Capítulo 39
1982palabras
2022-08-17 15:00
Con solo un gesto le indico a quien alguna vez fue mi mejor amigo, que puede decirme lo que quiera, él entiende, e inmediatamente comienza a relatar su historia.
<La cuestión Iv es… que, si te traicione, y ahora que Mateo volvió, tarde o temprano te ibas a dar cuenta.

Sabes lo que yo siento por ti, y sabes que no es algo que sucedió de la noche a la mañana. Desde que éramos unos bebes, siempre fuimos los cuatro. Dilan, Sam tú y yo. Cuando jugábamos algo que incluyera una pareja, éramos tú y yo. Si tú eras Barbie, yo era Ken; Si jugábamos a la casita y tú eras la mamá, yo era el papá.
Tú y yo, siempre fuimos tú y yo… hasta que llego Mateo. Y mientras éramos niños eso no supuso un gran problema, pero a medida que fuimos creciendo y era evidente que ustedes dos se querían, yo me fui sintiendo más… celoso, excluido, miserable y de alguna forma… traicionado.
Tú no te enteraste, pero una vez Mateo y yo peleamos. Fue la primera vez que me emborrache. Le grité todo lo que sentía por ti, y lo mucho que me enojaba que él se interpusiera. Le dije que estaba seguro de que tú me querrías si él nunca hubiera aparecido. Pero ya sabes cómo es Mateo. Dejo que le gritara, incluso que lo golpeara, para luego hablar conmigo y hacerme entender que lo que nosotros dos sintiéramos no importaba, que lo único importante eran tus sentimientos, que tu sola ibas a elegir con quien estar y que como ambos te queríamos, íbamos a aceptar lo que decidieras.
Luego paso todo lo que paso entre ustedes y aunque me dolió como no tienes una idea, lo acepte. Y con el tiempo estuve realmente feliz por los dos.
Pero Mateo se fue, y ese pequeño demonio, normalmente dormido, que habita en todos los seres humanos, cobro vida en mí y comenzó a susurrarme cosas.
Decía que las relaciones con un océano de por medio, estaban destinadas a ahogarse en el fondo del mar, y ese sentimiento del pasado, de mí yo infantil. Esa pequeña esperanza volvió a surgir. Sobre todo, después de que Mateo comenzó a hablar conmigo.

Ustedes acordaron mantener su relación al margen de nuestra amistad como grupo. Pero él estaba lejos y solo. Sentía que perdía el control a causa de la distancia, necesitaba sentir que aún pertenecía a todo lo que había dejado atrás, que a aún pertenecía a ti.
Luego de lo que paso con el padre de Sam, imagino todo lo que eso podía causar. Estaba triste por su amiga, pero temeroso de lo que eso podría significar para su relación contigo. Conocía a la perfección la dinámica entre Sam y tú. Sabía que, en una situación extrema, la ibas a poner a ella como prioridad.
Supongo que ese temor fue lo que lo llevo a querer tener a alguien con quien hablar y decido contarme los planes que tenía contigo para vivir juntos al finalizar el año escolar.
Yo… no lo podía creer y mucho menos lo podía aceptar.

No voy a justificar mis actos, y decir que lo que hice fue de forma inconsciente. Pero una cosa me llevo a la otra.
Mateo supo que no ibas a ir a Australia incluso antes de que tú se lo dijeras.
Supongo que recuerdas esos días en donde Sam estaba tan mal y yo estaba a tu lado.
Tú la consolabas a ella y yo te consolaba a ti.
Sabía que me escuchabas, que tomabas en cuanta mis consejos y me aproveche de eso Iv.
Yo fui el de la idea de proteger a Sam, de quedarnos con ella hasta que mejorara, pero no lo hice por ella, lo hice porque sabía que de ese modo te olvidarías de Australia. No quería que te quedaras con Sam, quería que te quedaras conmigo.
Mateo no me creyó la primera vez que se lo dije, estaba seguro de que encontrarías la manera de cumplir con tu promesa, por eso, cuando entendió que yo tenía razón, se molestó tanto y creíste que a él no le importaba Sam.
Luego comenzaron sus peleas por estupideces. Y yo fui el causante directo de cada una de ellas.
Las fotos que él recibía, que en realidad no eran nada, pero podían malinterpretarse… bueno, pues esas fotos se las enviaba yo desde un correo electrónico anónimo. Buscaba el momento exacto en que le sonreías a alguien o que estuvieras demasiado cerca de algún chico. Y sin que te dieras cuanta, te fotografiaba.
Luego él me llamaba, me preguntaba que había sucedido antes de hacerte algún reclamo a ti. Yo lo escuchaba y le daba consejos, que sabía, iban a terminar en problemas. Después te veía llorar y me sentía culpable por eso, pero ese maldito demonio en mi cabeza me recordaba que ya habías estado así antes, que siempre lo superabas y que cuando estuvieras conmigo iba a compensar cada lágrima que los demás te habían hecho derramar.
Me convencí a mí mismo que les estaba haciendo un favor porque su relación solo los iba a ser sufrir.
Y cuando terminaron… me sentía fatal porque fui el único testigo de lo mal que lo estaban pasando ambos y el único con el poder de hacer que dejaran de sufrir. Pero el daño ya estaba hecho. Sabía que si intentaba reconciliarlos ninguno de los dos me iba a volver a hablar y me dio miedo perderte. Y el miedo pudo más que la sensatez.
Cuando note que ustedes estaban volviendo a ser amigos, el demonio en mi mente me decía que si hablaban mucho, tarde o temprano iban a darse cuenta de todo…
Además, Mateo quería arreglar las cosas, me confesó que se sentía culpable y que iba a encontrar una solución para que pudieran estar juntos. Incluso busco universidades aquí donde pudiera estudiar algo similar a la Biología Marina y hacer lo mismo que todos estábamos haciendo por Sam. Y por eso… inventé que estabas saliendo con Simón, incluso antes de que eso pasara. Y luego, para sostener mi mentira y a pesar de que los celos me mataban, te aconseje que era una buena idea que salieras con él.
Mateo… Se puso muy mal.
Me llamaba todo el tiempo ebrio. Lloraba y decía que iba a volver e iba a matar a Simón.
Luego reflexionaba y decía que no valía la pena pasar el resto de su vida en prisión por una persona que rompía sus promesas como tú.
A pesar de que habían terminado, se sentía traicionado.
Rompiste la promesa de alcanzarlo en Australia, luego creyó que lo habías remplazado en menos de un mes y llego a la conclusión de que todas las fotos, que supuestamente, estaban fuera de contexto podían ser verdad.
Lo envenene con mis ideas, con mis mentiras y use el poder que tenía sobre ti para manipularte y mantenerte cerca. Y fue mucho más fácil hacerlo porque el enojo de Mateo lo llevo a hacerte pensar que él también tenía a alguien más, pero que, a diferencia de ti, él no iba a ocultarlo.
Subió todas esas imágenes a redes sociales para vengarse de lo que creía que tú le habías hecho, pero… Ya sabes, es Mateo, y cuando estuvo más tranquilo, concluyo que no valía la pena prolongar su sufrimiento. Le aconsejé que lo mejor era que rehiciera su vida y aprovechar la oportunidad que tenía al estar lejos para comenzar de cero.
Por eso te bloqueo de sus redes sociales y hasta hace unos días estaba tan enojado contigo como tú con él.
Pero, después de nuestra pelea, decidí confesarle la verdad. Fui hasta su casa de campo y tuvimos esta misma conversación.
Creí que iba a matarme, pero lo único que hiso fue salir corriendo a buscarte y como no te encontró, me hizo jurarle que iba a contarte la verdad. Teme que después de todo lo sucedido, no le creas. Y por eso he insistido tanto en que debemos hablar.
Sé que lo hice estuvo muy mal y aunque nuca vuelva a ser tu amigo, espero que por lo menos ustedes se tengan el uno al otro otra vez y puedan realizar todos esos planes que yo arruine. >>
Siento que he sostenido la respiración desde que Juan comenzó a hablar y ahora en vez de pulmones tengo dos antorchas que me queman desde adentro.
Estoy en shock.
Y sé que es así porque la voz que siempre me acompaña en mi mente está muda.
—Hay cosas que todavía no entiendo —digo tan tranquila que incluso yo misma me doy miedo—. Dilan es el mejor amigo de Mateo ¿Por qué tú y no él?
—Yo le hice la misma pregunta y su respuesta fue que Dilan no entiende de esas cosas. Ya sabes… las relaciones y el amor. Para él todo eso es una pérdida de tiempo.
—Y tú tuviste mucha suerte de que no cambiara de idea…
—No importaba, porque en realidad no dije mentiras. Y si las decía, eventualmente me aseguraba de convertirlas en verdad. La única vez que hablo con Dilan sobre ti, fue para preguntarle cómo te iba con tu nuevo novio, pero para ese entonces tú y Simón ya estaban juntos y lo único que hizo fue reafirmar todo lo que yo había hecho.
El lado izquierdo de mi pecho duele. Como si un cuchillo lo atravesara.
El dolor me llega al rostro y el hombre a mi lado se acerca inquieto, pero yo al verlo lo desconozco y me aparto de él cómo si al tocarlo pudiera contagiarme de algo mortal.
—Iv… —Juan acepta mi reacción y vuelve a mantener la distancia.
—La chica de las fotos —logro decir con el poco aire que me queda—. La chica con la que llego… ¿Es su novia?
—Ellos son amigos. Y sé que debes de estar pensando que es una estupidez porque todas las pruebas demuestran lo contrario. Y además no tienes qué creerme. Pero te lo juro. Su relación es como la que tú tienes con Dilan… Y ella, es Dilan en todo el sentido de la palabra. Además, es lesbiana. Iv… Ellos nunca han tenido nada.
“No puedo respirar.”
Me levanto de la silla incapaz de seguir hablando y busco la salida.
Juan tiene el sentido común de no seguirme, pero otra persona si lo hace.
—Iv ¿estás bien? —Vanessa se interpone en mi camino y siento unas ganas profundas de desahogar todo lo que estoy sentido con ella. Pero eso no sería justo, así que me contengo.
—Sí. Estoy bien, solo necesito un poco de aire.
—Te vi discutiendo con ese chico…
—No. No estábamos discutiendo. Él estaba hablando y yo escuchando.
—Cariño. No te ves bien… Estas como una hoja de papel —toma mis manos en las suyas y su expresión cambia a real preocupación— estás helada y no paras de templar.
—Seguro solo es un resfriado.
—¿Quieres que te pida un taxi?
—No. Mi casa está cerca y creo que necesito caminar un poco.
—Ni hablar. Antes tienes que matarme. Si te dejo ir así, vas a desmallarte antes de llegar a la esquina. Si no quieres un taxi, entonces llamo a Alex para que venga por ti.
“Eso es lo único que me falta, tener que explicarle a mi nuevo amor, porque sufro por mi viejo amor.”
—Vane. De verdad no es necesario. Alex iba a verse con sus padres, no quiero molestarlo.
—Okey. Entonces si no me dejas llamarlo, vamos a tomar un taxi y yo te voy a llevar a tu casa.
Me rindo ante la insistencia de Vanessa porque siento como la fuerza abandona mi cuerpo.