PDV Narrador.
Esa tarde Isabel se iba a Frankfurt, tenía una amiga a la cual cuidar y ayudar, se había llevado una maleta más grande de lo normal, pues no sabía cuantos días iba a pasar allá, iba a llamar a un taxi para que la llevara del bufete hacia el aeropuerto, pero Mario le dijo que él la podía llevar, ella accedió y continuaron trabajando ya que se iba al final de la tarde.
Cuando salía con su maleta al lobby para esperar a Mario, se abrió la puerta del ascensor. Lo primero que ella miro fue un ramo de girasoles junto a una botella de vino, luego un chico que lo llevaba cargado, pero no se le veía la cara. Ella se quedó para intrigada mientras que el joven se acercaba a la recepcionista.
– Traigo este obsequio para la señorita Isabel, pero debo entregárselo personalmente – indicó el chico al que ella le pareció reconocer su voz.
– Isabel, esto es para ti – le informó la chica con una amplia sonrisa.
Al darse cuenta que su chica objetivo estaba ahí, Paolo llevo el arreglo hacia un lado y dejo ver su guapo rostro.
– Hola abogada – su sonrisa era amplia y alegre.
– Hola Paolo, ¿así que ese arreglo es para mí?
– ¿Te vas de viaje? – pregunto el chico ante la enorme maleta fucsia que tenia Isabel a su lado.
– Si, voy a visitar a una amiga en Frankfurt.
– Oh ¿y por cuantos días?
– Aún no lo sé – respondió ella sinceramente sin darse cuenta que detrás de ella estaban dos hombres uno asombrado de ver al chico trayéndole flores a Isabel y el otro con una expresión indescifrable.
Parecía que él mismo no se había dado cuenta que había apretado los puños. Pronto el hombre extrañado habló para salir de dudas.
– ¿Paolo?
El mas joven le estaba entregando el obsequio a Isabel justo cuando escucho su nombre.
– Hola Mario, ¿Qué tal? – se giró hacia él y dio par de pasos para darle un apretón de manos.
– Todo bien, que sorpresa verte por acá, ¿estás de visita?
– Si y no, probablemente me quede un tiempo por acá, tengo unos asuntos pendientes.
Esto lo dijo mirando a Isabel la cual sostenía el ramo de flores de tal manera que le tapara su rostro para no ver al otro hombre que no le quitaba la mirada seria de encima, hasta que se fijó que Paolo se refería como asunto pendiente a la mujer que él quería.
Luka no había hablado, estaba parado al lado de Mario, pero sabia que debía actuar, de pronto no le gustó que viniera otro que por cierto se veía muy joven a pisar su terreno, caminó hacia Isabel y sin que ella pudiera reaccionar la tomó por la cintura y le dio un beso en la mejilla.
– Hola Isabel.
Ella se quedó estática, preguntándose que había sido eso, de donde le había salido a Luka la confianza para saludarla así, y justo frente a Paolo, parecía que estuviera orinando a su alrededor para marcar territorio.
– Hola señor Quant, parece estar muy efusivo hoy. – dijo, haciéndole saber de manera amable que se había extralimitado con ese saludo, el cual había sido visto por todos los presentes. Él ignorando su comentario acido solo le dijo.
– Déjame ayudarte con eso – ella lo miró sintiéndose apenada y un poco molesta al mismo tiempo, pero no sabiendo exactamente por qué, ella era una mujer soltera que no le debía explicaciones a nadie.
Luka le quitó amablemente el ramo colocándolo de forma descuidada en la recepción, pues sabia que Isabel se iba de viaje, aunque en el fondo quería ponerlo en el cubo de la basura.
– Nos vamos Isa, ¿estas lista? – habló Mario interrumpiendo una extraña atmosfera que se había creado.
– Si, justo te estaba esperando, no sabia que estabas ocupado, si quieres pido el taxi – quiso desligarse de Mario al verlo con su nuevo socio.
– Claro que no, vamos.
– Gracias Paolo, esta hermoso el detalle, nos vemos luego, cuídate, como veras ya estoy de salida.
Paolo asentó un poco decepcionado, quizá no debió haber venido de sorpresa, pero de alguna manera si le sirvió de algo, ver que el hombre al cual no le habían presentado, estaba con actitud algo posesiva con Isabel.
– Me temo que no nos han presentado – dijo el joven haciéndose notar – Paolo Castillas.
– Luka Quant – respondió el otro mirándolo con suficiencia. – es una pena que tu regalo no sea disfrutado – dijo mirando al ramo y a Isabel que ya iba caminando al ascensor queriendo tomar distancia de la extraña situación.
Sin embargo, lo había escuchado y se devolvió.
– Por supuesto que si – tomó la botella y la metió en su maleta, haciendo sentir un poco triunfante a Paolo y un poco celoso a Luka.
Quien se preguntaba si eso que estaba sintiendo eran celos, no definitivamente no podía ser celos, se convenció.
– Feliz viaje preciosa, nos vemos, ya que estoy aquí saludare a mi primo. – le dio un abrazo que Isabel no respondió muy efusivamente, no quería caer en el juego de estos dos que exudaban testosterona.
– Terminemos de bajar que nos agarrara el trafico – recalcó Mario quien estaba en el ascensor esperando.
Al cerrarse la puerta Mario como siempre de protector le preguntó a Isabela ignorando a su otro nuevo socio.
– ¿Cuándo regresó Paolo, y desde cuando te trae flores?
Isabel hizo un puchero, al mirar de reojo que Luka la miró como esperando también una respuesta.
– No se cuando regresó, solo me lo encontré en el bingo de la asociación hace unos días.
– Ah ya veo, parece que ahora si es mayor de edad y vino por ti – dijo soltando la risa.
Luka alzó las cejas e Isabel miró a su socio con los ojos achicados. Al dirigirse todos al estacionamiento, Mario recibió una llamada, respiró profundo a veces le molestaba que lo llamaran tanto, era un numero desconocido, pero igual por su trabajo debía contestar, a veces lo llamaban de algún juzgado, per por la hora dudo que fuera por trabajo.
– Buenas tardes – respondió a secas. – ¿Quién? ¿Dónde?, pero es que yo no tengo… entiendo, si iré para allá, ¿ella está bien? De acuerdo.
– ¿Quien llamó?, ¿qué ha pasado? – indagó Isabel, por las expresiones de su amigo, sabia que era una llamada con malas noticias.
– María a chocado el carro – respondió con fastidio – al parecer aun me tiene grabado en su teléfono como esposo, además que el carro está a mi nombre.
– Oh Dios mío, que pena, Pero ¿ella está bien?
– Si lo está, pero detuvieron el auto, Isa lo siento, se que no dará tiempo de ir primero a la comisaria y luego al aeropuerto, llamaré a Fernando para que te lleve. – a penas dijo esto su nuevo socio habló.
– No te preocupes, yo la llevo, si esperamos más puede perder el vuelo.
Mario miró a Isabel esperando su respuesta, esta ultima miró su reloj, dándose cuenta que de hecho habían perdido unos minutos valiosos en la competencia de testosterona, así que no le quedo de otra que aceptar.
– Esta bien, ya es tarde –forzó una sonrisa a Mario quien estaba apenado de no poderle cumplir.
– Lo siento Isa, te debo una.
– Esta bien, fue un incidente o bueno mejor si me la cobrare luego – le dijo en forma de broma mientras se abrazaban para despedirse.
– Salúdame a Pilar, que se mejore pronto y tu no tardes tanto ok, cuídate.
– Lo haré, ve con cuidado.
– Cuídala Luka. Le advirtió, él no estaba muy seguro de dejarla ir con su nuevo socio, pues se había comportado muy extraño hacía unos minutos, pero estaba seguro que Isabel lo sabría llevar.
– Por su puesto. – le sonrió a su socio, al abrirle la puerta a su copilota, una sonrisa se le escapó. – No le haré nada que ella no quiera que yo le haga, le dijo por lo bajo a Ia abogada mientras le pasaba por el lado ara ocupar el asiento.
A Isabel se le erizó el vello del cuello y se preguntó cómo fue que había entrado en la boca del lobo sin darse cuenta. Se abrocho el cinturón de seguridad mientras respiraba para estar calmada y su nuevo piloto encendía el auto.
– ¿Segura de que quieres que te lleve al aeropuerto? – preguntó coqueto para provocarla.
Ella lo miró mal y le respondió – por supuesto que si – ¿A dónde más? – rápido se arrepintió de la pregunta que hizo y se sonrojo cuando escuchó a su CI.
“A un hotel”