El sonido de algo vibrando sobre madera revienta la burbuja en la que hemos estado desde la madrugada.
—Perdón. Es mi mamá y debo contestar —la voz de Alex tiene un tinte de… no sé ¿Sufrimiento tal vez?
“No empieces a sobre analizar todo Ivana.”
Se levanta de la cama y va hacia el baño para continuar con su llamada.
Yo me quedo un par de minutos más esperado que vuelva, pero comienzo a sentirme inquieta.
Me pongo de pie, busco algo cómodo para vestirme y como siempre que necesito calamar mi ansiedad y enfocar mi atención en algo, voy por mi teléfono con la intención de no hacer nada en particular, y al desbloquearlo me llevo la sorpresa de que tengo muchos pendientes por resolver.
En primer lugar, debo llamar a mi madre que, según sus diez llamadas perdidas, hace que imagine lo loca que se debe está volviendo por no saber nada de mí.
Luego debo llamar a Carlos. Tengo llamas de él y de David, pero a este último no pienso devolvérsela sin estar preparada, y si me llamo a mí, seguro quiere algo que Carlos se niega a darle.
También debo llamar a Sam. Ella no me ha buscado, pero quiero saber cómo sigue después de todo lo que pasó la noche anterior.
Y para finalizar tengo un mensaje de Juan recordándome que le prometí una conversación, y sin muchos rodeos me cita en un bar cerca de mi nuevo hogar temporal.
No me da tiempo de comenzar con mis llamadas porque Alex sale del baño y comienza a buscar su ropa.
“¿A caso piensa irse?”
—¿Tienes hambre? —es lo único que se me ocurre preguntar para evitar que salga por la puerta. Necesito hablar con él. Quiero saber en dónde estamos. Y en vista de que no va a comenzar esa conversación, yo lo voy a hacer. Prefiero tener el corazón roto que vivir en la incertidumbre. Las últimas horas han sido hermosas y si él siente lo mismo que yo, van a ser días hermosos, pero si no es así, es mejor tenerlo claro ahora.
—Si, pero tengo que irme. —responde sin siquiera mirarme.
Su actitud tosca me pone nerviosa.
“¿Qué puedo haber pasado en los últimos cinco minutos sin que yo me diera cuenta?”
—¿Por qué? Estabas muy tranquilo hace apenas un momento. —no oculto mi molestia y logro que por fin me mire.
—Iv… perdón, pero mis padres están en la ciudad y había olvidado por completo que venían de visita.
Y por primera vez en la semana, siento que Alex me está mintiendo, o por lo menos me está evadiendo…
—No sé si interprete mal el mensaje que me enviaste hace un par de noches, donde decías que no me ibas a soltar en todo el fin de semana. —digo tratando de sonar tranquila—. Pensé que eso significaba que… —pienso muy bien lo que voy a decir por qué no quiero verme desperada— que te ibas a quedar. Nunca mencionaste una visita de tus padres.
—Ya te dije que lo olvide —su tono de voz evidencia lo molesto que esta—. A veces eso pasa, uno planea cosas y luego todo se va a la mierda.
“Alego me dice que ya no estamos hablando de sus padres.”
—Okey. —es lo único que logro decir por qué la frustración que se acumula en mi garganta amenaza con convertirse en llanto y no pienso darle ese gusto otra vez.
Trato de ocuparme buscando en el refrigerador los ingredientes para hacerme un emparedado y así evitar el contacto visual.
“¿Si te das cuenta de que le estás haciendo una escena porque se va a ir a ver con sus padres?”
“Eso es lo que él dice.”
“Y no tienes razón para no creerle. Nuca te ha dicho mentiras.”
“Nunca. ¡Nunca¡¡Por Dios! Eso suena como si lo conociera hace ocho meses en vez de hace ocho días.”
“Ocho días en los que te han pasado más que cosas que en los últimos ocho meses.”
—Iv yo… —Alex pasa la mano por todo su rostro como lo ha hecho en otras ocasiones que se le ve confundido— renuncie a este fin de semana en el bar para terminar de solucionar los problemas de mi apartamento, ensayar en con la banda y pasar tiempo contigo. Te juro que no recordaba que mis padres iban a estar en la ciudad. Ellos no vienen a verme a mí. Vienen a visitar a un amigo de mi padre que está enfermo, pero no nos vemos hace mucho tiempo y les dije que comeríamos juntos.
Sus explicaciones me hacen sentir fatal y poco racional, pero…
—Lo siento —digo y volteo para darle la cara—. Entiendo que debes ir a ver a tus padres. Es solo que… No puedo evitar pensar que es una excusa para alejarte, porque las cosas entre nosotros…
—Están pasando muy rápido.
Alex finaliza lo que supone que yo quise decir, y me confirma lo que él está pensado y sintiendo, así que no lo saco de su error.
No estamos en la misma página.
Yo quería decir que entre nosotros las cosas cambiaron o, mejor dicho, las cosas entre nosotros nunca han sido lo que habíamos planeado que fueran. Pero él… O esta tan asustado de que sus planes de vida se arruinen y se encuentra en negación, o en realidad cree lo que dice y yo he malinterpretado todo.
—No hagas esperar a tus padres. —vuelvo mi emparedado y le echo mostaza al pan.
—No creo que tarde mucho, solo vamos a comer. Si quieres podemos vernos más tarde…
—No… —me aterra la idea de tener relaciones con Alex y volver a sentir que solamente soy su amiga sexual. Después de la magia que hubo entre nosotros anoche, no creo poder conformarme con menos. Pero este no es el momento de decirlo.
—Iv… —creo que por primera vez Alex no sabe qué decir.
—Ayer le prometí a Juan que íbamos a hablar y a tratar de arreglar las cosas. Lo voy a ver en la tarde y no sé a qué horas terminé.
No volteo a mirar a mi amigo/amante, pero siento su mirada taladrando mi espalda.
A Alex no le gustan mis amigos. Él no lo dice, pero su actitud lo delata cada vez que hablo o estoy con uno de ellos, y puedo asegurar que, si le preguntara cuál le agrada menos, diría que Juan. Por eso, saque el tema de mi cita con él. Sé que le molesta que lo vea, y sobre todo, que considere volver a ser su amiga.
Pero es el quién se está yendo. Me está dejando sola después de haberme hecho el amor y con su actitud y palabras me hace sentir culpa… como si hubiera cometido un pecado y mi castigo fuera sentirme tan sucia que, ni un baño de dos horas, lograría limpiarme.
Y como no quiero ser la única que se sienta mal. Lo torturo demostrándole la misma indiferencia que él me muestra a mí.
“Si quiere restarle importancia a nuestra relación, entonces yo también lo are.”
Escucho a Alex, termina de tomar sus cosas y solamente dice “muy bien”, para luego salir de mi apartamento azotando la puerta al final.
“No llores. No llores. No llores.”
Y no lloro.
Le confirmo a Juan la cita para que nos veamos en el bar, y una a una, voy haciendo las llamadas que tengo pendientes.
Tranquilizo a mi mamá y la pongo al día, o por lo menos lo suficiente, ya que mi padre aún no le dice que estoy viviendo sola. Luego llamo a Carlos y me advierte que no le conteste el teléfono a David porque está en una de sus crisis y solo quiere complicarnos la vida; además me avisa que va a estar un par de días fuera de la ciudad y que lo mejor es que no vaya a la casa. Por último, dejo a Sam. Mi llamada con ella no dura ni un minuto porque está de camino a mi casa y que no tarda en llegar.
Tomo una ducha exprés para librarme del sudor que dejo Alex en mí. Me pongo ropa deportiva y antes de terminar de vestirme el timbre suena anunciando la llegada de mi amiga.
*****
—Tengo tanta vergüenza Iv… —me confiesa Sam llorando— Primero, le suplico a Dilan que tenga sexo conmigo y luego tú nos descubres en esa situación tan… —Sam se cubre la cara llena de lágrimas y yo trato de consolarla con un abrazo.
—Por mí no te preocupes —la tranquilizo— Vas a tener que pagarme un psicólogo y tal vez me tome un par de años superar el trauma… pero voy a estar bien.
—Iv. No te burles.
—Entre más rápido nos riamos de esto amiga, va a ser mejor para todos los implicados.
—No sé cuándo vaya a poder reírme. Ni siquiera sé cuándo voy a poder ver a Dilan a los ojos.
—¿No has hablado con él? —pregunto confundida.
“Lo voy a matar”
—Solo por teléfono. Él quería que nos viéramos, pero yo me negué. Estoy tan avergonzada.
—Sam, no tienes por qué sentir vergüenza. La estabas pasando mal. Él… Él no debió aceptar.
—Iv… le salté encima. Él no quería y yo… —mi amiga comienza a hiperventilar mientras analiza sus acciones de la noche anterior— ¡Por Dios! Me aproveché de él.
—Okey. Sam, escúchame —Intento que me levante la cabeza y que me mire a la cara—. La situación es complicada e incómoda. No puedo imaginarme lo que sientes porque nunca me ha pasado algo así con uno de mis amigos. Ni siquiera… ya sabes —hasta decir su nombre me cuesta—… Mateo. Nosotros dos nunca llegamos a… cerrar el trato. Pero créeme. Entiendo lo mucho que el sexo puede llegar a complicar cualquier relación —me siento tentada a desahogar mis sentimientos con respecto a Alex, pero decido que no es el momento. Sam ya tiene suficiente con su propio drama—. Nadie se aprovechó de nadie —ahora que conozco los sentimientos de Sam y sé que ella es consciente de todo lo sucedido, estoy dispuesta a perdonar a Dilan—. Ustedes son amigos, la situación se tornó bastante intensa e hicieron lo que en ese momento sintieron correcto. Si lo hablan, estoy segura de que van a encontrar la forma de superarlo. Lo que a mí en verdad me preocupa es… ¿Qué sientes tú? Sam, tú sabes quién es Dilan. Él te quiere, de eso no me cabe la menor duda, pero ambas sabemos que, lo que Di siente por ti, no es igual a lo que tu sientes por él. Sé que va a sonar cruel, pero lo más probable es que lo de anoche solo haya sido sexo para Dilan. Tal vez no del modo en que está acostumbrado, porque igual eres su amiga y te aprecia, pero eso no significa que vaya a dejar su estilo de vida a un lado y se convierta en el novio perfecto.
—Lo sé… créeme. Lo sé.
Sam se encoge en mis brazos como un cachorro con frío.
—Lo vas a superar. Esto y lo que haga falta.
Después de algunas lágrimas más, mi amiga se tranquiliza un poco y hablamos del cómo se había sentido con el sexo. Su respuesta me dejo impactada, pues se disculpó por haberme juzgado y acepto que, si bien no se sentiría cómoda en una relación como la que tengo con Alex, si le gustaría encontrar a alguien con quien compartir todas las experiencias de su vida. Acepto que muy en fondo de su ser, ha esperado que esa persona sea Dilan, pero entiende que no puede esperar que él cambie por ella.
Luego Sam se fue a su casa con la idea en mente de buscar a nuestro amigo y hablar de lo que fuera necesario para que las cosas siguieran siendo medianamente normales.
Y ahora yo me dispongo a hacer lo mismo.
Me doy otra ducha, pero esta vez más profunda. Lavo mi cabello, exfolio mi piel y a falta de bañera, dejo que el agua riegue mi cuerpo por un par de minutos, he imagino que todos mis miedos se van por el desagüe.
Busco un outfit casual. Unos Jeans azules, una blusa blanca con escote, unos botines negros y una chaqueta de cuero negra.
Seco mi cabello y lo dejo liso, me maquillo poco y pido un carro que me lleve al bar, porque no pienso conducir, así me tome una sola cerveza.