Capítulo 22
2176palabras
2022-08-08 10:26
Los eventos relatados por Levi.
Rápidamente, suspiré, frotándome la punta de mi nariz. Todavía no tenía indicios de lo que realmente querían esos vampiros, y no había ningún rastro de Dylan. De hecho, él había puesto en peligro a mi manada y a personas inocentes, y como alfa, era mi deber protegerlos. Sin embargo, lo único que pasaba por mi mente en ese momento, eran los brillantes ojos de Dina, su amplia sonrisa, su rostro sonrojado y sus rojos labios, rogándome que los besara...
—¿Estás bien? —preguntó Mick, pero no me atreví a mirarlo.

En verdad, en aquellas circunstancias, había hecho todo lo posible para no besar a Dina y hacerla mía, ¡No podía hacerle eso a mi hermano! Por mucho que lo odiara, Dina seguía siendo su chica y no podía traicionarlo de esa manera.
—No —gruñí y respiré hondo. Por lo cierto, mi lobo se encontraba de pésimo humor y mantenerlo concentrado en algo era realmente un desafío. Necesitábamos averiguar qué había hecho Dylan antes de su desaparición, por lo que respiré y miré a Mick—. Haz que los rastreadores se concentren en los lugares de reunión de los vampiros y Clubes de Sangre, a ver si surge algo.
—¿Qué pasa con la Ciudad del pecado? —preguntó.
¡Ciudad del Pecado!
Aunque no era una ciudad relativamente importante, los vampiros se habían apoderado de ella. En realidad, un vampiro llamado Lucian King, conocido como el Rey de los Vampiros, se había convertido en su dueño. En efecto, era tan fuerte y poderoso como cualquier manada de hombres lobo y siempre había sido considerado una gran amenaza, no solo para los hombres lobo, sino también para los humanos. Había vivido tanto tiempo que había perdido toda moral, y los últimos años se había vuelto delirante, creyendo que los vampiros y otros seres sobrenaturales eran seres superiores que debían gobernar a los humanos.
Era un cabo suelto que todos sabían que había que tratar.

Sin embargo, también era inteligente y se había rodeado de seguidores, tanto humanos como vampiros. Un truco de los humanos, era que si desaparecían, la gente solía darse cuenta enseguida, especialmente, las personas como los cazadores, aquellos humanos hipócritas, empeñados en exponer y eliminar lo sobrenatural de este mundo.
Sin duda, el rey Lucian se había convertido en intocable bajo la influencia de alguna fuerza sobrenatural o humana.
Por suerte, jamás había tenido un problema con cualquiera de los dos y tampoco deseaba iniciar uno ahora...
—No revolvamos el avispero a menos que tengamos que hacerlo —fruncí el ceño. No quería que el Rey Vampiro me mordiera el trasero por algo tan estúpido como Dylan Ridley.

—Sí, Alfa —respondió Mick, mientras se retiraba, y a partir de ese momento comencé a sentir que finalmente podía respirar.
Por lo cierto, pasé el resto del día pensando en Dina, y aunque quisiera no podía detenerlo, realmente la deseaba, aunque fuera algo totalmente prohibido. Era absolutamente consciente de que no debía estar con ella, y además no iba a arruinar la relación con mi hermano por aquella estúpida tentación.
Los días siguientes decidí quedarme en el depósito. Le dejé una nota a Dina, diciéndole que estaría ocupado. No obstante, al instalarme en mi antigua habitación, sentí como si alguien me hubiera empujado al vacío y mi vida hubiera retrocedido.
Definitivamente, ya no quería eso.
Pero, ¿entonces, que es lo que verdaderamente deseaba?
—¡Levi!
Sorpresivamente, la voz dulce y seductora de Laura me apartó de mis pensamientos depresivos. De inmediato, observé a la chica parada en mi oficina, una morena muy bonita, con mucho maquillaje y vestida con un traje de colegiala poco apropiado para su edad, que revelaba su escote y su abdomen, y que apenas dejaba algo libre para la imaginación.
—Te he extrañado —susurró deslizándose sobre mi regazo, casi como si me estuviera montando. En ese momento, solo suspiré, sabía lo que ella quería, y lo admito, me sentía excitado. Recién ahora estaba de humor para disfrutar de aquellas extensiones morochas.
A continuación, ella me besó y yo no la detuve, luego dejé que mis manos descansaron en su cintura, levantaran su camisa y comencé a sentir su piel bajo mis dedos.
¡Nada!
Inmediatamente, me deslicé hacia arriba, tomando un puñado de sus pechos...
No podía evitar preguntarme cómo se sentirían los senos de Dina y aunque no eran tan voluptuosos como esos, apuesto a que eran mucho más agradables. Ya podía imaginar lo duro que estarían sus pezones cuando los mordiera, y sonreí ante ese beso, notando que aquel pensamiento ya me estaba excitando demasiado.
Entonces, me imaginé sus labios haciendo pucheros alrededor de mi miembro, y sentí como si estuviera a punto de estallar, por lo que tomé su trasero y empujé su centro contra mi erección cada vez mayor, gimiendo desesperado, mientras sentía que el placer se intensificaba cada vez más...
—Alguien está emocionado —murmuró con una sonrisa en su rostro. Me sorprendió escuchar la voz de Laura y no la de Dina, y rápidamente, tomé aire…
—¡Carajo!
—Necesito que te vayas —le dije confundido pasándome una mano por la cara. De pronto, un desenfreno repentino de vergüenza y culpa dominó mis emociones, aunque no sabía por qué, no tenía ningún motivo. ¡Demonios, había hecho cosas peores que tener sexo con una chica mientras pensaba en otra, incluso lo había hecho con varias...! ¿Por qué de repente sentí que estaba haciendo algo malo?
—¿Qué? —La voz de Laura me devolvió a la realidad, parecía confundida como si estuviera hablando en otro idioma, pero lo único que logro con aquella vacilación fue molestarme. En ese preciso instante, mi lobo se despertó, la quería lejos de mí, pero antes de que pudiera abrir la boca, se escuchó un golpe en la puerta y, como de costumbre, ella no esperó una respuesta.
—¿Disculpa, Alfa? Necesito permiso para… —Dina se quedó paralizada, con los ojos completamente abiertos del horror— ¡Carajo! ¡Lo siento!
Luego, cerró la puerta de golpe, dejándome con un lobo furioso y una loba celosa.
—¡Vete de aquí! —Gruñí por lo bajo. Ciertamente, mi lobo quería salir y seguir a Dina, por lo que gruñía y ladraba, mientras luchaba conmigo por el control. Él la deseaba y se sentía molesto que ella nos hubiera atrapado en una situación como esa.
—¿Es por ella? —Laura preguntó con una voz venenosa. En verdad, en cualquier otro momento me hubiera reído de ella, pensando que me poseía más que cualquier otra persona con la que me había acostado. En definitiva, las quejas entre ella y Cassy a veces eran épicas, pero jamás me había importado, hasta el momento que Dina apareció en mi vida.
Al instante, mi lobo se enfureció, mis puños se apretaron en nudillos blancos y mis garras alargadas se clavaron en mis palmas. ¡Sangre! Quería sangre...
—¡Te estoy diciendo que te vayas! —Grité y finalmente, pareció haberlo entendido, por lo que gimiendo, se alejó de mí y se fue.
Aunque admito que eso fue bastante duro, con mi lobo tratando de salirse para matarla, ese era el menor de los males.
Seguidamente, tomé una bocanada de aire, tratando de que mi lobo se calmara, antes de levantarme y seguir el olor de Dina. Realmente nunca había pensado en eso antes, pero su aroma era increíble, una mezcla entre hierbas y malezas recién cortadas, con un leve toque mío. Esa era una de las ventajas de vivir juntos y aquella fragancia era perfecta para ella.
"¡Carajo, Levi, piensa con tu cabeza!" Me regañé a mi mismo y bajé las escaleras. Dina ya se había ido de la cocina, en realidad, cuando me vio entrar, se dirigió directamente a la puerta trasera, pero antes de que pudiera alcanzarla, yo estaba allí para detenerla.
En tanto, ella se alejó lentamente de mí, lo que no le cayó nada bien a mi lobo y, por alguna razón, la bestia pensó que gruñir (un gruñido que no logré suprimir) podría remediar la situación. ¡A veces aquel perro callejero era más tonto que un felpudo!
En consecuencia, Dina se estremeció, sus mejillas rojas se volvieron completamente pálidas y su labio fruncido, casi llegaba a su barbilla. Inmediatamente, mi lobo empezó a gemir, no le gustaba verla así. ¡Bueno, eso es tu culpa por gruñirle! Pensé y por alguna razón sorprendente, mi lobo me devolvió el control.
—¡Todos afuera! —grité, ya que quería hablar con ella a solas, pero, por supuesto, Dina estaba demasiado ansiosa por irse. Sin embargo, antes de que se diera cuenta, la tomé de su camisa y la arrastré hacia mí— ¡Excepto usted, señorita!
Una vez que la cocina estuvo vacía, Dina todavía no podía mirarme, sus ojos continuaban pegados al suelo.
La dejé que permaneciera así el tiempo que ella quisiera, no me importaba estar solo ahí junto a ella, y mi lobo, definitivamente, también disfrutaba de aquel regalo. Lo único que deseaba era que no se sintiera tan incómoda.
Finalmente, levantó la vista, sus mejillas se habían vuelto de un rojo intenso, provocando que sus ojos verdes se destacaran como esmeraldas.
—Lo siento mucho —murmuró, y por alguna razón cruzó las manos frente a mí, como para implorar por perdón, por lo que reprimí una sonrisa. ¿Quién era yo?, ¿El Papa?— ¡Lo juro! ¡No volverá a pasar! ¡Nunca entraré en tu oficina sin tu permiso! ¡Lo juro! ¡No volverá a suceder!
¡Y ahí estaba, su infame puchero! Tuve que reprimir una sonrisa cuando lo vi y mi lobo comenzó a ladrar, ¡Quería morderlo! Ansiaba tenerla entre sus labios y embelesarla. ¿O quizás era yo quien verdaderamente lo deseaba? Maldición, mientras se tratara de Dina, jamás estaría seguro…
—¿Qué es lo que necesitabas? —le pregunté, habiendo dejado de lado ira anterior. De hecho, estaba feliz de que ella estuviera ahí, me estaba salvando de un día bastante aburrido en la oficina y aunque era mi deber como alfa cuidar de la manada, seguramente no pasaría nada si me tomaba una tarde libre.
—Yo... yo...erm... yo... —tartamudeó, sonrojándose aún más, por lo que sonreí de nuevo, se veía tan linda, provocando que el rubor en sus mejillas se intensificara.
Fue entonces cuando me di cuenta de que se sonrojaba cada vez que sonreía. ¿Ella me encontraría atractivo? Inevitablemente, mi corazón se sobresaltó…
¡Concéntrate Levi! Me regañé a mí mismo ¡Este no es el momento de actuar como un cachorro enamorado! Rápidamente, aclaré mi garganta, tratando de recuperar la postura, y mantuve una cara neutral. Eso pareció ayudar, ya que parpadeó de inmediato y comenzó a hablar.
—Necesito permiso para tomar prestado su auto, específicamente el deportivo —explicó en un suspiro—. N...necesito suministros, y bastantes. ¿Para la nueva casa de Michael?
Solo necesitaba pronunciar ese nombre para que mi buen humor se desvaneciera como el viento. Dios, jamás imaginé que algún día sentiría tanto odio por mi propio hermano, hasta el punto en que realmente lo quería muerto, bajo tierra y frío. 
—Entonces —expresé entre dientes, odiando aquella sensación de ardor en mi corazón— ¿Te mudarás con mi beta?
—¿Eh? —fue lo único que respondió, luciendo confundida— ¡Em, no! Lo estoy ayudando a remodelar el lugar. Es un regalo para su novia, Rita.
—¿Rita? —Repetí sorprendido, mientras mi cuerpo, de repente, se tornaba extrañamente entumecido. Todas las emociones anteriores comenzaron a desvanecerse, dejándome completamente confundido— ¿Quién es Rita?
—Mi mejor amiga y la novia de Michael —dijo totalmente inexpresiva esperando que yo lo supiera—. Él le va a pedir que se mude, así que no arruines la sorpresa… ¿No lo sabías?
—No —respondí con calma, mientras mis emociones se descontrolaban. Traté de salvar las apariencias, pero honestamente, esa era la mejor noticia que he que me habían dado en esta vida! —¡Vamos! —dije rápidamente, mordiéndome el interior de la mejilla para que no me viera sonreír. —Yo te llevaré.
¿Ella y Mick no estaban juntos?
¡Ella y Mick no están juntos!
Prácticamente, sentí como si estuviera escuchando una melodía en mi cabeza, como un niño de 12 años, haciendo un gesto de triunfo y saltando como si acabara de ganar una medalla. Incluso, mi lobo estaba sobre la luna. En realidad, no sabía que mi bestia tenía otro estado de ánimo aparte de su habitual melancolía.
—No tienes que hacer eso —respondió, aunque me siguió hasta el auto.
—¿Me estás cuestionando? —La desafié y abrí la puerta del pasajero. Ella negó furiosamente con la cabeza, mientras sus mejillas brillaban intensamente rojas. Luego, sonreí, era oficial, mi pasatiempo favorito ahora era verla sonrojarse —¡Vamos! No tengo todo el día —continué y la acompañé al auto.
—Entonces, ¿por qué estás...? —Lo intentó de nuevo, pero se rindió a la mitad y luego continuó— ¡Bien! Te advierto que no voy a aguantar tu trasero gruñón si te atrasas en tus tareas, alfa.
Inevitablemente, sonreí, y aunque debería haberlo sentido como un insulto, en cambio, lo encontré divertido, incluso hasta mi lobo se reía. Y ahí fue cuando noté que me sentía una persona completamente diferente a su lado.
¿Estaba… feliz?
A continuación, sacudí la cabeza, mientras, una amplia sonrisa se extendía por mis labios.
Esa chica me estaba volviendo loco...