Juan. Mi mejor amigo entre mis mejores amigos.
Hace algunos meses entro en una etapa Heavy metal.
Siempre lo he admirado porque, cada cosa que ha querido, la ha conseguido. Se compromete al 200% con sus proyectos. El problema es que agota muy rápido su energía y siempre termina aburrido. Pero la música ha durado más de lo que todos habíamos esperado. Se obsesionó con aprender a tocar el bajo; paso de usar ropa de marca y vestirse cada día como si de una festividad importante se tratara; a usar prendas monocromáticas y oscuras, camisas negras con estampados que asustarían a cualquier niño, botas de cuero y para completar su estilo, dejo de cortarse el cabello y ahora lo lleva casi en lo hombros.
Al principio todos, incluidos sus familiares, le hicimos mucho bullying, pero él nos ignoró y decidido entrar a una banda llamada “Luna de Sangre”.
El amor que siempre he sentido por Juan ha sido tan grande que no me importa la migraña que me causa ese estilo de música, lo acompañó a cada presentación en bares horribles donde ni siquiera piden identificación y puedes consumir lo que te dé la gana, voy a sus ensayos, y me uní a la banda como fotógrafa oficial.
Una tarde, Juan llego a mi casa muy emocionado a contarme que fueron elegidos para participar en el festival de las bandas que celebra en la ciudad. Al parecer, las personas que saben de música piensan que ellos son buenos y tienen lo necesario para estar en un evento tan importante.
Allí se presentan los mejores grupos de la ciudad. Luego escogen a los tres que logren sobresalir entre los demas y les pagan todo, para que viajen a la capital a enfrentar las mejores bandas del país. Y lo siguiente, según Juan, es la fama. Porque no solamente ganan mucho dinero, sino que firman un contrato con una de las disqueras mas importantes del mundo.
—¿Vas a ir vestida así al concierto? —le pregunto a Sam intentando llamar su atención otra vez. Odio visitarla y que ella solo se dedique a leer, pero odio aún más estar en casa cuando David, uno de mis hermanos, se digna a haces acto de presencia.
—Es un concierto de Metal, si a ellos no les importa cómo se ven ¿Por qué me debe importar a mí?
—¡Hey! —la regaño—, no seas mezquina, uno de esos Metaleros es nuestro amigo. Además, va a ver todo tipo bandas y géneros musicales.
—Iv —dice mi amiga mirándome por fin—, please, déjame terminar este capítulo. Te prometo que puedes escoger mi outfit y no te voy a cuestionar.
—¿Lo que yo diga?
—Sí.
—¿Segura?
—Que sí.
—Muy bien —una sonrisa maliciosa se dibuja en mi rostro—, entonces voy a mi casa y buscare ropa mientras terminas tu capítulo.
—¡Oye no…!
—Tú dijiste que podía…
—¡Pero de mi armario Ivana! Tengo mucha ropa, además la tuya… —No termina de decir lo que piensa sobre mi forma de vestir, pero yo lo sé. La mayoría de mi ropa enseña demasiada piel para el gusto de Sam.
—Lo siento amiga, no hiciste ninguna especificación, además no creo encontrar algo apropiado en tu armario.
—¿Qué tiene de malo mi ropa? —pregunta indignada.
—Nada —soy hipócrita al responder, en realidad tiene todo de malo—, solo no es adecuada para esta ocasión.
Y antes de que diga algo más, salgo corriendo a mi casa.
La unidad residencial en la que vivimos, es de esas donde habitan algunos famosos y empresarios muy importantes —incluidos nuestros padres—. La privacidad es algo indispensable, por eso las mansiones están bastante lejos una de la otra, y para moverse dentro de la residencia se necesita un vehículo.
Yo aún no logro tener el mío. A pesar de que mis padres son muy ricos, nos educaron a mis dos hermanos y a mí, bajo la idea de que si queremos algo nos debemos esforzar para conseguirlo. Por eso llevo ahorrando bastante para comprar mi propio auto, pero aún no es suficiente para conseguir el que siempre he soñado, un Jeep Wrangler negro.
De momento uso el auto de mi mamá o el de mi papá cuando está de viaje, pero cuando los dioses se olvidan de mí y ambos autos están con sus respectivos dueños, debo usar una bicicleta. Como es el caso del día de hoy. Lo bueno es que la casa de Sam está bastante cerca a la mía e incluso si no me diera más pereza que pedalear, podría caminar.
Entro a mi casa sigilosamente para evitar que alguien me vea y encontré alguna razón para no dejarme salir otra vez.
Aunque tengo muchas cosas guardas en el armario de Sam, tengo una idea muy específica de lo que quiero que use esta tarde, por eso busco en mi guardarropa un par de prendas nuevas que compre hace unos días en línea que son perfectas para la ocasión. Y de la misma forma que entro, vuelvo a salir para encontrarme de nuevo con mi única amiga.
—Bajo ningún motivo voy a salir vestida así —dice Sam escandalizada al ver la micro blusa en mis manos.
—Por Zeus mujer, pero ¿no vez el calor que hace? Me lo vas a agradecer, si te pones una de esas blusas cuello tortuga que tienes, terminas con urticaria.
—Eso es como salir en ropa interior Iv —responde sonrojada.
Yo tampoco me la imagino vestida así en público, pero igual quiero convencerla de que salga poco a poco de su “zona segura”.
—Te pones esto, con un short de tiro alto y vas a quedar preciosa.
—No… es que… ya sabes… no tengo suficientes bubis para meter ahí.
Yo entiendo la preocupación de mi amiga. Sus pechos han sido la causa de su baja autoestima desde que Dilan, otro de nuestros amigos, un chico guapo, carismático, pero muy imprudente, se burló de ella al compararla con nuestras compañeras de clase, cuando a excepción de Sam, a todas se nos comenzó a notar el busto.
—El hecho de que tus pechos sean pequeños es lo que hace esta blusa perfecta para ti, se te va a ver divina. Si una pechugona la usara, se vería vulgar —siempre me esfuerzo para que olvide esa idea ridícula de que tener un busto pequeño es algo negativo—. Ya quisiera yo tener tus tetas. Deja de ser malagradecida, ¿acaso no sabes que el sueño de todas es no tener que usar bra? Esa es una bendición que solo pueden gozar las mujeres de talla pequeña, así que no me hagas enfadar y ponte esto de una maldita vez.
Sam cree que cuando le digo este tipo de cosas es solo para subirle la moral. Una vez me dijo que no podía creer que yo tuviera envidia de ella, pero la verdad es que sería mucho más feliz si no me viera obligada a llevar brasier por el resto de mi vida.
—Voy a usarla —dice sonriendo intentando seguirme la corriente, porque sabe que de lo contrario, no la voy a dejar en paz— pero, también voy a usar un cardigan.
—Y yo voy a aceptar, solo porque estoy segura que no soportaras el calor y terminaras mostrando ese cuerpo precioso que tienes. —Respondo triunfante.
Dos horas después ambas estamos listas. Sam con un crop top blanco y unos shorts de tiro alto, incluso me permitió aplicarle sombras más coloridas de las normalmente usa. Y yo por otro lado estoy espectacular. No es falta de humildad, pero sé lo que tengo. Todos los chicos siempre han admirado mi estilo. Mi amor por la moda es bastante evidente. Me gusta usar maquillaje desde muy joven, no porque me sienta insegura, solo odio verme como una fotografía viviente. Y explorar todas las formas en la que puedo resaltar mis atributos, me divierte bastante.
Decidí usar también una camisa corta que se amarra con un nudo al frente y una falda larga con una abertura en la pierna bastante sugerente.
—Te ves muy linda Iv.
—Si quieres cambiamos.
—Claro que no, solo me vestiría a si en la playa.
—¿Estás diciendo que me veo muy atrevida? —pregunto falsamente ofendida.
—Claro no, es que… ya sabes, hay cosas que se ven bien solo en algunas personas.
—Que mal, porque mi intención si es verme atrevida —digo admirándome en el espejo.
—¡Ivana! —a Sam no le gusta mi comentario y me regaña.
—¿Qué? Nunca se sabe con quién te puedas encontrar —me defiendo con un tono coqueto mientras intento que ella lo tome como una broma, pero no lo consigo.
—No te puedes encontrar a nadie. Hoy se trata de Juan —dice con su tono de madre osa.
—Cálmate. Solo era una broma.
—Ya lo sé, pero no está de más que lo recuerdes.
Pongo los ojos en blanco porque en el fondo me molesta que Sam me culpe por lo que Juan pueda o no sentir con respecto a lo que yo hago o dejo de hacer. Pero hoy no es un día para discutir, así que solo la animo para que salgamos de una vez.
*****
En la entrada a los camerinos nos encontramos: los 6 chicos de la banda Luna de Sangre y con cada uno, su respectivo grupo de amigos. De parte de Juan estamos: su novia Lorena, Sam, Dilan y yo.
Somos el grupo más pequeño, los otros miembros llegan con más de diez personas.
El desorden generado por la multitud y el calor de la tarde, hacen que mi migraña comience a manifestarse lentamente.
“Maldita la hora que a Juan se le ocurrió volverse músico”
Odio las multitudes, odio el calor. Todos hablan a la vez y no hay ninguna conversación que tenga algún sentido para mí.
Sam y Dilan se susurran cosas al oído y ríen, quien no los conozca pensaría que son un par de enamorados coqueteando un poco, pero yo estoy segura que se están burlando de los compañeros de Juan y sus acompañantes.
Lorena en cambio, está pegada como una garrapata al cuello de mi amigo mientras lo besuquea como si estuvieran solos en la habitación de un motel.
“Vampira venenosa”
—¡Buenas tardes!
Una voz potente, como la que solo tendría un dios que baja a la tierra para que se haga lo que él ordene, hace que el bullicio disminuya.
Inmediatamente volteo para ver si Zeus escucho mis suplicas y bajo del Olimpo a rescatarme.
“Oh por Dios… digo… por Zeus”
“Si bien, no es él, lo más probable es que este sea uno de sus hijos.”
El hombre parado en la puerta frente a nosotros es el mejor espectáculo que he visto en mi vida.
Alto, delgado, pero atlético; su cabello corto a los lados, y el de encima, recogido en una pequeña coleta; sus cejas pobladas resaltan en su rostro y su barba corta y bien definida, le dan toda la apariencia de una Super Estrella.
Viste todo de negro, su atuendo es clásico, nada de estampados ni accesorios extravagantes. Resalta por su sobriedad. Lo simple hace que su belleza deslumbre. Y yo… estoy completamente cautivada.
—Mi nombre es Alex — “Hola Alex”— y soy uno de los coordinadores en logística ¿Quiénes son los miembros de la banda Luna de Sangre?
Alex comienza a mira a todos en la multitud tratando de identificar a la banda, y por un segundo nuestros ojos se encuentran y se contemplan como si buscaran la respuesta a los enigmas del universo.
“¿Lo he visto en alguna parte?”
“Claro que no, jamás olvidarías a un hombre así”
Un fuerte dolor en mi brazo me saca del trance.
—¡Oye! ¿Qué te pasa? —Miro el colorado que me deja el pellizco de Sam y comienzo a frotarlo como si de esa forma el dolor fuera a desaparecer.
—Es un recordatorio —dice mi amiga molesta.
—¿Y ahora yo que hice?
Sam se acerca lo suficiente para que solamente yo pueda escucharla.
—Solo pon tus ojos en otro lugar Ivana. Estamos aquí por Juan.
—Pero él está dichoso siendo devorado por su vampira ¿Por qué yo no puedo ser feliz? —fuerzo un puchero gracioso para que Sam no note lo molesta que en realidad estoy.
“Esta situación ya me está hartando”.
—Iv… hoy no. Tú lo prometiste.
Pongo los ojos en blanco y saco mi teléfono para jugar con él e intentar olvidar al hombre frente a mí.
“¿Será que todavía me mira?”
—A cada miembro de la banda se le entregará dos pases VIP, uno para ellos y otro para un acompañante —Alex retoma su discurso mientras yo me aguantó las ganas de volver a encontrarme con sus ojos.
“No seas egoísta, estás aquí por Juan”
“Tal vez más tarde puedas buscarlo en Instagram”
“Pero… ¿Cuántos Alex puedo encontrar? Diooosss ¿no podía tener un nombre menos común?”
“¡Ya sé! En las fotos del evento seguro etiquetan al grupo de logística y partiendo de ahí seguro encuentras su cuenta personal”,
“No sé por qué estudio Comunicación Audiovisual, podría ser fácilmente agente del FBI”
La mano de Juan entregándome una escarapela con las letras VIP en ella me saca de mis pensamientos.
“¿Me está dando la entrada VIP a mí?”
—¿Es en serio? —dice Lorena apretando los dientes creyendo que así solo la va a escuchar Juan, pero todos podemos sentir su ira.
—Ella es la fotógrafa. La necesitamos allí —responde mi amigo restándole importancia a la escena de celos de su novia.
El motivo que expone es muy simple, y a Lorena no le queda más que aceptarlo. Pero el resto de la verdad, es que ellos llevan saliendo un mes. Juan no va a compartir un momento tan importante en su vida con una completa extraña y eso hace que yo lo ame mucho más.
Mi sentimiento de culpa no demora en atormentarme.
“Mientras él me considera su prioridad yo encuentro nuevas formas de romperle el corazón.”
La mirada acusatoria de Sam no hace que me sienta mejor.
“No te mereces el amigo que tienes Ivana”
De todos mis amigos, el único que no me ha hecho a un lado o me ha dado la espalda por irse tras un par de tetas, ha sido Juan, pero igual me inquieta que tenga un gran problema con su novia, si su relación termina, las cosas entre nosotros volverían a ser muy raras y no quiero eso.
—Debiste entrar con ella —le digo cuando ya estamos cómodos en el camerino asignado a la banda.
—Claro que no, además no seas hipócrita, yo sé que la odias.
—No la odio —miento descaradamente.
—Iv, lamento informarte que eres una actriz horrible —dice como si en realidad me estuviera dando una terrible noticia, demostrando así, que él sí es un buen actor—. Todos odian a Lorena, incluso yo no terminaba de tragarla, pero si la conocen, se van a dar cuenta que es genial, que todo lo que sienten por ella son solo resentimientos que nacieron en el pasillo de la escuela, y si no se han enterado, hace un año salimos de ahí, así que ya supérenlo.
—Lo estamos intentando —eso sí es verdad—, y como muestra de mi interés, voy a sacarles algunas fotografías y luego voy a salir para que Lorena pueda entrar.
—¡No! —dice en voz alta llamando la atención de los demás en el camerino. Inmediatamente se da cuenta de su error y vuelve a hablar normal— Yo te quiero aquí —Me mira a los ojos profundamente como si quisiera gritar todo lo que ha querido decir durante los años que llevamos siendo amigos.
“No puede ser que siga diciendo estas cosas después de todo lo que hemos pasado.”
Gracias al cielo, Juan también nota la incomodidad que sus palabras y actitud generan y sigue hablando.
—Iv, tu también eres parte de la banda.
Y para evitar más drama, mejor me quedo callada.