Capítulo 81
1324palabras
2022-08-17 00:00
A Julie le resultó fácil conciliar el sueño, sin embargo, Laurel no podía pegar ojo.
Era lógico que estuviera cansada después de un día y noche tan ajetreados, pero no tenía nada de sueño.
De repente, en la mitad de la noche escuchó un ruido en el piso de abajo que la estremeció y la hizo levantarse de inmediato. Se echó una rebeca por los hombros y miró por el hueco de las escaleras.

Entonces vio a un montón de gente sacando a Gregary fuera de quirófano para llevarlo a una habitación limpia y esterilizada.
Parecía que la operación había salido bien y no corría riesgo, lo que hizo que se le escapara un largo suspiro de alivio.
Pero algo que se le pasó por la cabeza interrumpió esa calma.
¿No era el grupo sanguíneo de Gregary el mismo que el de Ansel?
Después de sufrir un accidente tan grave y perder tanta sangre, ¿no necesitaría una transfusión?
¿Por eso estaba Ansel en el castillo?

Al pensarlo, le dio un vuelco el corazón. Contrajo las cejas por la preocupación que le provocó y se apresuró en llegar a la sala de huéspedes. Abrió la puerta y vio que Ansel se había quedado dormido.
Bajo una luz tenue, Ansel dormía profundamente en la cama. Tenía la cara roja y su respiración era larga y pausada. Ni siquiera se percató cuando se le acercó.
Laurel se sintió aliviada y dichosa. Entonces pensó para sí misma que no debía anticiparse y ponerse siempre en lo peor. 
Cerró la puerta y volvió a la habitación de Julie. Se acostó, pero estuvo dando vueltas en la cama toda la noche. No logró cerrar los ojos hasta el amanecer.

Al día siguiente, justo cuando salía el sol, una criada llamó a la puerta apurada.
"Señorita Laurel, ¿está despierta?"
"¿Qué ocurre?", preguntó Laurel alarmada. Acto seguido, se vistió y abrió la puerta.
"¡El mayordomo Lee quiere que vayas a la habitación!"
¿A la habitación? ¿Para qué?
Una oleada de ansiedad atravesó el corazón de Laurel. ¿Estaría Gregary en peligro?
Cuando llegaron a la habitación, el señor Lee le dijo: "Cuando el joven maestro estaba inconsciente, gritaba tu nombre. ¡Por favor, ven conmigo a verlo!".
"¿Me llamó estando inconsciente?" Laurel lo miró desconcertada. 
¿Cómo podría decir su nombre estando en coma?
¿No se decía que cuando una persona estaba en coma, no olvidaba lo que no se podía sacar de su corazón?
¿Estaba Gregary enamorado de ella?
Laurel se quedó perpleja al pensar que una idea así fuera cierta. 
Da igual lo que pensara, seguía teniendo una sensación aterradora y extraña. ¿Cómo podría un hombre como Gregary enamorarse de ella?
El señor Lee le dio a Laurel un conjunto de ropa sanitaria antibacteriana y le fue sincero: "Señorita Laurel, el joven maestro está en mal estado. ¡Por favor, haz lo que sea necesario para aguantarlo!".
¿A qué se referiría con aguantarlo?"
A pesar de eso, tenía curiosidad.
Había sufrido un accidente muy grave. ¿Por qué tendría que soportarlo?
Las palabras del señor Lee no tenían ningún sentido.
Aunque Laurel seguía desconcertada, decidió no preguntarle más. Así que siguió al señor Lee y entró en la habitación.
Gregary estaba acostado en la cama. Aun estando en coma, su rostro seguía siendo atractivo. Para su sorpresa, abrió sus pálidos labios como si estuviera murmurando algo.
"Laurel..."
¡Pero qué! Estaba llamándola por su nombre.
Laurel se emocionó y sintió como un calor extraño crecía en su corazón. Tragó saliva con nerviosismo y trató de irse.
Pero antes, miró a todos los que se encontraban allí. Tenían esperanza en que ella pudiera hacer algo.
"¡Vamos! ¡El joven maestro te está llamando!"
Sus miradas ansiosas e impacientes se volcaron en ella como si el acercarse a él hiciera que Gregary recuperara la conciencia.
"Laurel, ven aquí. Ven a escuchar lo que Gregary quiere decirte". Nelson White se apartó de la cama y la miró expectante.
Al sentir la presión de todos los que la observaban, Laurel frunció los labios.
Caminó hacia Gregary con despacio, se inclinó, acercó las orejas a su boca y escuchó con atención.
"Laurel..." masculló de nuevo.
"Estoy aquí..."
Debido al nerviosismo, Laurel no pudo evitar lamerse los labios, mientras esperaba sedienta la siguiente oración.
Al fin Gregary abrió la boca y dijo: "¿Por qué no quieres acostarte conmigo, mujer ingrata? ¿No te sientes cómoda al hacer el amor conmigo? Está claro que no lo estás disfrutando".
A esas oraciones la acompañaron una expresión afligida.
Laurel se quedó aturdida. Estaba tan enojada que quería abofetearlo. De la vergüenza se puso roja y solo quería encontrar un agujero para esconderse.
Sin embargo, pensó que seguía convaleciente, así que apretó los dientes y contuvo la ira para evitar que del impulso le diera una bofetada.
No era de extrañar que el mayordomo Lee le hubiera pedido que lo aguantara mientras estuviera postrado en una cama. Esa era la razón.
No obstante, ¡estaba muy enfadada! ¡Ella no podía aguantar eso aunque estuviera convaleciente!
La mirada de lince de Laurel recorrió a Butler Lee y a Nelson, pero ellos apartaron la mirada, como si no se hubieran enterado de lo que había dicho.
¡A juzgar por sus expresiones, estaba claro que no era la primera vez que Gregary decía algo así!
Su expresión era una mezcla entre vergüenza y rabia. Estaba tan cabreada que se le pusieron los ojos rojos.
¡Cómo podían intimidarla de esa manera!
Resopló, se levantó y estuvo a punto de irse, pero Nelson, que estaba a su lado, la agarró de la muñeca. "Señorita Laurel, Gregary la necesita. ¡Tiene que quedarse aquí!"
"Así es, señorita Laurel. ¡Cuando el joven maestro se despierte, tú serás la primera persona a la que quiera ver!"
"Ustedes escucharon lo que dijo hace un momento. ¡No quiero quedarme aquí y cuidarlo!" Con una mirada llena de ira, Laurel se zafó de la mano de Nelson y salió corriendo hacia la puerta.
Después se percató de que sus cosas seguían en la habitación, así que se dio media vuelta enfadada, volvió y recogió sus cosas. Estaba a punto de irse, pero un sirviente la detuvo.
Era por la tarde y el señor Lee se le acercó risueño. "Señorita Laurel, el joven maestro se ha despertado. ¡Por favor, venga conmigo!"
"¿Se ha despertado?" Antes de que Laurel pudiera reaccionar, la llevaron a la fuerza hasta la puerta de la habitación.
Allí dentro, Gregary parecía estar discutiendo con Nelson.
Antes de entrar, lo primero que escuchó fue la voz indignada de Nelson. "Gregary, realmente no entiendo por qué no quieres que ese niño te done sangre. Ahora te encuentras en una situación muy peligrosa. Si tu herida no deja de sangrar, tus plaquetas disminuirán considerablemente. ¿Sabes lo peligroso que es eso?"
Gregary tenía un tono de voz débil, pero seguía siendo tan dominante como siempre. Con firmeza, exclamó: "¡Qué buen chiste! ¿Por qué necesitaría que un niño me donara su sangre? ¿Para alargarme la vida? ¡Ni te atrevas a mencionarlo! ¡Puedes estar seguro de que ni siquiera Sadan puede tocarme! ¡Limítate a tratarme como de costumbre. ¡Tampoco me hicieron una transfusión de sangre antes, y estuve bien después de eso!"
"¡Bueno, eso dependerá de ti! ¿Estás enamorado de esa mujer y así te lo paga? ¿Es que no quiere que su hijo te haga una transfusión de sangre?"
"¡Esto no tiene nada que ver con ella! ¡No la metas en esto!"
"Eres muy cabezota. ¡Intentas fingir que no te lo dije!"
Cuando terminó de hablar, Nelson abrió la puerta de la habitación de golpe y se marchó enfadado.
Al ver a Laurel allí en la puerta, al principio se quedó atónito, pero luego le advirtió enojado: "¡Cuida bien de Gregary!"
Después de eso, se dio la vuelta y se fue sin mirar atrás.
Laurel se detuvo confundida en la puerta. ¿Por qué estaba atrapada en el fragor de esa batalla cuando ni siquiera hizo nada?
De buenas a primeras, escuchó a Gregary.