tragarme.
“Cualquier cosa me hubiera esperado de mi hermano mayor, pero ¿esto? ...”
—Mateo… Que… ¿Qué haces aquí?